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1013 ejercicios y juegos polideportivos. Jordi Ticó Camí
Читать онлайн.Название 1013 ejercicios y juegos polideportivos
Год выпуска 0
isbn 9788499107943
Автор произведения Jordi Ticó Camí
Жанр Сделай Сам
Серия Práctica Deportiva
Издательство Bookwire
El entrenamiento técnico-táctico no debe sólo cumplir la función de enseñar unos repertorios motrices determinados, sino aprender a utilizarlos en situación de juego y, además, realizarlos a una velocidad adecuada.
El entrenamiento de los sistemas de juego durante la etapa de iniciación evidentemente depende en gran medida de la modalidad deportiva específica, aunque, siguiendo la filosofía que planteamos, debería seguir unas normas comunes básicas en cuanto a la decisión de acciones de juego por parte de los jugadores y entrenador. El sistema de juego más adecuado en esta primera etapa es lo que en algunos deportes se conoce por el juego libre o por normas, que supone la fórmula de organización más simple, y que permite mayor espontaneidad para el jugador. Ello no supone que cada jugador haga lo que quiera, sino que partiendo de una organización inicial predeterminada (colocación espacial predeterminada), el entrenador orienta las posibles acciones a realizar, y cada jugador tiene entera libertad para decidir y ejecutar la acción que crea más conveniente en cada momento. Se basa en la utilización de los elementos técnico-tácticos individuales o colectivos, que el jugador encadenará como crea oportuno, aunque bajo ciertas limitaciones propuestas por el entrenador que se deben cumplir. Tiene importancia en esta primera fase la consecución de espacios, es decir, cómo distribuirse en el campo, dónde es importante llegar con el balón para conseguir el objetivo y, en definitiva, trabajar por prioridades a conseguir (del jugador con balón y del resto).
En una primera fase, el entrenador incidirá sobre la utilización intencional de cada elemento técnico-táctico o en las condiciones en las que es correcta su elección; orientando el juego hacia los estímulos significativos, hacia aquellos elementos técnicos que más desea que se reproduzcan y limitando las acciones no deseables o ineficaces.
Así, en ataque se pueden introducir normas sobre la progresión con balón, para que se utilicen con intenciones tácticas correctas: la realización de una acción específica después de pasar, ocupación de espacios de los jugadores sin posesión del balón, etc. hasta conseguir implantar normas mucho más específicas y complejas, cumpliendo la condición de que es el jugador quien decide en última instancia la acción a realizar. En defensa tendría su aplicación en la organización defensiva más sencilla con normas orientadas a leer al defensor y a actuar (cómo colocarse, alinearse, dónde llevar al defensor, etc.) en función de las posibilidades de su atacante logrando el jugador anticiparse a éstas: si tiene el balón o no, si puede recibir, si está cerca o no del objetivo, etc.; en definitiva, la aplicación “inteligente” de la técnica defensiva.
No sería correcto, en estos primeros avatares, empezar con sistemas de juego excesivamente estructurados, ya que suponen un exceso de atención del jugador principiante por los movimientos de balón y jugadores, que le impide la utilización inteligente de los fundamentos específicos, convirtiéndose en un mero ejecutor robotizado de lo que marca el entrenador, lo cual entorpece el desarrollo de la decisión y la creatividad.
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1 En Hernández Moreno, J. (1988).
2 Tanto Martin (1982) como Read (1988) consideran, coincidentemente, que la fase sensible o periodo crítico, en los que se puede conseguir la máxima eficacia del aprendizaje de las tareas deportivas complejas, es sobre los 10 años.
3 Utilizamos el término oposición (y no defensa), ya que de esta forma es válido tanto para las acciones ofensivas como defensivas.
4 Entendemos los sistemas de juego, en este caso, como la organización del juego de equipo; es decir, posición en el campo, movimiento del balón y de los jugadores por el terreno y la culminación al objetivo.
