Скачать книгу

una orientación hacia un tipo de modalidad deportiva determinada, pero el enfoque puede ser muy variado: podemos orientarlo hacia la participación del máximo número de inscritos, o de forma más cerrada hacia la competición escolar y posterior perfeccionamiento de los integrantes del grupo en competiciones supraescolares (incluso federadas, aunque en este caso ya funcionaría bajo las finalidades del tercer contexto), siendo una tercera fórmula un modelo mixto en el que exista un equipo o selección que aglutine a los sujetos con mayor calidad de un número de grupos mayor. Este tipo de actividades no sólo pueden estar orientadas (modelo vertical o unidireccional) a un solo deporte (tenga una orientación más competitiva, formativa o recreativa) sino también a una combinación de actividades y/o deportes con el objetivo de complementar el poco volumen de tiempo que se tiene en la Educación Física escolar. Y debe tenerse en cuenta no sólo el aprendizaje técnico, sino el desarrollo de las distintas cualidades físicas adaptándonos al proceso madurativo de los sujetos (fases sensibles).

      Las actividades extraescolares deben educar el tiempo libre en actividades físicamente activas, mejorando la educación integral, desarrollando las capacidades (cognitivas, motrices, de equilibrio personal y relación social) y adquiriendo hábitos hacia la práctica regular.

      El deporte competitivo (para indicar de alguna forma la vertiente que se trabaja normalmente en los clubes, y algunos colegios con tradición) tiene objetivos competitivos a largo plazo mediante los cuales se desean conseguir buenos jugadores para sus equipos. Acostumbran a ser grupos selectivos, pueden quedar excluidos los poco hábiles, aunque en edades evolutivas no se debe olvidar la importancia de la multidisciplinaridad y la enseñanza polideportiva como base de la futura especialización. Sus objetivos en un inicio no tienen por qué ser de tipo competitivo únicamente, aunque con el tiempo las actividades sí se dirigen hacia un objetivo básico como es la enseñanza y el perfeccionamiento técnico y táctico. Habitualmente los clubes deportivos de este tipo trabajan con edades a partir de las que ya se puede ir especializando a los jóvenes hacia una modalidad deportiva determinada.

      Otra estructura posible es la participación en escuelas deportivas (municipal o escolar), que puede tener diversos objetivos incluidos en los ya citados; algunos pueden pretender la mayor participación infantil, y otros el trabajar con una amplia base de sujetos para seleccionar a los más hábiles.

      De todas formas se detectan dos tipos de objetivos principalmente: los enfocados desde el punto de vista lúdico (participativo, no excluyente, etc.) y el competitivo; en edades tempranas todos los niños deberían pasar por el primero aunque ambos se pueden compatibilizar. Aunque en ambos, en edades tempranas, debemos plantearnos críticamente la importancia que debe tener el gesto técnico como centro del aprendizaje.

      Mediatizado por el tiempo disponible, el tipo de sujetos y la filosofía propia en cualquier tipo de orientación deportiva, el director de la actividad (monitor, profesor, etc.) debe preguntarse qué le interesa realmente del alumno:

       – que descubra por sí solo

       – que descubra orientado por nosotros

       – que adquiera un modelo de ejecución adecuado

      Esto nos condicionará en gran medida el tipo de metodología a realizar: actividad exploratoria, actividad guiada o actividad conducida, modelos que desarrollaremos en un apartado posterior. Cuanto más instructivo es un aprendizaje, menos motivante resulta aunque se pueden lograr resultados más “visibles” en menor tiempo (al menos inicialmente), aunque las últimas tendencias, según un amplio número de autores, apuntan a que es preferible, sobre todo en iniciación, estilos pedagógicos menos directivos para conseguir aprendizajes más significativos a medio y largo plazo.

