ТОП просматриваемых книг сайта:
1013 ejercicios y juegos polideportivos. Jordi Ticó Camí
Читать онлайн.Название 1013 ejercicios y juegos polideportivos
Год выпуска 0
isbn 9788499107943
Автор произведения Jordi Ticó Camí
Жанр Сделай Сам
Серия Práctica Deportiva
Издательство Bookwire
Respecto a las causas de abandono deportivo, se detecta en muchos casos directa o indirectamente la falta de motivación (“tengo otras cosas que hacer”, “quería hacer otros deportes o actividades”, ...); en otros casos esta falta de motivación se relaciona con la incorrecta metodología de trabajo del entrenador (“no era suficientemente entretenido”, “era aburrido”, “no me gustaba el entrenador”, ...) y finalmente el tercer bloque más importante de motivos está relacionado con la competencia deportiva (“no era tan bueno como pensaba”, “no soportaba la presión”, ...) fruto probablemente de una incorrecta orientación del planteamiento general del proceso. Es cierto que no todos pueden llegar al alto rendimiento, por eso el técnico debe saber orientar bien los objetivos generales hacia las motivaciones del grupo, no sólo al principio sino durante todo el desarrollo. No es correcto, como ocurre muchas veces, orientar la actividad deportiva hacia el ganar como objetivo principal, sino que el deporte de competición debe tener su espacio, al igual que los otros ámbitos, como el educativo (deporte escolar y extraescolar) y el recreativo.
La percepción del estrés que puede sentir un niño en una gran medida viene dada por la importancia que el entrenador (y también otras personas allegadas) otorga al resultado de la competición: cuanto más se fija el entrenador en ganar o perder, más evaluativa resulta la situación y más estresante para los niños, resultando ser una de las incidencias en la continuidad o abandono deportivo. El niño no posee un criterio claro de su propia competencia ni significado de la derrota y de la victoria, por lo que los comentarios y actitudes de entrenador, padres y espectadores se convierten en el criterio principal mediante el cual el niño evalúa su competencia. Si el niño gana le resulta una experiencia agradable, si pierde no es gratificante, por lo que la actitud del entrenador debe restar importancia al resultado del encuentro como criterio de éxito o fracaso, siendo preferible enfatizar si se ha jugado bien o no en relación con nuestro nivel. Cabe decir que no todos los niños experimentan igual el estrés competitivo, algunos disfrutan con él y una situación percibida como negativa para uno puede servir para estimular a otro. Lo que sí es seguro es que si no actuamos sobre la sensación de estrés, ésta por naturaleza y por comparación social real (con el deporte espectáculo de alto rendimiento) se volcará como criterio hacia los objetivos de resultado y no hacia los objetivos de ejecución. Ni el fracaso es sinónimo de derrota, ni el éxito es sinónimo de victoria, sino que el éxito es esforzarse al máximo por conseguir la victoria.
Queda así claro que la competición puede ser un arma de doble filo: es necesario promover el espíritu competitivo para conseguir jugadores ganadores y agresivos (competitivos), tiene beneficios psicológicos, sociales y fisiológicos (implican a menudo motivación, suponen interacción social, se aprende a afrontar el estrés, tolerar la frustración, infundir el juego limpio, etc.) pero hemos visto los perjuicios de una incorrecta orientación de los objetivos respecto a la competición (preocupación por los resultados a corto plazo en iniciación, aumento del estrés, etc.); así pues, las competiciones deportivas pueden constituir una experiencia positiva o negativa, dependiendo en gran medida de los objetivos, exigencias y expectativas con que se realice la práctica.
Otros aspectos que inciden en la motivación, especialmente en los deportes de cooperación/oposición (W. Halliwell, 1994) son: el respeto por el entrenador y entre jugadores, el hacer que todos los jugadores se sientan importantes para el equipo, disfrutar con el juego (entrenamientos y competición), además de haber otros muchos elementos que inciden en el proceso de aprendizaje que comentaremos en el siguiente apartado. Si partimos de una orientación lúdica, abierta, voluntaria, integradora, etc. la práctica física y deportiva debe ser una motivación intrínseca en sí misma y no transformarse en una motivación extrínseca en busca del éxito, la comparación, el rendimiento, la victoria, etc. apropiadas del ámbito competitivo, transformándose en una actividad selectiva, discriminatoria hacia los menos hábiles.
