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La buena práctica en las constelaciones sistémicas. Peter Bourquin
Читать онлайн.Название La buena práctica en las constelaciones sistémicas
Год выпуска 0
isbn 9788418575198
Автор произведения Peter Bourquin
Жанр Документальная литература
Издательство Bookwire
Desde el punto de vista del facilitador, trabajar dentro del marco creado por este foco requiere un especial reencuadre personal de las propias creencias y sentimientos, ya que a menudo las ideas que tenemos sobre la muerte son negativas:
“Un terapeuta que le tiene miedo a la muerte no puede ayudar. El que teme mirar a la muerte a los ojos, no puede ayudar.” (1999, p. 22).
Por ello, tiene gran fuerza para el facilitador experimentar desde dentro del campo de la vida (más pequeño) el poder del de la muerte (más grande) que nos sustenta:
Fig. 7
Hay una conexión especial entre los focos “vida-muerte” y “lo esencial”. De hecho, el dirigir la atención a la búsqueda de “lo esencial” parece en gran parte la consecuencia de conectar en la mirada y el sentir interiores, simultáneamente, a los demás focos con “vida-muerte”:
Fig. 8
Es esta conexión, con la seriedad que aporta, la que hace que no valga cualquier solución entre las posibles.
El Destino
Hellinger ha hecho numerosas referencias al Destino a lo largo de los años, y no siempre dando a esta expresión el mismo significado. Así, a veces, lo ha identificado con el movimiento que, surgiendo de la conciencia de un grupo, empuja al individuo en determinada dirección. No obstante, con el tiempo su uso del término “destino” ha ido correspondiéndose cada vez más con una imagen simbólica muy abstracta de clara naturaleza arquetípica:
“(...) Hellinger coloca a un hombre frente a ellos. Este es el Destino. Incomprensible. A ambos. Inclinaos levemente ante el Destino.” (Hellinger, 2003, p. 87).
Una imagen simbólica sobre la que poco se puede explicar:
“HOMBRE DEL PÚBLICO: Ya que ha hablado del destino, quiero hacer una pregunta: ¿Cuál es su definición sobre el destino?
HELLINGER: Yo no lo defino en absoluto. No es más que un símbolo para algo inescrutable a lo que estamos expuestos y, si ahora quisiéramos definirlo, de nuevo sería un intento de manejarlo.” (Hellinger, 2003, p. 93).
Salvo en términos metafóricos o poéticos:
“(...) El destino es el velo ante algo más grande que se halla detrás (al mismo tiempo encubre y revela lo divino) más allá del bien y del mal.” (Hellinger, 2012, p. 249).
Pero que en todo caso está más allá de cualquier posibilidad de manejo o intervención desde lo humano:
“Imaginaos la locura, si alguien pretendiera cambiar el destino de otro, o quisiera intervenir o resolverlo. ¿Dónde se sitúa esa persona?” (Hellinger, 2012, p. 227).
Este foco (“DE”) se sitúa, por tanto, más allá de la vida y la muerte, determinándolas, y el facilitador ha de mantenerlo en todo momento en su mirada interior, con respeto:
Fig. 9
Como campo, por su parte, es aún más grande que la vida y la muerte, a las que sostiene y determina:
“Este trabajo únicamente puede ser comprendido (éste sería el primer paso), y luego también realizado adecuadamente, por una persona que respeta igualmente todos los destinos. (…) Sólo con estas fuerzas somos grandes nosotros mismos, tenemos fuerza y ayudamos, aparentemente de una forma muy humilde; en lo más profundo, sin embargo, el efecto es inmenso.” (Hellinger, 2012, p. 227).
Así pues:
Fig. 10
De las citas anteriores también se desprende que, al igual que el efecto de mantener en la mirada interior el foco “vida-muerte” es la seriedad, el de hacerlo con “el Destino” es la humildad. Es al incluir este elemento cuando se hace presente que, el que podamos o no ayudar, depende en último término de las fuerzas mayores e incomprensibles que el Destino representa, y no de nuestro deseo personal. La humildad es, por tanto, otra propiedad emergente del sistema. Por eso (obsérvese cómo las indicaciones de Hellinger conducen a focos-campos cada vez mayores):
(En una supervisión en la que una terapeuta está presentando el caso de una cliente)
“HELLINGER: Ahora ponte en contacto con la paciente...y con su familia. ¿Tienes permiso para presentar el caso?
TERAPEUTA: Sí.
HELLINGER: Eso ha sido demasiado rápido. Al cabo de una pausa. ¿Tienes permiso de su destino?
La terapeuta asiente con la cabeza.
HELLINGER: Quiero probarlo. No lo pongo en duda, sólo quiero que establezcas contacto. Ahora ponte en armonía con su destino, asintiendo totalmente a su servicio.” (Hellinger, 2006, p. 53).
Más allá de cualquier contenido: el “no foco-no campo”
Finalmente, más allá de “vida-muerte” y “el Destino”, nos adentramos en un territorio que no tiene límites, y que por tanto no se puede enfocar (sino al contrario, des-enfocar) ni considerar campo propiamente. Hellinger le da varios nombres, los más frecuentes de los cuales son: “Vacío”, “Espíritu” y “Gran Alma”. Al no tener límites, todas las cosas están incluidas en este “no foco-no campo” que, como consecuencia, no se identifica con ninguna. Aquí, por tanto, se trascienden todas las separaciones, incluso las más fundamentales para nuestros juicios acerca de las cosas: entre vida y muerte, o entre bueno y malo:
“Pero nuestra mirada va aún más allá. Debe ir más allá, desde mí y desde el otro, de manera más abarcadora y desligada. Porque si yo tengo en mi mirada a aquel todo en el que está contenido todo y del que, en definitiva, todo depende, hasta lo más mínimo, en ese todo miro más allá de lo cercano y de lo inmediato y me paso a un nivel espiritual. Aquí todo está liberado, nada puede ya seguir siendo bueno o malo, ilustre o común, importante o insignificante, alto o bajo, estrecho o amplio. Todo es transitorio, es relevado por lo transitorio que le sigue y al final vuelve a sumergirse en algo que permanece. También cada entendimiento, cada verdad es transitoria, cada logro, al igual que cada fracaso, cada inocencia y culpa, cada virtud y cada vicio, cada justicia y cada injusticia.” (Hellinger, 2008, p. 47).
Cuando visualizamos que, más allá de todos los focos que hemos incluido previamente, envolviéndolos y a la vez impregnándolos, se encuentra esta suerte de espacio sin límites (“GA”, “la Gran Alma”) en el que se trasciende cualquier separación:
Fig. 11
Y también cuando imaginamos que, por debajo de todos los demás campos, nos sostiene este no-campo, el efecto es que nos ponemos en manos mayores que las nuestras:
Fig. 12
Dejarse guiar, trascendiendo toda intención personal, es entonces la regla, dejando que algo mayor actúe a través de nosotros:
“Aquel que se retira al centro vacío no tiene ni intención ni temor. Repentinamente, algo a su alrededor se va ordenando sin que se mueva. Ésa es una actitud que el terapeuta puede adoptar: retirarse a un centro vacío. Para ello, no necesita cerrar los ojos. El centro vacío está unido, no está aislado. Él