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La cruz en América (Arqueología Argentina). Adán Quiroga
Читать онлайн.Название La cruz en América (Arqueología Argentina)
Год выпуска 0
isbn 4057664150981
Автор произведения Adán Quiroga
Жанр Документальная литература
Издательство Bookwire
Entre tanto, un hecho arqueológico se comprobaba: la universalidad del símbolo cruciforme, como la del círculo, del triángulo, del cuadrilátero, del gancho ó segmento del cuadrado y del meandro. Y es que la Cruz es una combinación geométrica natural; de manera que el encontrarse en América no fué motivo para establecer conclusiones de otro orden.
No debe perderse de vista el hecho matemático de que la combinación cruciforme suele ser el signo general de toda la geometría celeste y terrestre. Los conocimientos astronómicos desempeñaban en América un gran papel político y social. La Cruz del Sud, visible en toda la zona tórrida, debió desde el primer momento impresionar los sentidos del indio. La perfecta orientación de las fundaciones que precedieron á los pueblos aztecas y quichuas, puede haberle vuelto un signo geométrico relacionado con aquella, por la influencia del ángulo recto; y el gusto por este ángulo, sin duda determinó la forma de las aberturas de las construcciones de Palenque, en forma de Cruz griega, cuando no de Tau egipcio. No olvidemos que los pueblos aztecas y quichuas eran esencialmente geómetras; que trazaban ángulos rectos perfectos, y que casi seguramente, como hemos podido comprobarlo en las ruinas de nuestro Calchaquí, conocieron y usaron la escuadra y la plomada. Además, la Cruz, mayormente si se ha trazado dentro de un círculo, divide las figuras ó cosas en cuatro porciones iguales, lo que pudo muy bien haber ocasionado su empleo como reguladora de cantidades. Las marchas del sol, de los astros y la dirección geográfica de los rumbos, indudablemente que han influido, así mismo, en su trazado.
Es por algunos de estos motivos que Rialle, escribiendo sobre la Cruz en Cundinamarca[97], no dá trascendental importancia al hallazgo del signo, manifestando que, como la costumbre de trazar líneas cortándose en ángulos rectos se encuentra en todos los pueblos y remonta á todas partes, á todas las épocas prehistóricas, esta coincidencia no es digna de llamar la atención.
Es de observar que Waldeck, en 1792, explicaba con la geometría la existencia de cruces en ese sistema de los fondos reticulados de los monumentos de Palenque, que tanto han dado qué decir, primero á los creyentes, y después á los arqueólogos.
En nuestra América la profusión con que se encuentra el símbolo es tal, que dificilmente habrá existido un pueblo que no lo haya usado como signo sagrado, ó figurativo por lo menos.
Los Pieles Rojas y demás naciones del Norte valiéronse de la Cruz como uno de sus símbolos hieráticos. Aparece en formas griegas en variados objetos[98], especialmente en su alfarería ceremonial, destinada á propiciar á sus Wind Spirit y demás divinidades que ejercen influencia sobre la atmósfera, los vientos y las lluvias; y testimonio de ello son las ricas alfarerías depositadas en el Museo de Washington. Así mismo la Cruz fué empleada como figura totémica por algunas tribus ó familias.
En Méjico, ya sabemos como llamó desde el primer momento la atención del conquistador, encontrándose venerada de parte de los aztecas y demás naciones del imperio, cuyos dioses portaban la Cruz en la mano, siendo ella honrada con víctimas.
El P. Lozano[99], reproduce lo que sobre el sagrado signo en la América Central escribieron Gomara[100] y Malvenda[101]. Las cruces de Cozumel y de Yucatán llaman la atención de aquel cronista, diciendo que en estos lugares se veneraba el símbolo de la redención, sellando con él las lápidas de sus sepulcros, como lo registraron los españoles cuando descubrieron estas provincias. Desde los más remotos tiempos nahuas y mayas adoraban, suspendido en sus templos de Popayán y Cundinamarca, el emblema augusto, del mismo modo que los mejicanos[102].
Fué en todo tiempo un hecho curioso y digno de llamar la atención, que las tumbas entre estos últimos afectasen la forma cruciforme en su distribución.
