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El barrio de la plata. Julià Guillamon
Читать онлайн.Название El barrio de la plata
Год выпуска 0
isbn 9788418680007
Автор произведения Julià Guillamon
Жанр Языкознание
Издательство Bookwire
Cuando pasábamos por delante de la Protección de Menores de la calle Enna o Wad-Ras, entre Álava y Pamplona, siempre decía horrorizado: «¡el asilo!» Con mi madre pasaba algo parecido cuando hablaba del Asilo Durán, de la calle Tuset, cerca de donde vivía con mis abuelos. Todos los niños de aquella época se veían como niños perdidos.
Para mi padre, Castellón fue siempre la pequeña patria que alternaba con su gran pasión: Valencia, con las fallas, las mascletás, el barrio del Carmen y el bar Barrachina. De mayor iba a las fiestas de la Magdalena, a principios de febrero, que abrían la temporada de los toros. Se instalaba en el pueblo, donde tenía la casita que mi yayo había construido poco antes de morir y subía y bajaba con alguien que le acompañaba en coche o con los autocares de Furió. A principios de los años setenta el C. D. Castellón jugó unas temporadas en la primera división de fútbol. En abril de 1973 fuimos con mis padres y mis tíos a ver el partido contra el F. C. Barcelona en el viejo Castalia. Conservo una película de super-8 de aquel día. Yo llevo un abrigo marrón hasta los pies y una bandera a rayas blancas y negras. Nos pasamos la mañana cantando «¡Pam, pam, orelluts!», el grito de guerra de los aficionados del Castellón, que nos hacía mucha gracia. El Castellón ganó al Barça 4-0. Aparecemos paseando por el paseo Ribalta, el típico parque de una ciudad provinciana, con parterres y glorietas, que para mi padre era como Schönbrunn. Cuando murió, una de las cosas que me emocionaron fue encontrar una serie de fotografías de la estación de Castellón que había sacado en uno de sus viajes, antes de que la derribaran para construir una nueva estación subterránea. Era el lugar a donde llegaba, desde Barcelona, cuando iba a las fiestas del pueblo, en agosto; o en febrero, a la Magdalena. Era su centro del mundo, como la estación de Perpiñán lo fue para Dalí. Pero si para Dalí era el lugar que le permitía dar el salto hacia París y Nueva York, para mi padre era la puerta de entrada a un espacio privado, introspectivo, un reducto ideal, donde había vivido la edad de la inocencia, antes de enfrentarse al taller y a las durezas de la vida.
La antiga estación de Castellón, desaparecida en 1998.
4
GANGS DE PUEBLO NUEVO
Los Quatre Cantons (las cuatro esquinas) son una travesía de la calle Pedro IV. La calle San Juan de Malta llega desde el barrio del Clot, cruza Pedro IV, y cambia de nombre al otro lado: Mariano Aguiló. Es la calle que marca el paso desde los antiguos territorios de San Martín de Provençals y el nuevo vecindario del Taulat, nacido de la industrialización y la colonización de marismas y fincas agrícolas. Es también el camino tradicional de unión entre el Clot y Pueblo Nuevo. La gente que vivía en el Clot y trabajaba en las fábricas de Pueblo Nuevo lo recorría a diario. Pero cuando yo era chico, los Quatre Cantons eran un cruce sin relieve. A la altura de la calle Luchana, donde estaba la cochera de los autobuses, la calle Pedro IV se desdoblaba. El ramal realmente importante era aquella hijuela bastarda, la calle Almogávares, que unía Pueblo Nuevo con el puente de Marina. La calle Mariano Aguiló había perdido también su relieve. La calle principal era el paseo del Triunfo, la Rambla del Pueblo Nuevo, que corría paralela. En la Rambla encontrabas el Colegio Asunción de Nuestra Señora, las monjas, las primeras casas altas con grandes vestíbulos de estilo moderno, las tiendas de juguetes: Novedades La Cigüeña, Deportes California y Almacenes Triunfo –con aquel papel de envolver blanco con unos círculos amarillos y negros que muchos niños asociábamos con la mañana de Reyes–, la Alianza Vieja y la Alianza Nueva. Los antiguos nombres de las calles habían quedado como una reliquia del pasado. Mariano Aguiló era el antiguo carrer de Sant Pere: mi yaya no la llamó nunca de otra forma. La calle Pedro IV era la carretera de Mataró o carretera de França. Era como si el plano se hubiera desplazado, como la imagen doble de las impresiones estereoscópicas: el carrer de Sant Pere y la Rambla, la carretera de Mataró y la calle Almogávares. Dos trazados, dos centralidades, dos imágenes en una sola, un pueblo y una ciudad.
