Скачать книгу

del otro hasta hoy se supo; mas de su mucho recogimiento, os hago saber que, segun de mi hermana sé, es muy grande, por lo qual este negocio pongo en grandísima dubda.

      Fler. ¡Oh alto y poderoso Dios, cómo son grandes tus maravillas! que yo deseaba en estremo esta nueva, pensando que algun descanso en mi afligido corazon pondria, y á lo que veo ha ser para mi mayor tormento, sabiendo del soberano valor de mi seráfica dea, de mucha castidad adornado, y mi baxo merecimiento de inmensas pasiones esmaltado: ¡ay de mí sin mí! pues lo soy de quien teniéndome en sí convertido, memoria de mí ninguna tiene, ni en mí poder se halla, por su crescido merescimiento, para que mi trabajosa fatiga manifestada le sea.

      Risd. Señor Flerinardo, por el amor que mi señor os tiene haré por vos lo que por otro que él no hiciera, esto es, que yo voy algunas veces con recaudos de mi señora Rosiana para ella, yo os manifestaré la primera vez que haga este camino, y podréis comigo envialla á decir vuestro propósito, que yo me profiero, atento á lo ya dicho, de por obra ponello, y esto ha de ser con que hagais á Escalion alguna afrenta ó le nalgueis bien, porque me quiso denántes tragar, y me llamó peon de axedres, raton de monja y otras mil sabandijas; sino de otra manera será escusado.

      Selv. Juro de verdad que mi Risdeño ha dado el mejor camino que en esto puede haber; no resta sino que así se determine, que yo seré en que presto se haga.

      Fler. Tan usado soy toda mi vida á sufrir desventuras, que dubdo si soy yo á quien tanto bien se le concede; á vos, señor Selvago, doy las gracias por las mercedes que sin yo merecello de contino me haceis, y á tí, hermano Risdeño, prometo que de mí no vayas descontento.

      Risd. No quiero otra cosa sino lo que he dicho.

      Selv. Por mi fe, Risdeño, que la afrenta que le harán ha de ser hacelle amigo tuyo.

      Risd. Amigo sea él de Barrabás, que mio no por agora.

      Selv. Cierto que lo has de hacer.

      Fler. Ea, Risdeño, haced lo que vuestro señor os manda y yo mucho os ruego.

      Risd. Agora, pues todos me lo rogais, sea, con tal condicion que me pida perdon de lo pasado.

      Fler. Cumple con él, Escalion, por tu fe, que bien sabes lo que en ello me va.

      Esc. Áun él piensa que lo tiene todo acabado.

      Fler. Dexa eso, haz lo que te digo, que ninguna honra pierdes.

      Esc. Quiero pues: señor Risdeño, yo os pido perdon de las descortesías que os dixe.

      Risd. Levantaos, hijo, Dios os dexe lograr.

      Esc. Hi, hi, hi, gracioso está por mi vida, y la mano me da que le bese; quita, Risdeño, que eso no quedó en la postura.

      Risd. Anda, que bien la puedes besar, que una vez llevé el acetre al cura quando un domingo echaba agua bendita, y áun os promete que esta mano os vengue de quien os enojáre.

      Selv. ¿Estás ya contento, Risdeño?

      Risd. Sí, y muy pagado.

      Selv. Alto pues, bien será que yo me vaya á mi posada, que se hace hora de acostar; por la mañana nos juntarémos en la iglesia, señor Flerinardo, y darémos una vuelta cabalgando por esa calle, que gran deseo tengo de á vuestra señora ver, por las nuevas que della tengo.

      Fler. Si poder para salir fuera tuviere, así se hará.

      Selv. Haceos al trabajo, que no es tiempo de regalo, y á Dios quedeis.

      Fler. Con él vais, mi señor.

      Risd. ¿No me hablais, amigo Escalion, que me voy?

      Esc. San Cristóbal os acompañe, gentil hombre.

      Risd. El pajecito de Sant Bartolomé con vos quede.