Entre los muyscas de Cundinamarca los muertos gozaban de la vida eterna ó sufrían crueles castigos, siendo la última enfermedad la confirmación de su póstumo destino. Los hombres que perecían en la guerra y las mujeres muertas de parto, seguramente gozaban de la eterna felicidad, lo mismo que los que sucumbían de una pleuresia ó hemorragia; mientras que otro género de muerte fué considerada como una señal de la cólera de los dioses. En este último caso los muyscas no colocaban cruces sobre las tumbas de los extintos; más si la naturaleza de la muerte indicaba felicidad futura, la cabeza del cadáver era cubierta de bixa, enterrándose á este en una tumba perfumada, construyéndose sobre el túmulo un pequeño santuario rematado en una Cruz.
Estos interesantísimos datos dícennos con claridad que la Cruz entre los muyscas fué un símbolo de la vida futura, lo mismo que en Yucatán, en donde los cuatro Bacabs ó los cuatro Vientos pasaban por los autores de la vida; y de aquí las cuatro urnas funerarias para cada muerto.
Brinton[103] sigue la misma opinión, manifestando que la Cruz es ese famoso «Arbol de nuestra Vida».
Refiriéndose este autor especialmente á las tumbas mejicanas en forma de Cruz, dice que si las tumbas de los mejicanos, como se ha asegurado, tuvieron tal forma, era indudablemente por relación á una resurrección y á una vida futuras que estaban colocadas bajo este símbolo, indicando que el cuerpo enterrado resucitaba bajo la acción de los cuatro espíritus del mundo, como la simiente enterrada recobra una nueva existencia cuando es regada por las lluvias primaverales.
Nosotros añadiremos que la orientación de los sepulcros y sus formas, deberían responder especialmente á propiciar en favor del muerto la ayuda de los genios cardinales ó de los dioses del norte, sud, este y oeste, tan venerados por los pueblos del norte.
En estas regiones septentrionales y centrales de la América, y especialmente entre los mayas de Yucatán, que adoraban la Cruz de la isla de Cozumel, implorábase al sagrado emblema para que cesasen las secas; de modo que en tales países, aparte del carácter atmosférico del símbolo, la Cruz representaba la vida de todas las cosas de la naturaleza, por acción de los fenómenos meteorológicos que hacen nacer, crecer y fructificar las especies animales y vegetales.
Esta Cruz de Cozumel, llevada por los naturales en procesión á la orilla de los lagos y ríos en tiempo de seca, fué motivo de largas divagaciones de parte del conquistador, por más que su veneración no fuese el asunto principal en las creencias nativas, pues el dios Cozumel era la suprema divinidad de la isla, y la Cruz tan solo su insignia ó emblema[104].
En Méjico ó Nueva España, con la primera Cruz que dieron los castellanos fué con la de Guatulco, la cual, según Gregorio García[105] tomóse por una insignia apostólica, grabada en una roca, con el retrato del Santo, “para memoria perpetua de cosa tan santa”. Esta Cruz es fama que hacía quince siglos que existía cuando don Juan de Cervantes, obispo de Goajaca, la hizo trasladar á su catedral.
Otra famosa Cruz fué encontrada en el templo de Anáhuac, de gran veneración; y Cortés, en su expedición á Tabasco, dió con una de piedra, de cerca de tres pies de alto.
Pero la más famosa de las cruces pareció ser la de Palenque, encontrada en unas grandiosas y seculares ruinas, desconocidas para los mismos naturales del país, sobre las que había crecido una gran selva en tiempo de la llegada de los españoles á Yucatán. Estas ruinas, para la arqueología americana, son los restos de las monumentales obras dejadas por extintos pueblos primitivos, haciendo Alejandro Lenoir remontar su origen á más de 3000 años, considerándolas Braseur de Bourbourg como anteriores á las más antiguas construcciones del viejo mundo. Waldeck[106] describió las ruinas á fines del siglo XVIII, dedicando especialmente su obra al estudio de su famosa cuanto simbólica Cruz, que gracias á sus dibujos, los de Stephens, de Castañeda y las fotografías de Charnay, ha salvado hasta nosotros, pues que ella fué extraída del grupo esculpido en medio del cual se encontraba con toda su primitiva grandeza[107].
En la figura 3 ofrecemos