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vaya acompañada por un servicio mutuo y un servicio a toda creatura. Es incompatible un interés por todas las realidades y una indagación en comunicación sin un servicio pleno mutuo. Si faltara ese servicio, incluso incondicional, las interpretaciones, valoraciones y actuaciones se pondrían automáticamente al servicio de la egocentración. Todo lo que se intentara ganar por un lado, se perdería por el otro.

      La segunda tríada de la fórmula sería ics.

      La fórmula completa sería ids-ics.

      Las dos tríadas están tan intrínsecamente relacionadas, que no puede darse la una sin la otra.

      La fórmula de sabiduría de nuestros antepasados tiene multitud de aplicaciones y es, en todos los casos, la garantía de la cualidad humana y de la eficacia.

      Para dirigirnos a las generaciones jóvenes, que se han alejado de las creencias y de las religiones, y a los que la noción de “espiritualidad” les suena a cosas de algunos mayores y, en todo caso, cosas del pasado, para hablarles de la cualidad humana y de la cualidad humana profunda, para que se interesen por la dimensión no relativa de toda realidad, habrá que empezar por dirigirse a su ego, a su dimensión egocentrada.

      Habrá que presentar esas dimensiones de la vida humana y de la realidad como ventajosas para sus personas y para sus planteos en las sociedades de conocimiento.

      Ventajas para el ego de la utilización de la fórmula de los sabios

      La fórmula de los sabios del pasado es de felicidad. Pensamos que la satisfacción de los deseos y el logro de nuestras expectativas son la clave de la felicidad; por el contrario, los sabios afirman, insistentemente y a través de todas las culturas y todos los siglos, que los deseos y expectativas son la causa principal de nuestros sufrimientos.

      Nuestros egos, como estructuras de deseos y expectativas, con mucha frecuencia tienen malformaciones, mayores o menores, que hacen más difícil que lo real se adapte a nuestros reclamos. Podríamos afirmar que raramente se produce esa adecuación esperada. Ese fracaso de la adecuación provoca sufrimiento.

      Toda nuestra vida está regida por nuestros deseos y expectativas, lo cual quiere decir que toda nuestra vida se mueve en el sufrimiento o en las fronteras del sufrimiento. Esto causa una inquietud de fondo que impide que la felicidad se asiente sólidamente en nuestras mentes y corazones.

      Esta es la enseñanza varias veces milenaria y continuamente verificada de todos los sabios de todas las tradiciones de la humanidad.

      Si es así, ¿por qué la humanidad no ha seguido ese procedimiento para ser verdaderamente felices? Por la urgencia del vivir; por las exigencias continuas y perentorias de las necesidades; por el fuego inmediato del deseo; y, en definitiva, por la superficialidad y estupidez humana. Los sabios afirman, y cualquiera puede verificarlo, que fuera de este camino no hay felicidad posible. No hay alternativa: quien quiera felicidad que practique con seriedad ids en el transcurrir de su vida. La felicidad a la que conduce la práctica cotidiana de ids-ics no está al final del camino, sino que el camino mismo proporciona felicidad en cuanto se inicia. Cuanto más tramo de ese camino se recorra, mayor felicidad y, por consiguiente, menor inquietud, menor angustia y más paz.

      Las condiciones para la felicidad son las mismas que las condiciones para la flexibilidad y para una creatividad continuada. Para poder tener una actitud creativa en la vida, se necesita un vivo interés por toda la realidad. Sin interés continuado por todo lo real no puede surgir la chispa de la creatividad. El interés es el motor principal de la creatividad.

      La creatividad surge cuando algo es mejorable o se puede abrir una nueva posibilidad que sirva para algo o alguien. Cuanto mayor sea el interés, mayor motivo hay para la creatividad. Para que se pueda acceder a lo nuevo es preciso el distanciamiento de las soluciones antiguas. Toda creación supone ser capaz de silenciar las soluciones anteriores a los problemas por los que se está interesado y ser capaz de mantener silenciados los patrones con los que se construyeron las soluciones anteriores.