APORTACIÓN A LA ACTUACIÓN DE LOS TÉCNICOS
El primer fundamento importante es ser consciente de que las conductas de entrenadores y padres sirven de modelo para los jugadores, lo cual supone que además de nuestra actuación en entrenamientos, encuentros, etc. existe una relación extra-deportiva que también influye en la preparación y formación del deportista, y podemos identificar desde el optimismo, entusiasmo, hasta los hábitos de vida, el lenguaje utilizado, etc.
Intentando ser lo más práctico y a la vez conciso posible, enumero a continuación una serie de recomendaciones prácticas para los entrenadores extraídas en su mayoría de Jaume Cruz (1993, 1994)1:
• Es importante desarrollar la motivación intrínseca por el entrenamiento, valorando la capacidad del deportista y haciendo sentir importantes a los jugadores dentro del equipo.
• Ante los aciertos de los jugadores, se debe utilizar generosamente el reforzamiento (en su medida, ello no supone ser meramente un animador o no ser exigente), recompensando tanto los resultados como, sobre todo, los esfuerzos, tanto de tipo individual como colectivo. Se debe premiar la creatividad y la toma de responsabilidades y riesgos, siempre que cumplan el objetivo o sean decisiones correctamente tomadas; no debemos exigir modelos de ejecución rígidos. Debemos conseguir un clima comunicativo en el que los jugadores también se animen entre sí.
• Ante los errores, se puede animar si el deportista sabe cómo conseguirlo, y sobre todo dar las instrucciones técnicas correctivas de forma positiva. No acostumbra a surtir efecto castigar cuando las cosas van mal o no salen, ni se deben dar las correcciones de forma punitiva u hostil. Debe castigarse la jugada, no al jugador, buscando que no exista diferencia de trato entre jugadores. Las correcciones deben realizarse inmediatamente después de la acción incorrecta.
• Respecto a las informaciones del entrenador, debe intentar ser claro y conciso en sus explicaciones antes de la situación de práctica enfatizando aquellos aspectos más importantes sobre los que centrar la atención durante la ejecución; durante ésta se puede animar de forma breve para no interferir en los procesos cognitivos del sujeto (ya que el tratamiento de la verbalización exige procesos atencionales selectivos), realizando las correcciones o nuevas verbalizaciones una vez finalizada la práctica. Debe exigirse la máxima concentración durante los entrenamientos.
• Puede ser muy importante establecer, a principio de la temporada, una serie de condiciones y normas de equipo, más o menos consensuadas entre todos que nos ayuden a establecer una serie de expectativas para la temporada, lograr un mejor clima de equipo al delimitar las relaciones entre ellos y de cada uno con el entrenador; además, se pueden incluir aspectos cotidianos (asistencia, puntualidad, hábitos de tabaco y alcohol, etc.) pudiendo decidir también los castigos a aplicar en caso de transgresión de las normas (que al haberse decidido “democráticamente” será más fácil de sancionar). Es positivo que los jugadores tomen decisiones en algunos temas concernientes al equipo.
• Sobre todo en iniciación es importante que todo el equipo juegue en los partidos, y que el entrenador refleje allí la actitud y sacrificio en entrenamientos, comportamiento; además, deben hacerse efectivos algunos de los castigos restando minutos de juego, etc.
• No exigir más de lo que el jugador puede dar; adaptando las actividades a los jugadores, no a la inversa, animando los esfuerzos y el progreso, no sólo exigiendo resultados. Se debe crear un clima de autoconfianza.
• Es importante que la actividad resulte grata para los jugadores, no siendo incompatible con la exigencia y el esfuerzo.
Es interesante implantar un programa de establecimiento de objetivos que pueden ser tanto a corto como a largo plazo, diferenciando unos objetivos deportivos (técnico, táctico, mejora de la condición física, etc.), y otros objetivos educativos (hábitos y actitudes, como son los aspectos higiénicos,