Скачать книгу

      Una vez que se ha reflexionado sobre los rasgos de la gran transformación que estamos sufriendo en los medios de sobrevivencia colectiva y de sus consecuencias culturales y espirituales, vamos a averiguar cómo habrá que presentar y vivir la espiritualidad en las nuevas condiciones.

      Las sociedades de conocimiento todavía están en proceso de implantación. Pero en muchos países ha invadido ya casi todos los aspectos de la vida colectiva. En otros se vive en un contexto propio de las primeras sociedades industriales, y en un notable número de países convive con grandes sectores de la población todavía preindustrial.

      Podría afirmarse que en la mayoría de los países la composición de los modos de vida de la población es un conglomerado de tres tipos de modos de sobrevivencia, con sus consecuencias en la interpretación, valoración y organización de la sociedad. Está presente la sociedad preindustrial (en muchas sociedades todavía es el sector mayoritario), la sociedad industrial (aunque la religión continúa rigiéndose por las interpretaciones, cuadros de valores y sistema de organización propios de las sociedades preindustriales) y el sector de sociedad de conocimiento.

      Sin embargo, hay que tener en cuenta que la sociedad de conocimiento es el sector de la sociedad que tira de todo este conjunto complejo. Para muchos países es así, desde su propia estructura interna, y para casi la totalidad de los restantes países es también así, aunque no por su estructura interna, sino por los efectos de la globalización que ya ha invadido todas las tierras, hasta las más recónditas.

      Nadie podrá frenar la continua expansión de la sociedad de conocimiento ni la de su acompañante, la globalización. Si un país consiguiera parar en su territorio a la sociedad de constante innovación y cambio, provocado por las continuas creaciones científico-técnicas y por la invasión de nuevos productos y nuevos servicios, y consiguiera, además, aislarse de la globalización, se condenaría a sí mismo a la marginalidad, a la pobreza y, lo que es peor que eso, se condenaría a la sumisión y a la subordinación a los países que hubieran optado decididamente por la sociedad de conocimiento. Es imposible aislarse con los nuevos medios de comunicación e información.

      La expansión de la sociedad de conocimiento es reciente; eso origina que las personas de más edad estén poco afectadas por ella, mientras que las generaciones más jóvenes han sufrido ya de pleno su impacto.

      ¿Cómo transmitirles la espiritualidad, cuando ya no se puede usar para hacerlo ni las creencias, ni las religiones? ¿Cómo transmitirles una espiritualidad que sea fiel a la sabiduría de nuestros antepasados, sin que comporte ningún tipo de sumisión, sino que se les ofrezca como una creación e indagación libre? Se tendrá que adoptar la modalidad de creación e indagación libre, porque de la creación y de la indagación libre viven las nuevas sociedades. Si las nuevas generaciones tienen que vivir de la creación e indagación libre, no pueden recibir una espiritualidad de fijación en creencias y sumisión.

      Si los más jóvenes se han visto forzados a alejarse de la religión, por exigencias del nuevo estilo de vida de cambio constante: ¿Cómo se les va a hablar de espiritualidad, una noción nacida en el seno de la religión y que, por ello, resuena a religión? ¿Cómo hacer para que simplemente escuchen y no consideren lo que se les dice como cuentos de los abuelos?

      La primera medida que deberemos adoptar es sustituir el término “espiritualidad” por “cualidad humana” o “cualidad humana profunda”. La antropología ya no es un compuesto de cuerpo y espíritu. La nueva antropología nos sitúa en nuestra condición animal, aunque seamos unos animales peculiares porque estamos constituidos como tales por el habla. El término “espiritualidad” responde a una antropología que ya no está vigente, especialmente para las generaciones más jóvenes. Todavía conserva un cierto uso válido, pero lo va perdiendo progresivamente para referirse a lo que nuestros mayores llamaron “espiritualidad”.