       Índice

      En que Velmonte, criado de Flerinardo, dice á Escalion, compañero suyo y gran panfarron, que le acompañe esa noche en un concierto que con una moza tinie, donde no pudiendo con razones excusarse, acuerdan los dos de llevar en su compañía tres criados de Selvago. Lo que así acordado, habiendo dado algunas músicas, y topado un alguacil que los puso en alboroto, á sus posadas tornan á dormir. Introdúcense:

      VELMONTE. — ESCALION. — SAGREDO. — RUBINO. — CARDUEL. — RISDEÑO. — ALPINA. — ALGUACIL. — MOZA.

      Velmonte. Haréisme merced, señor Escalion, por otra tal, que me guardeis el cuerpo esta noche, porque tengo de hablar á cierta moza; que ya sabeis que obras son veces, y que qual por mí tal por tí, y que aunque uno sea rey, á veces ha menester á un rústico labrador; dígolo porque, aunque yo para con vos sea muy poco, algun dia me habréis menester. Y tambien, si teneis memoria, habréis oido decir que la una mano lava la otra, y las dos al rostro, lo cual significa que los que de una comunidad son, en el tiempo necesario se han de favorecer.

      Escalion. ¡Oh señor Velmonte, y qué mal viaje sería el nuestro de esa manera! No esteis en que más seguro iréis solo que en mi compañía, que yo juro por la metafísica de Aristótiles, el menor de toda la ciudad no sabria mi salida quando en el camino nos pusiesen treinta celadas de parientes y amigos de hombres que yo he privado de la vida; pues viéndose mi vigoroso brazo en tal aprieto, ¿qué ha de hacer sino despedazar dos ó tres docenas dellos, de do se siga alguna revuelta, que fuera mejor habernos estado en casa? De mí, que diga que no, todavía me pesa enviar tantas ánimas de fieles al purgatorio: demas desto, mi confesor otra cosa no me encarga sino que tenga conciencia de los huérfanos y viudas que por mi causa padecen gran laceria en toda Europa.

      Velm. Para eso buen remedio: no se dé quenta de nuestra salida, y así no habrá lugar lo que decis.

      Esc. ¡Oh qué donoso caso! Por el santo martilojo de peapá, el diablo se trasformaria en alguna persona y lo manifestaria, quando otro faltase, por el provecho que dello le podrie venir. Mas mejor será, pues todavía estais en que hagamos este camino, que fuésemos sin espadas, porque no haya, aunque se ofrezca, causa en algun rompimiento.

      Velm. Tan de culpar es por cierto dar cinco de corto como de muy largo, que desa manera en manifiesto peligro nos pondriamos, especialmente en semejante negocio; de mi parte os digo que mi espada de noche me es buena compañera, la qual en ningun tiempo dexaré.

      Esc. Pues que así os parece, hágase otra cosa que se me representa acertada, la qual es que nos vamos por la posada de Selvago, y llevarémos los dos criados con Carduel, su paje, que llevando su guitarra, miéntras vos hablais con la dama, no sonará mal un chistecico de aquel rapaz, que, segun he sabido, canta maravillosamente.

      Velm. ¿Pues y los dos criados á qué han de ir allá, que es dañoso tanta gente en tal caso?

      Esc. Andá, que todos somos amigos, y miéntras más moros más ganancia, quanto más que serán menester para que me tengan á que no haga tajadas á todos los que pasaren, que vos y el paje érades poco para mis grandes fuerzas.

      Velm. No me medre Dios si éste no es un gran panfarron cobarde, que porque no le asienten el guante, si tiene algun enemigo, pone tantas escusas.

      Esc. ¿Qué dices, Velmonte, que no te entiendo?

      Velm. Digo que sea como te parece.

      Esc. Alto, pues, vamos luégo.

      Velm. Pues toma tu espada, y mira si quieres una rodela, que allí están dos.

      Esc. No quiero sino el espada, que ella y la capa harán lo que convenga.

      Velm. Alto, pues, sin detenernos vamos fuera.

      Esc.

Скачать книгу