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(que estas eran sus espadas), y traíanlas atadas y fiadas a la muñeca.90

      Juan B. Pomar el cronista mestizo de Tetzcoco, hizo un apunte interesante: como el ideal era capturar a los guerreros enemigos más famosos, casi siempre las batallas degeneraban en verdaderos duelos parciales en primera línea entre guerreros valerosos de ambos bandos asistidos por sus allegados e incluso se preveía disponer de gente de reserva para vencer en esos duelos tan trascendentes. Por lógica, al lucharse así, en determinados lugares del frente de combate aumentaba la mortandad entre los participantes y si se conseguía que el contrario huyera, por no soportar la presión y las bajas acumuladas, entonces se podían realizar muchas capturas saliendo tras ellos. Pero no dejaba de ser peligroso, pues si el contrario se reorganizaba merced al buen hacer de algún guerrero osado, el resultado es que aquellos que disponían de algún prisionero, como les dificultaban la marcha, se encontraban en la tesitura de abandonarlos ante el peligro de ser ellos capturados entonces. Por ello, se vieron casos que los prisioneros acabaron por tomar presos a sus captores ante la llegada de refuerzos de los suyos. Aunque estas tácticas eran contradictorias por naturaleza, pues si el máximo premio era conseguir prisioneros, cabía el riesgo de perder una batalla solo por satisfacer a determinados guerreros. Por ello, Pomar asegura que había hombres valerosos, generales y capitanes

      Los mexicas tuvieron que adaptarse a una orografía complicada, a pelear en ciudades lacustres y a batallar en otras que no lo eran, de modo que también desarrollaron diversas estratagemas. En un momento dado, podían fingir una retirada para obligar al contrario a seguirles y hacer que cayesen sobre el mismo tropas emboscadas. Podían construir trampas en el suelo, que cubrían de estacas, por donde harían que pasase el enemigo, o sencillamente obstruir caminos. En las ciudades, dada su arquitectura, se podía atacar al contrario desde las azoteas de los pisos superiores con el lanzamiento de todo tipo de proyectiles. Pero el combate cuerpo a cuerpo era fundamental. Está claro que en una lucha de tipo gladiatorio, los más habilidosos no solo sobrevivían, sino que recibían las máximas recompensas. Cuando el escenario de la batalla era una urbe situada en los lagos del valle central, los mexicas disponían de dos tipos de embarcaciones, según su tamaño, que acorazaban para la guerra, detrás de cuyas defensas colocaban arqueros que disparaban sus proyectiles. Aunque también colocaban trampas disimuladas en el agua, o bien fingían retiradas para atraer las canoas del contrario a una emboscada.

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