      ¿Qué entendemos por “cualidad humana”? La capacidad de fascinarse por todo lo real, por lo real mismo. Para interesarse (I) así por lo real es preciso ser capaz de pasar por encima de los propios deseos, temores, expectativas; es necesario distanciarse de sí mismo, desapegarse (D) de lo propio para poder volver toda la mente y el corazón a las cosas mismas. No será posible interesarse por todo verdaderamente, si no se es capaz de silenciar (S) las propias maneras de ver, de sentir, los patrones de interpretar y valorar. Sólo con estos rasgos significados por las siglas ids es posible emocionarse por todo. Eso es cualidad humana.

      La “cualidad humana profunda” es practicar ese interés por todo lo real incondicionalmente, distanciarse de sí mismo y de los propios patrones también incondicionalmente, es decir, con el completo silenciamiento del ego, que es el que pone condiciones a nuestro interés por la realidad. Sin el silenciamiento completo del ego, éste vuelve siempre sobre sus propios intereses. Mientras prevalezcan los intereses del ego, no es posible volverse con toda la mente y todo el corazón a las realidades mismas. Ese interés incondicional por todo es lo que llamamos “calidad humana profunda”.

      Se trata de averiguar cuál sería la mejor manera de persuadir, a los menos de 45 años, de la conveniencia y de la necesidad de cultivar la cualidad humana y la cualidad humana profunda. El ofrecimiento que se les haga ha de ser concreto, experimentable, sin sabor a religiones ni a moralidades impuestas. Les ha de resultar útil para la tarea de vivir y gestionar las nuevas sociedades de innovación y cambio constante. No les interesan los sistemas de vida del pasado, ni sus religiones o ideologías. Aceptarán, de la sabiduría del pasado, lo que les sea útil para vivir. Las generaciones jóvenes son críticas y prácticas.

      Algunos rasgos de los llamados “nativos digitales”

      Se entiende por “nativos digitales” a las generaciones que nacieron y se educaron contando y disponiendo siempre de los medios informáticos. Desean y establecen relaciones no jerárquicas, donde no se dé la sumisión. Buscan las relaciones. Pretenden una actitud de participación en los problemas de su entorno para la autoconducción en todos los campos. Fijan sus objetivos, pero sin planificar el camino para alcanzarlos. Son decididos y están habituados a la toma constante de decisiones. Necesitan libertad para la innovación. Viven en un aprendizaje continuado. Pretenden moverse por la propia automotivación. No quieren que nadie desde fuera les marque su orientación, qué hacer, cómo hacer. Su interés se focaliza hacia problemas de la propia vida real. Buscan que todo sea atractivo en su vida. Les encantan los retos. Tienen una actitud buscadora e indagadora/escrutadora en todos los ámbitos, en oposición a la fijación, a la sumisión, a la repetición. Les gusta pensar de manera crítica, lógica, reflexiva, creativa, positiva, optimista y confiada. Su actitud es proactiva, tanto en las relaciones con otros, como con las máquinas. Han crecido en una cultura en la que la innovación ocurre en tiempo real. Ninguna de las estructuras anteriores nacidas de la sumisión les sirve. Visualizan el futuro continuamente, intentando predecir y crear modelos viables. Viven en la provisionalidad. Demandan flexibilidad. Son autónomos, pero no autárquicos. Funcionan en equipos entre iguales. Intercambio fluido y sin reservas de información. Requieren confiar en el equipo. Los retos quieren resolverlos en colaboración con personas competentes e implicadas, no de manera jerárquica, ni con sumisiones. Desarrollan como una prioridad las habilidades sociales: comunicación, empatía. Demandan que su aportación creativa al conjunto sea reconocida. Necesidad de autoevaluación y evaluación por parte de los miembros del equipo. Necesidad de personalización en medio de la globalización.

      Estos rasgos de las generaciones digitales son coherentes entre sí porque son expresión de su rebeldía frente a las sociedades industriales, con elementos de las sociedades de conocimiento, pero manejadas por el neocapitalismo, rígidamente jerárquico y que está utilizando el poder de las tecnociencias para su provecho económico. Los jóvenes reaccionan frente a la falta de la coherencia y a la lógica de las sociedades capitalistas. Las organizaciones neocapitalistas tratan a las sociedades que deben vivir de la creación continua, en equipos creativos, como instrumentos eficaces para una más potente explotación de personas y medio. Es notable que en los estudios

Скачать книгу