      En las sociedades de conocimiento, de complejas tecnociencias, las creaciones requieren el trabajo en equipos. Ningún individuo aislado puede llevar a cabo una creación importante. ids-ics es también útil para la cohesión y motivación imprescindible de los equipos. Resulta evidente que para trabajar en equipo la ayuda y el servicio mutuo resultan imprescindibles. No puede haber creatividad si no se da flexibilidad. La flexibilidad, como la creatividad, tiene su fuente en la práctica de ids-ics. El interés por las realidades, el distanciamiento de sí mismo y el silenciamiento de patrones es la raíz de la flexibilidad.

      Tanto para cultivar la conciencia de la dimensión absoluta de lo real, como para progresar en la cualidad humana profunda, y también para adquirir una actitud creativa continuada, se requieren las mismas condiciones: pasar, lo más profundamente posible, por la comprensión del papel de ids-ics y por su práctica continuada. Habrá que hacer entender a las nuevas generaciones que ids-ics es imprescindible tanto para el cultivo de la dimensión absoluta de lo real y para el cultivo de la cualidad humana profunda, como para la sobrevivencia adecuada en sociedades de innovación y cambio continuo.

      La novedad consiste en que, en el pasado, en las sociedades cohesionadas y motivadas por la sumisión, el cultivo de la dimensión absoluta de lo real y de la cualidad humana profunda era optativa, porque la cohesión y motivación se conseguía por la sumisión; y en las sociedades de conocimiento esas cualidades no son optativas, sino imprescindibles, si no queremos que nuestras propias creaciones se vuelvan en contra nuestra.

      La noticia de la dimensión absoluta de lo real es el fundamento de nuestra cualidad humana profunda, de nuestra flexibilidad en relación con el medio y capacidad creativa.

      Vamos a exponer brevemente los caracteres de ese dato peculiar de nuestra especie.

      La dimensión absoluta es la dimensión no relativa a nuestras necesidades y, por ello, absoluta de nuestro acceso a lo real. El término “absoluta” no hace referencia a ninguna dimensión religiosa, tiene sólo que ver con que no es relativa a nuestras necesidades de vivientes. No es una realidad aparte de nuestra condición de seres necesitados depredadores, es esa nuestra condición misma, pero vista desde otra dimensión. No es algún tipo de entidad añadida a nuestra condición animal, sea como un espíritu o como una racionalidad.

      La da no es tampoco un Dios, es una dimensión de la realidad a la que nos abre nuestra condición de animales constituidos por el habla.

      No es una creencia, ni un supuesto filosófico, es un dato axiológico, un dato antropológico. Es dato, noticia, aunque no sea caracterizable como los datos científicos, o como los datos de la vida cotidiana porque, como cualitativo que es, no es ni definible, ni cuantificable, pero es noticia clara, aunque sutil, y es caracterizable, apuntable, señalable, expresable, simbolizable, y genera una certeza indudable. Es la noticia de que la realidad está ahí, independientemente de nuestras modelaciones, indiferente a ellas. Como no es objetivable, no puede ser acotada ni individualizada. La dimensión absoluta de la realidad no tiene fronteras, porque no es acotable, y abarca la totalidad de los mundos.

      Cuando utilizamos el término “mundo” no nos estamos refiriendo a las construcciones cosmológicas de nuestras ciencias, sino a “Eso de ahí”, que me incluye, que está más allá de todas las modelaciones y adaptaciones a las medidas que pueda construir un débil animal terrestre, cuyo aparato sensitivo, activo y cerebral no fue construido por la vida para esos trabajos, sino para sobrevivir en nuestro pequeño planeta y procrear en él.

      La da, al no ser objetivable, se sitúa más allá del espacio y el tiempo. El espacio y el tiempo son categorías de nuestra sensibilidad y acción para podernos reconocer como núcleo de necesidad, frente a un mundo en el que hay que sobrevivir.

      Los humanos estamos formados, en el ser de nuestra condición animal constituido como tal por el habla, por una dimensión relativa a nuestras necesidades, estructurada como un paquete de deseos que son simultáneamente temores, que se apoyan en el recuerdo y se proyectan al futuro como expectativas; y por una dimensión absoluta no acotable y, por tanto, no definible.

      Nuestra condición es a la vez espacio-temporal y no espacio-temporal. Como vivientes,

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