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La buena práctica en las constelaciones sistémicas. Peter Bourquin
Читать онлайн.Название La buena práctica en las constelaciones sistémicas
Год выпуска 0
isbn 9788418575198
Автор произведения Peter Bourquin
Жанр Документальная литература
Издательство Bookwire
Fig. 3
Como campo, sintonizar con “la solución” implica conectar con un campo abstracto que tiene su propia existencia espiritual (abierto a infinitas posibilidades, y nutrido por las experiencias de “solución” acumuladas por la Humanidad, la vida animal y vegetal, y tal vez la propia Mente universal durante milenios), en resonancia con el cual el facilitador puede obtener guía. Más adelante abundaremos en esta capacidad que tienen los elementos del modelo, en su faceta de campos, de convertirse en poderes que sostienen el trabajo del facilitador, ayudándole a trascender sus estados ordinarios de conciencia y los límites de su “yo” cotidiano.
Precisando “la solución”: “lo esencial”
Más preciso aún que “la solución” es un foco-campo que Hellinger menciona a menudo cuando comenta su trabajo; se trata de “lo esencial”:
“Por ese motivo aquí trabajo según el principio de configurar únicamente lo más necesario. De esa forma hay mucha más energía y fuerza. Por lo tanto, es importante que el terapeuta desde el comienzo comprenda qué es lo esencial.” (Hellinger, 2008, p. 245).
O también:
(En la entrevista con el cliente) “HELLINGER: No, eso basta. No demasiada información, si no se diluye lo esencial. Casi siempre se trata sólo de un punto. Se siente cuál es ese punto, y allí se permanece.” (Hellinger, 2006, p. 145).
La idea de buscar el punto esencial en el que el cambio se produce no es exclusiva de las constelaciones sistémicas, y se relaciona directamente con el hecho de que éste es un ámbito en el que se trabaja con sistemas. Así, en el área de la Teoría de Sistemas (O´Connor y McDermott, 1998):
“Una manera de cambiar un sistema consiste en cambiar su parte más débil. El lugar por el que podría romperse el sistema al estar bajo presión puede servir de punto de palanca para conseguir que el sistema funcione con mayor eficiencia y capacidad de respuesta” (p. 260).
Así pues, “lo esencial” es un elemento que hace que el facilitador ponga la sintonía y la atención, dentro del abanico de posibilidades que podrían ser consideradas “solución”, en una que subyace a muchas otras, constituyendo una dinámica más profunda del problema, o con la cual es prioritario trabajar antes de ocuparse de otros asuntos.
En el modelo, “lo esencial” (“E”) se colocaría delante de “la solución” precisando aún más a ésta y al resto de los focos:
Fig. 4
Más allá del cliente: los sistemas mayores
El trabajo de constelaciones es un trabajo sistémico. De hecho, las constelaciones son una metodología desarrollada para hacer visibles vinculaciones sistémicas que actúan sobre la persona y acerca de las cuales, por ser inconscientes, ésta no tiene elección (otra cosa es que posteriormente el trabajo con representantes haya mostrado posibilidades que van más allá de eso). Por otra parte, cuando decimos “sistémico” nos referimos a algo muy amplio, que incluye desde, obviamente, el sistema familiar, a otros que lo trascienden para abarcar distintos ámbitos y dimensiones, llegando hasta lo cultural y lo colectivo. Basten como ejemplos de lo abierto del significado de “sistémico” el concepto de “alma colectiva” de Daan van Kampenhout (2007) o la consideración, por parte de algunos autores y tradiciones, del linaje kármico como uno más entre los que pueden estar actuando sobre el individuo (Schäffer, 2017; Wesselman y Kuykendall, 2004).
Más allá de “el cliente”, por tanto, el facilitador incluye en su mirada interior un foco mayor que incluye y trasciende a éste. Lo llamaremos “los sistemas mayores a los que pertenece el cliente” para dejarlo abierto a los múltiples ámbitos sistémicos posibles, y lo representaremos como “SI” en la figura:
Fig. 5
Cuando el facilitador hace eso, sintonizando además con “SI” como campo, eso tiene efectos en el resto de los elementos incluidos hasta ahora en el modelo. Por ejemplo, “la demanda” pasa a percibirse como algo que ya no tiene que ver exclusivamente con el cliente como individuo, sino con algo mayor.
Más allá del cliente y facilitador: focos-campos arquetípicos
Más allá del territorio de lo sistémico, hay dos imágenes muy abstractas a las que Hellinger hace referencia a menudo y que tienen una indiscutible dimensión arquetípica. En el alineamiento interno de Hellinger no son perdidas de vista como focos, pues determinan los grandes marcos que contextualizan el trabajo, pero también tienen el carácter de poderosos campos, ya que en sintonía con ellos el facilitador obtiene guía, apoyo y fuerza.
Una característica importante de estos focos-campos es que, en ellos, ya no se trata de algo que envuelve sólo al cliente, sino también al facilitador. Tanto uno como otro se sostienen en, y pertenecen a ellos, y es a través de una profunda y última conexión con dichos elementos que el facilitador puede ayudar al cliente a reconectarse con sus propias profundidades olvidadas.
Los focos-campos arquetípicos a los que nos referimos son dos: “vida-muerte” y “el Destino”. Al ser menos explícitos en el trabajo y en las formaciones de constelaciones, nos extenderemos sobre ellos un poco más.
Vida-muerte
El primero de estos focos-campos es el constituido por el ciclo vida-muerte. Las referencias de Hellinger a este elemento como marco fundamental para el trabajo son numerosas, valga como ejemplo:
“Como habéis visto hasta ahora, aquí casi siempre se trata de vida y muerte. La constelación familiar y el trabajo relacionado con ella son demasiado sagrados como para aplicarlos por curiosidad o para lo aparente.” (2006, p. 53).
Uno de los efectos que produce incluir este foco en la atención del facilitador es la seriedad del trabajo:
“El marco verdadero que permite el trabajo es la seriedad. Cuando viene gente que sólo es curiosa no se puede hacer. Sólo cuando hay plena seriedad se puede trabajar, y ésta se da cuando se trata de vida o muerte. Cuando el propio terapeuta está inmerso en esa seriedad y no atiende a nada que no lleve esencialmente más allá, no existe lo superficial en el grupo. Si se mantiene en esa seriedad, empuja lentamente al grupo, uno tras otro, hacia esa seriedad. Entonces tiene el marco en el que una constelación puede discurrir bien.” (2006, p. 216).
La seriedad es, por tanto, lo que en Teoría de Sistemas se denomina una “propiedad emergente” del sistema constituido por los elementos del alineamiento:
“En primer lugar, un sistema funciona como un todo, luego tiene propiedades distintas de las partes que lo componen. Estas propiedades se conocen con el nombre de propiedades emergentes, pues emergen del sistema mientras está en acción.” (O´Connor y McDermott, 1998, p. 30).
En su faceta de foco, “vida-muerte” (representado por “VM”) se coloca detrás de todos los que hemos incluido hasta ahora. Lo ponemos como un elemento único en el que está contenida la dualidad