En el Arxiu de Sant Martí he encontrado dos documentos que me han permitido revivir esa sensación de extrañeza (no saber exactamente donde estás ni cuál es la norma que se ha seguido en la construcción del lugar en el que te encuentras) que todo el mundo que ha vivido en Pueblo Nuevo ha sentido en uno u otro momento. En primer lugar, un expediente sobre la segregación del barrio del Taulat que, entre 1863 y 1864, se quiso independizar de San Martín de Provençals y crear un nuevo municipio. La decisión debió desconcertar a las autoridades, porque el 30 de noviembre de 1863, el gobernador civil de Barcelona solicita información al alcalde de San Martín sobre la distancia entre el barrio del Taulat y San Martín, y el número de vecinos y los medios de transporte entre estos dos núcleos urbanos, para comprobar si se trata de una demanda justificada. Diez días después, el 9 de diciembre, el alcalde de San Martín informa: San Martín y el Taulat están separados por 1300 metros. En el Taulat viven 815 vecinos. La vía de comunicación principal es una calle que va del barrio del Clot hasta la playa: la calle San Juan de Malta, que pasada la carretera de Mataró (Pedro IV) se transforma en el carrer de Sant Pere (Mariano Aguiló). Se abre un expediente de segregación y se elabora una lista nominal «de todos los vecinos del barrio del Taulat con expresión del número de almas de que consta cada vecino y contribución directa que cada uno satisface por su riqueza». Es decir, con los impuestos, que debían jugar un papel fundamental en la decisión de segregarse. En el nuevo vecindario florecía la industria y los vecinos reclamaban un nuevo centro administrativo.
Los Quatre Cantons en 1910, cuando era la puerta de entrada a Pueblo Nuevo.
El 28 de abril de 1864, el alcalde de San Martín de Provençals, Pedro J. Vintró, se mostraba perplejo ante la decisión de los vecinos del Taulat de solicitar la independencia municipal, en un momento en que se estaba construyendo la Gran Barcelona:
«Los cuatro Barrios que constituyen este distrito municipal, tres de ellos en toda su totalidad, que lo son los de Clot, Sagrera y Taulat y mucha parte del cuarto, el de la Montaña, se hallan comprendidos dentro del perímetro de ensanche de la ciudad de Barcelona, en cuyo plano se hallan trazadas multitud de calles que no tan solo unen el barrio del Taulat con su matriz el del Clot, sino que quedan embebidos dentro de aquella ciudad. […] Ninguna población de las comprendidas dentro de la zona del ensanche de la ciudad de Barcelona ha tomado el rápido vuelo que la presente en materia de edificaciones con arreglo al plano aprobado para el expresado ensanche; y estas edificaciones que se han verificado y las que se hallan en proyecto muy luego han de unir los barrios del Clot y Taulat en una sola población por ser los dos de los cuatro existentes que situados en el llano reúnen las principales condiciones. ¿No sería una anomalía que dos barrios unidos ya hoy día del modo que dejo indicado y próximos a enlazarse por medio del referido plan de ensanche, se decretase la segregación, cuando a la simple vista del plano mencionado todos juntos han de formar una ciudad en ciernes orgullo de la Nación Española?».
Y ahora viene la cuestión central. Si el barrio del Taulat quiere segregarse, antes que nada hay que saber qué es. El alcalde Vintró le escribe al gobernador:
«Éste, al humilde concepto del que escribe, es el punto más delicado de este expediente, por cuanto no teniendo el barrio del Taulat límites jurisdiccionales ni naturales conocidos como son ríos, rieras, torrentes, caminos, etc. se hallan las fincas rústicas y urbanas enclavadas dentro de este distrito y solo fue calificado de tal para los efectos de la Estadística: por otra parte, habiéndose levantado el croquis del terreno por cuenta de los interesados en la segregación según orden de Vd. de 4 del mes último, habrán comprendido en él el terreno que menor les haya parecido, y hasta el punto donde habrán considerado más ventajoso a sus intereses».