      El proceso de iniciación, aunque condicionado por los aspectos contextuales citados, debe partir de objetivos muy semejantes en una etapa primaria, sea cual sea el ámbito de aplicación, y en nuestro caso significa una iniciación común y polideportiva, donde la ejecución tenga poca importancia respecto a la exploración de las interacciones que se dan en los juegos deportivos y la intencionalidad de las acciones de cada sujeto. Las diferencias se observarán cada vez más a medida que nos acerquemos a una etapa en la que el niño debe ir orientando su actividad hacia un deporte concreto una vez superada esta primera e importante etapa. Si a un niño, como a menudo se ha venido haciendo hasta no hace mucho tiempo, se le encasilla directamente en una especialidad deportiva concreta, no sólo no permitimos que pueda conocer otras prácticas en las que a lo mejor se sentiría más apto, sino que si sólo desarrollamos la motricidad específica de ese deporte estamos limitando enormemente sus posibilidades motrices en una etapa en la que la experiencia motriz abierta es fundamental para su desarrollo.

      C A P Í T U L O 2

       LA CLASIFICACIÓN DE LAS ACCIONES DE JUEGO. CONCLUSIONES PARA LA PROGRAMACIÓN

      Los conceptos técnica y táctica han sido tradicionalmente utilizados para clasificar las acciones de juego, y además como fundamento para la progresión lógica de enseñanza-aprendizaje de dichas acciones; éste ha sido uno de los grandes errores: considerar el gesto independizado del acto táctico, como el primer núcleo de enseñanza el cual, una vez dominado, se ponía al servicio del juego de conjunto (táctica) en situaciones más o menos reales. De esta forma se clasifican todas las acciones de juego dentro de los grupos siguientes: Técnica/Táctica, Individual/Colectiva fina, Defensa/Ataque.

      Esta clasificación, aceptada habitualmente por todos los deportes, puede considerarse válida como sistematización de unas acciones, pero no corresponde a la progresión metodológica más adecuada, ya que cada uno de los tres grupos no puede considerarse linealmente, ni puede tratarse de forma separada en su aprendizaje.

      Otros autores amplían el segundo grupo (Morino, C.),1 con bastante acierto, diferenciando las acciones individuales (donde participa un solo jugador), acciones de grupo (dos o más jugadores) y acciones de equipo (en las que interviene la totalidad del equipo).

      La técnica «nunca puede ser considerada por sí misma como el fundamento primero de juego, sino como un elemento más que interviene en el mismo» (Hernández Moreno, J.; 1988) y, por lo tanto, no se puede plantear un modelo de enseñanza basado en una fase inicial de mecanización técnica para que en una fase subsiguiente se realice su aplicación en el juego real, ya que en una edad evolutiva temprana, si el esquema corporal del niño no está suficientemente desarrollado, no se puede conseguir un aprendizaje eficiente de gestos técnicos específicos complejos.2 Ello supone un planteamiento inadecuado para el niño, con objetivos erróneos de partida, donde sólo se tiene en cuenta lo que se debe enseñar y no quién aprende.

      Los deportes de cooperación-oposición, a diferencia de los individuales, tienen unas particularidades propias que parten de una peculiaridad perceptiva de su entorno (adaptación del sujeto al balón, compañeros, adversarios, espacio de juego, objetivo, etc.), lo cual condiciona enormemente el procesamiento de la información de todos los estímulos que intervienen. Welford y Marteniuk (en Sánchez Bañuelos, 1984) explican este proceso en base a tres mecanismos participantes en el acto motor:

       Esquema del modelo de ejecución motriz de Marteniuk. En Sánchez Bañuelos (1984), pág. 55.

      En los deportes individuales el nivel perceptivo es muy bajo, normalmente el entorno es estable y los estímulos a atender son pocos; el nivel decisional también es bajo, la respuesta motora a ejecutar suele ser única (sea más o menos compleja) y en algunos casos además no existe premura de tiempo para ejecutarla, o se ejecuta ante un estímulo concreto y conocido. Ello supone que la ejecución es el principal mecanismo a entrenar y a perfeccionar y

Скачать книгу