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por el reforzamiento de las redes trasnacionales”49 su autonomía es cada vez más reducida. Hoy día los ingleses sueñan con devolverle su fuerza y se salen de la Unión Europea, que procura que los Estados nacionales se sometan a las directrices del Parlamento Europeo. La realidad es que, en este mundo globalizado, muchas decisiones ya no se toman a nivel nacional. Las empresas trasnacionales imponen sus condiciones a los países que se rebelan, amenazando con quitarles los créditos que son vitales para ellos. Un país aislado de la economía mundial, como lo fue Irán hasta hace poco, o Venezuela en la actualidad, sufre serios daños económicos.

      El resultado es que, por un lado, el tradicional Estado nacional se está debilitando, y por otro, su desaparición forzosa, tal como la vimos en la Unión Soviética y Yugoslavia, puede tener consecuencias fatales, como los conflictos bélicos desatados en la zona del Cáucaso y en Ucrania; o la guerra civil en Yugoslavia, cuyas heridas apenas están sanando. Parece absurdo que la Unión Europea trate de unificar a los países en una organización supranacional que pretende hacer su propia política exterior y establecer embajadas europeas, mientras en el este de Europa surgen nuevos estados nacionales como Bielorrusia (Rusia blanca) o Ucrania. A veces estos estados son muy pequeños, como Eslovaquia, antes unida a Checoslovaquia, o Moldavia, que perteneció a Rumania hasta 1944 en que fue anexada a la Unión Soviética y hoy es un país independiente.

      La Yugoslavia de Tito, que trató sin éxito de hacer olvidar a sus habitantes sus raíces étnico-religiosas para darles una nueva identidad comunista, se deshizo completamente porque sus habitantes comenzaron a combatirse tratando de recuperar sus raíces. Aunque serbios y croatas hablan prácticamente la misma lengua, se enfrentan por diferencias étnicas y religiosas. Los croatas católicos miran hacia el Occidente, los serbios ortodoxos se consideran cercanos a los rusos, un pueblo eslavo hermano. Ahora tienen sus propios estados. Muchos viven en Bosnia, un nuevo estado multicultural donde conviven serbios, croatas y, sobre todo, musulmanes. La guerra de Yugoslavia cobró muchas víctimas entre la población islámica, cuya identidad no es étnica ni nacional, sino religiosa. Cuando los turcos, que los convirtieron al islam, se retiraron, se quedaron sin protección; y durante el gobierno de Tito la religión dejó de tener importancia. Así, mientras Yugoslavia y la Unión Soviética se desmembraron, la Unión Europea trata de unirse cada vez más a través de un proceso muy difícil.

      Incluso dentro de un Estado nacional resulta difícil unificar las diferentes culturas regionales. Muchos escoceses no quieren someterse al gobierno de Londres. Los catalanes, y en menor grado los vascos, tienen la intención de independizarse de Madrid sin dejar de pertenecer a la Unión Europea. Baviera conserva cierta autonomía política y cultural dentro de Alemania. Los Estados nacionales suelen tener dificultades para aglutinar a todos los grupos culturales de un territorio. En el caso de los Estados Unidos, la minoría afroamericana choca con la mayoría anglosajona o blanca que siente amenazada su identidad por los negros, los hispanos (latinos), los chinos o los árabes; y hacen aparecer al islam como una amenaza. Es decir, la religión cobra relevancia frente la etnia. Nos preguntamos si con el gobierno de Donald Trump el crisol (melting pot) norteamericano funciona todavía. Los estadounidenses con poca educación utilizan prejuicios raciales para confundir y atacar a negros, hispanos y musulmanes de piel oscura.

      Aun así, México tiene muchos menos problemas raciales y choques culturales que Estados Unidos. La gran rebelión de los esclavos negros durante el siglo xvii en la capital mexicana ya está olvidada. La raza africana desapareció debido al mestizaje. Los indígenas aceptaron el nuevo Estado mexicano, de tal manera que uno de los presidentes más venerados en la historia nacional es Benito Juárez, un indígena de Oaxaca. Ignacio M. Altamirano, gran escritor del siglo xix, también era indígena. En la actualidad aún hay muchos prejuicios de la élite blanca; pero enfrentamientos raciales como se dan en Estados Unidos, entre blancos y negros, no son posibles en México, donde casi toda la población se identifica con la cultura nacional que, por supuesto, no es monolítica. La identidad nacional se funda en la imagen de una virgen morena, la virgen de Guadalupe, aceptando también al Estado laico, la separación de Iglesia-Estado implantada por Benito Juárez. En la actualidad, con excepción de algunas colonias de extranjeros, no existen en México minorías culturales fuertes como los chicanos en Estados Unidos, quienes fusionan su identidad mexicana con la anglosajona.

      Multiculturalismo e integración

      El multiculturalismo ha existido en todas las sociedades y puede causar conflictos. Así en México, hasta el siglo xx, los hijos de las familias de inmigrantes alemanes se casaban entre ellos para conservar sus costumbres. Aún a mediados del siglo pasado, en muchos países, los esponsales entre católicos y protestantes eran difíciles. La Iglesia católica ponía obstáculos a estos “matrimonios mixtos” y exigía que los hijos se educaran en la religión católica. Hoy en día, las uniones entre cristianos y musulmanes son difíciles, porque chocan visiones y mundos culturales y religiosos más distantes.

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