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por parte de Alfonso VI —objetivo de la Reconquista desde sus inicios por ser la antigua capital del reino visigodo de España— supuso la permanencia de una gran cantidad de población islámica (además de judía) en la ciudad. Diego Gelmírez consideró esta circunstancia como una oportunidad para que Santiago pudiera llegar a ser la nueva capital auténticamente cristiana de España. Junto con el impulso que dio a la catedral cuando las obras se reanudaron bajo su mandato, el obispo de Santiago ayudó a potenciar los negocios de los comerciantes de la ciudad que vivían de lo que en su época fue el equivalente a nuestro turismo actual; consiguió permiso del rey para acuñar moneda, dotó a la ciudad de una serie de infraestructuras, como llegada de aguas y fuentes donde los peregrinos pudieran lavarse, etc.