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de aprendizaje que perjudica la autoestima personal. Esta experiencia se trata de evitar resistiéndose a ir al colegio, con lo que se va reforzando el temor y ansiedad que la experiencia escolar produce.

       Una niña se cambió de colegio en tercero básico. Los primeros días estuvo muy contenta, pero a la segunda semana, esta niñita nueva despertó envidias en un grupo de compañeras que la empezaron a acosar. La cuarta semana llegó al psicólogo por una fobia fuerte al colegio. Los padres relatan que ya al subirse al auto en la mañana empieza a llorar con mucha angustia. En los recreos la suelen encontrar llorando con desesperación, y pese al cuidado que han tenido todos con ella, la reacción es cada vez más fuerte y amplia. En los últimos días, se levanta llorando los días de clases.

       Un niño de 4 años 6 meses es traído a consultar porque desde hace 8 meses dejó de ir al parvulario. La fobia comenzó cuando, dirigiéndose al colegio, vio un furgón de carabineros detenido y con algunos carabineros en torno a él. Según su madre, cuando el niño tenía tres años, había una mujer que vivía en la casa y lo cuidaba, que le metía miedo con el lechero, que andaba de blanco y con un gorro militar. Le decía que ese hombre se llevaba a los niños. Cuando va al colegio, ve a los carabineros y cree, según sus propias palabras, que se lo van a llevar a él (extraído de López de Lérida & Milicic, s.a).

      En otras ocasiones, la fobia se relaciona mucho más fuertemente con el temor a separarse de la madre al quedarse en la escuela. En estos casos, la ansiedad de separación prevalece, y se expresa en otras situaciones, tales como cuando la madre sale de casa, cuando lo deja en casa de amigos, u otro.

       Era un período de crisis fuerte de los padres, y EC no quería ir al colegio. Decía que era porque las compañeras la molestaban, pero la madre ya había averiguado que nada de eso había pasado, al menos según el reporte de la profesora jefe. Tampoco quería ir a los cumpleaños, con la misma excusa. Solo estaba tranquila cuando estaba cerca de ellos, especialmente de la madre,y llegó a tener reacciones de vómitos cuando la madre en la misma casa se iba a trabajar al altillo donde tenía su taller. Solo se sentía segura con ella.

      Muchas veces, los padres no se dan cuenta de que están reforzando la fobia escolar, al "regalonear" al niño en casa. Si faltar a la escuela significa estar con la madre, ver la TV, jugar con sus juguetes y recibir en general más atención, se está fomentando la conducta evitativa. La situacion colegio naturalmente puede generar una cierta ansiedad, y si en vez de enfrentarla, los padres acceden a llevársela a la casa y regalonearle, esa disminución de la angustia que viene inmediatamente que evita el colegio, es lo que reforzará la conducta evitativa. En los niños pequeños, a veces la conducta fóbica se origina en el temor de los propios padres de dejar al hijo en el colegio, que se transmite a los hijos. Ante cualquier muestra de ansiedad, los padres protegen al niño/a dejándolo en casa.

      Desde que se inició la fobia, se ha mantenido en su casa, donde tiene juguetes con los que se entretiene gran parte del día. Acompaña a su madre en sus diligencias y a veces le compran regalos en las tiendas (extraído de López de Lérida & Milicic, s.a).

       La madre explicaba que ella había sufrido mucho en el colegio, a causa de una dislexia que le hizo sentirse siempre muy en desventaja. El mal manejo de profesores permitió que las compañeras se burlaran y, a duras penas, terminó la enseñanza básica. Ahora que su hijo entraba al colegio era como si fuera ella misma la que entraba a ese recinto lleno de extraños, y sufría desde el día anterior. Reconocía que le podría estar transmitiendo algo, con todo lo que le advertía por el camino, que debía hacer "en caso de…" pero no lo podía controlar. Para ella era un alivio cuando P. decidía no querer quedarse en el colegio y la profesora le sugería llevárselo. Se iba feliz de vuelta, le compraba helados, le hacía juegos de letras y dibujos, le armó un escritorio en la pieza y compró música infantil, para que hubiese en la casa un ambiente de aprendizaje. Ambos pasaban muy buenos ratos en la casa, y enfrentar el colegio se hacía francamente cada vez más innecesario.