C A P Í T U L O 3
ASPECTOS PSICOLÓGICOS DE LA INICIACIÓN DEPORTIVA
LA MOTIVACIÓN EN EL APRENDIZAJE Y EL ABANDONO DEPORTIVO
A menudo sucede, a causa principalmente de motivos económicos, que el técnico que está desarrollando el proceso de iniciación deportiva no tiene la suficiente formación o cualificación específica, ya que en muchos casos se opta por la vía del voluntariado para cubrir la iniciación deportiva de los más pequeños. Este aspecto, difícil a veces de remediar, si además se realiza sin la supervisión de los programas por parte de un técnico superior, conduce a la existencia de grandes la-gunas en el desarrollo del proceso formativo inicial.
Un aspecto primordial en cualquier proceso de aprendizaje es la motivación, ya que sólo si conseguimos atraer el interés y captar la atención por lo que se está haciendo, habrá condiciones óptimas para conseguir objetivos. Ro-berts (1981) clasifica los distintos tipos de motivación relacionados con la práctica deportiva, y diferencia básicamente tres:
– Relacionada con la propia mejora: es decir, el objetivo principal es mejorar el rendimiento propio (el nº de aciertos, mejorar una marca, disminuir errores, etc.).
– Relacionada con la competencia deportiva: utilizando de referencia los demás, siempre se compara el rendimiento propio con el de los contrarios. Los individuos que tengan un nivel más alto de este tipo de motivación son más proclives al abandono.
– De aprobación social: en la que se esperan las consecuencias sociales de apoyo, reconocimiento, etc. que actúan como reforzadores positivos (como la actitud de compañeros, atención de los padres o entrenador, reconocimiento de los amigos, etc.).
Estos tipos de motivación nunca se dan de forma aislada ni unitaria, y el mismo autor ha detectado concordancia en el predomino de la motivación en función de la etapa evolutiva del sujeto, relacionando la edad con la motivación y llegando a las siguientes conclusiones:
– De 8 a 11 años: De aprobación social y propia mejora. Desean el refuerzo y apoyo social, sobre todo de los padres y el entrenador; también desean aprender nuevas habilidades, aspecto que además se les puede estimular.
– De 11 a 13 años: Básicamente de competencia deportiva. En la preadolescencia se desarrolla la personalidad, chicos y chicas empiezan a tener criterios propios y se comparan a los demás, es posible que también influya el hecho de que a esta edad se realizan competiciones regulares. Se podría decir que el sujeto desea conocer el lugar que le corresponde en el grupo.
– De 13 a 17 años: De competencia y mejora. Se mantiene el espíritu competitivo, pero puede o no aparecer de forma relevante la propia mejora. En estas edades es cuando mayor riesgo existe de abandono; especializar al jugador y perfeccionarle las habilidades, va a suponer una constancia difícil de lograr si no tiene una buena motivación.
Es importante conocer las motivaciones del grupo, para orientar mejor la metodología del aprendizaje y adaptarnos así a sus intereses. Hay otros autores que detectan otro tipo de motivación centrado en sí mismo que es el relacionado con pasarlo bien, es decir, como primera premisa deberíamos plantearnos el que el niño debe disfrutar, además teniendo en cuenta que se lo puede pasar bien y aprender reconociendo su mejora; el modelo de entrenamiento de alto rendimiento y de los adultos no es aplicable en iniciación, ya que si no conseguimos una relación grata del sujeto con el deporte, será difícil su continuidad a medio o largo plazo.
Evidentemente el mejor tipo de motivación, y el que debe potenciar el entrenador desde las primeras etapas, es el de la propia mejora, ya que privilegiar la competencia deportiva (muchas veces utilizado, reproduciendo el modelo de los adultos) es muy peligroso en los niños, sobre todo teniendo en cuenta que existen numerosos casos de desarrollo prematuro en un deporte específico, que mientras el jugador se siente superior a sus semejantes disfruta con la práctica, pero cuando esta diferencia disminuye