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del pasado e incluso músicas de culturas lejanas a la nuestra.

      Los grandes textos, todos ellos, hablan a nuestra estructura interna de doble dimensión y, por ello, tienen resonancia en lo hondo de nuestro pensar y sentir. Bastarían unas pocas nociones culturales para entender los escritos de otras épocas y culturas.

      Por nuestra condición de sociedades globales nos es imprescindible los conocimientos de otras formas de espiritualidad que ya no están lejanas, sino en nuestras mismas ciudades.

      Sería insensato ignorar toda la sabiduría de nuestros antepasados, sean de la cultura que sean, con respecto a la dimensión absoluta de lo real y su cultivo, o ignorar cómo concibieron, practicaron y vivieron la cualidad humana y la cualidad humana profunda para intentar partir desde cero.

      El estudio de los grandes nos ha de acompañar toda la vida en nuestro trabajo de indagar esas dimensiones y en nuestro trabajo de crear formas de cultivo en sociedades que cambian continuamente todos sus parámetros de vida.

      Estos grupos de cultivo de dimensión absoluta y de estudio de la sabiduría de las grandes tradiciones tendrían que ser independientes, sin sumisión a ninguna religión o corriente espiritual determinada.

      La formación de grupos debería poderse extender a toda la colectividad, de forma que todas las personas tuvieran la ocasión de cultivar la dimensión absoluta de la realidad. Eso supondría crear multitud de grupos en una sociedad determinada.

      Así procedieron las religiones. Llenaron los colectivos de multitud de parroquias, de templos, para que la instrucción y el culto pudiera llegar a todas las personas.

      Habrá que crear un proyecto valoral colectivo, con su narración correspondiente, para convencer a todos los miembros de la sociedad de que el cultivo de la dimensión absoluta de la realidad, de la cualidad humana y de la cualidad humana honda, no es una cuestión que pudiera no atenderse, es una necesidad para que el crecimiento exponencial de la tecnociencias y de sus consecuencias en nuevos productos y servicios no se vuelva en contra nuestra, en contra de todas las especies vivientes y de la habitabilidad del planeta.

      El cultivo de estas dimensiones de la vida humana y de los colectivos humanos es apremiante. Es inútil intentar solventar este gravísimo problema con los procedimientos elaborados por las religiones, porque no pueden ser aceptados y, de hecho, son rechazados por grupos humanos cada vez más numerosos, especialmente por las generaciones más jóvenes.

      La sociedad entera tendría que implicarse en la creación de estos grupos como una cuestión de vida o muerte.

      La misma sociedad debería crear un grupo de personas que ejercieran como de control de cualidad para estos grupos tan diversos en los que las diferentes tradiciones religiosas y espirituales de la humanidad podrán entrar en variadas combinaciones. La diversidad de grupos sería, inevitablemente, muy grande. Las religiones, las espiritualidades, los diferentes cultivos de la da pueden resultar muy peligrosos si no se orientan adecuadamente.

      El grupo que ejercería el control de calidad, para sus juicios sólo podría basarse en criterios negativos; por ejemplo, prohibiendo grupos excluyentes, que pretendan eliminar a todo grupo que sea el propio, que promuevan la violencia contra algún colectivo social, etcétera.

      Estos grupos, con el tiempo, deberían llegar a ritualizaciónes sencillas y laicas. Los posibles ritos no pueden forzarse, deben surgir espontáneamente del cambio de mentalidad. El sentir no obedece a imposiciones.

      1 Marta Granés, Montserrat Cucarull, Rasgos axiológicos o valorales de los nativos digitales.

      Jesús arturo navarro

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