      López de Lérida y Milicic (s.a.) distinguen las fobias escolares que suelen presentarse en niños pequeños, de las que presentan los niños mayores. El tipo de fobia escolar que se observa durante los primeros años escolares suele tener un comienzo brusco, comenzando el día lunes y quedándose el niño en casa uno o dos días; el niño puede señalar temores de muerte o preocupaciones de que su madre esté enferma, pero suele mantener una buena relación con ellos y los padres en general comprenden rápidamente la dinámica del caso. En cambio, las fobias escolares que se dan durante los cursos superiores suelen representar el segundo, tercer o cuarto episodio fóbico, y se desarrollan frecuentemente a partir de una enfermedad no muy importante que lo mantuvo en la casa. El niño en estos casos suele mantener escasa comunicación con sus padres, quienes se describen como padres con poca comunicación, con rasgos de tipo ansioso y en general, poca comprensión del cuadro.

      Los objetivos de intervención ante una fobia escolar naturalmente variarán dependiendo del caso, y será importante hacer un buen diagnóstico para no tratar sólo la fobia, que si bien es en sí una reacción patológica que hay que abordar, es a la vez un síntoma de algo que la originó. Esto quiere decir que habrán dos tratamientos; uno destinado al origen de la fobia, y otro, destinado a la respuesta fóbica propiamente tal, que es un condicionamiento masivo que se mantiene con la respuesta evitativa.

       El tratamiento incluyó tres movimientos. Primero, una terapia breve a la madre del niño fóbico, para ayudarla a elaborar sus propias experiencias escolares y ansiedad de separación de la madre que sentía la había abandonado en un colegio que no le resultaba amable. Paralelamente, una desensibilización sistemática al colegio -con el niño y la madre- que partió por neutralizar la reacción que tenía a objetos tales como la mochila, el camino al colegio, los libros escolares. El tercer movimiento fue bajar la motivación que ejercía quedarse en la casa: la madre no permanecía en ella, y el niño, solo con la nana debía hacer tareas escolares en todos los temas que estaban programados para ese día.

      Fobia social: La fobia social se caracteriza por un miedo excesivo e irracional a exponerse en público frente a personas desconocidas, ante la posibilidad de sufrir humillación y vergüenza. Las personas evitan por cualquier medio exponerse a situaciones sociales, y de hacerlo, les sobrevienen síntomas de angustia intensa -como enrojecimiento facial, taquicardia, sudoración, temblores, malestar estomacal- y en los casos más graves, incluso crisis de angustia. Si bien las personas reconocen la desmesura de sus reacciones, suelen no poder controlar su aparición.

      Las conductas y características consecuentes asociadas a la fobia social son el retraimiento social y los intentos por evitar o escapar de situaciones sociales. Suelen ser personas con apego a pocas personas, con una actitud poco asertiva y con déficit comunicacional en situaciones de tipo social (Kronenberger & Meyer, 2001).

      Muchas veces, aún cuando el niño(a) se mejora o supera un cuadro de fobia social, persiste la timidez social como rasgo de personalidad que acompaña a la persona en su adolescencia y adultez.

      Agorafobia: Es un miedo incapacitante a los espacios abiertos y públicos. Esta fobia se configura como un miedo a estar en lugares o situaciones de los cuales puede ser difícil o embarazoso escapar o en los cuales puede no disponerse de ayuda en el caso de tener un ataque de pánico o síntomas similares a los del pánico. Como consecuencia de este miedo, la persona evita las situaciones temidas, las soporta con gran ansiedad o necesita ser acompañada (American Psychiatric Association, 1995). Las personas limitan sus actividades a áreas cada vez más pequeñas, lo cual finalmente las incapacita para dejar sus hogares sin sufrir un ataque de pánico. Características de este trastorno pueden ser: la excesiva dependencia de otras personas, la percepción de que el cuerpo es irreal (despersonalización), de que el medio ambiente es irreal, y la depresión.

      La fase inicial de este trastorno se puede asociar a un ataque de pánico en un espacio público o en un evento, lo que hace a la persona sentirse incómoda y decidir, posteriormente, evitar situaciones similares. El inicio de este trastorno se presenta generalmente a los 20 años de edad y afecta más a las mujeres que a los hombres. Las personas que presentan este trastorno se pueden confinar en sus hogares por años,

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