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a mi madre, si ella me llamaba a su habitación por algo o me mandaba a buscar su collar en el vestidor, digamos, y años más tarde, mucho después de que ella volvió a casarse y tuvo otra hija y yo no solamente tenía otra casa y otra zona horaria en las que vivir, sino también una cama nueva, y seguía haciendo eso, ella de repente dijo: ‘¿Qué tienes, estás loca?... es solo una foto, una foto hermosa, está ahí para nuestro placer, tu queridísima hermana, mi dulce tesoro, supéralo ya, al menos ese aspecto’, y juro que puso la foto contra, o solamente delante de mi cara... debe haber sido delante o tal vez incluso a treinta o cincuenta centímetros, pero encarándome cara a cara, y después de eso pude mirarla incluso menos, y tal vez ni siquiera ahora podría mirar esa en particular... pero sus provisiones de cocina, utensilios, sabes, porque trabajó en restaurantes y puede haber tenido algunos muy robustos, profesionales, ¿algo de eso?”, “Eh, ¿qué vendría a ser?”, “Cuchillos de trinchar, cucharones, tablas de picar, grandes sartenes y ollas, cosas de cocina, ¿algo de eso, ahí, en su casa?”, “Un par de cuchillos de untar y tenedores y cucharas, una de sopa y una de té, y una espátula de plástico, cuchillo para el pan, tamiz... ese ¿cómo se llama?”, “¿Colador, escurridor?”, “... con un agujero involuntario así que no muy útil, y poco más... palo de amasar, quién sabe para qué, porque no hay fuentes de horno ni budineras”, “Tal vez para espantar a los asaltantes”, “Creo que para eso tenía un bate, escondido debajo de su cama... oh, aquí hay un cuchillo de pelar, lo veo, y un pisapapas, y realmente eso es todo, abrelatas, destapador, sacacorchos, trastos sin valor realmente, no vale la pena gastar en envío, por barato que sea UPS, y lo mismo con la vajilla, servicio para dos o uno, y un par de jarras de cerveza supongo que para todo, desde cerveza hasta café pasando por agua y té, ya que no hay, si puedes creerme, pocillos ni tazones de café”, “Tal vez el cuchillo de trinchar, bien envuelto para que no corte el embalaje... tengo el presentimiento de que es bueno”, “¿Quién dijo algo de un cuchillo de trinchar?... de pelar, de untar, para pan, más el portátil con pincitas y escarbadientes de su llavero”, “¿Afiches, pinturas, fotos artísticas en la pared o en alguna parte?”, “Solo cosas de revistas, quiero decir cosas que provienen de revistas, y posiblemente catálogos de arte, reproducciones de pinturas o cosas a lápiz y tinta de algún museo o exposición, según parece, pero de colores brillantes en buen papel, así que se ven bastante reales, no menos de cincuenta de esas, pegadas o clavadas en las paredes por todo el lugar”, “¿Pero estás segura de que ninguna es real?”, “Picasso, Chagall, Matisse, Orozco, Tintoretto, Signorelli, Queso Parmesano o algún nombre italiano por el estilo, como ese del angelito y su amiguita... la mayoría de los pintores hasta yo los reconozco... tu padre tenía toda una colección, deben valer varios millones”, “Gracias entonces, Jane, me parece que ya abarcamos todo... envía lo que acordamos por UPS y cualquier cosita de último momento que te parezca que hay que agregar, y también una nota diciendo cuántas horas te llevó, pero me ahorraste un montón de gastos y de trabajo, además de sacarme un gran peso de la mente”, “¿A qué te refieres?”, “Simplemente saber que nada que valiera algo, emocional o monetariamente o lo que fuera, fue a parar a la basura o donado o dejado para que el propietario anduviera hurgando”, “Oh”.

      Durante semanas sueña casi noche por medio cosas relacionadas con su padre... en uno de los sueños él dice: “Sálvame, me estoy ahogando en la mugre”, en otro la saluda con un apretón de manos formal, cuando ella le tendía los brazos para abrazarlo y besarlo, le pide que ahueque las manos, ella lo hace y él con una cuchara le vierte una pirámide de tierra en cada palma, y dice: “¿Una vez más?”, en otro recibe un telegrama que dice así: “Mi queridísima hija, estoy completamente en pedazos y descerebrado sin motivo, ¿hay alguna rima por no decir una estación por la cual tú no estés también desconsolada?, mis más profundos respetos a esas autoridades allá arriba que podrían ser capaces de hacer algo para enderezar esto, tu papote que te quiere, Nat”, en otra él es un chico de unos siete años sentado sobre su falda y se supone que ella es su madre, piensa en el sueño: “¿Pero cómo es posible?, ya que él es eso y yo soy suya”, cuando él dice: “Mamá gramática, divididos somos rengos, juntos contaminamos, ¿conoces ese estacazo histérico?... ¿quién lo dijo segundo?, ah, nunca pude enseñarte nada”, y se sumerge en un hoyo en el sofá y desaparece, en otro aparece en la distancia montado a caballo, grita: “Arre, mi Margo, arre”, y se acerca al galope revoleando una espada sobre su propia cabeza, se detiene bajo la ventana del dormitorio de ella sin dejar de gritar arre arre, su marido se revuelve en la cama en el sueño y dice mientras duerme: “Largo, atención a la roña, preciso lombrices, dales las cruces, tamiza lesiones”, ella dice: “Glendon, despierta, arriba, tenemos que empezar a hacer algún sentido”, y a su padre desde la cama: “Papi, escóndete, ahora, agáchate”, y su padre dice desde abajo, todavía sentado sobre el caballo pero con la espada envainada: “Queridísima Julie, quiero decir queridísima Margo, estoy tan solitario, separado, tírame una cuerda, quiero trepar y reunirme contigo”, la misma noche en otro sueño él está de pie hablando con ella cordialmente, parece una inauguración de arte en una galería, y luego un cóctel en la casa de ella, él parece ser un amigo de una pareja a la que ella invitó, y hace tintinear su copa con la suya y dice: “Así que... ¿cómo es el clima por allá?”, “¿Así de alta soy para ti?”, “Hablo del clima real, señorita: neblinas, tornados, tormentas eléctricas”, “Discúlpeme, pero... ¿quién lo trajo, los Kahn, los Kane?”, “Yo sigo refiriéndome al clima, damita, al clima”, “¿El clima?, ¿dónde?, los dos estamos en el mismo lugar y somos consanguíneos, padre, aquí adentro”, “Ardua, terrestre, cementalmente, es tan oscuro como una persona puede ver, aunque te amo hasta decir basta, bastamente, quiero decir, bestialmente”, y de pronto se convierte en una rata, del mismo color y tamaño que las ratas pero con la cara de su padre, y salta sobre su pecho y comienza a rasguñarle los ojos y ella se lo sacude de encima y corre fuera de la casa, y su marido en pijama –cuando en su sueño ella piensa: “Qué curioso, siempre duerme desnudo”– grita desde la ventana del dormitorio: “Regresa, está trepando por la parra, te dije que deberíamos cortarla, ahora va a entrar por la ventana, no me dejes ser una mota solitaria con él, todavía tiene todos sus dientes y la rata puede morder”, en otro su padre es un mosquito que zumba alrededor de su cabeza y ella dice: “Apártate, apártate ya... de acuerdo, no digas que no te lo advertí, porque puedo ser asesinamente alérgica a los bichos, y tener ataques como jamás has visto”, y trata de aplastarlo entre las manos pero no deja de fallar, luego no lo ve ni lo oye, y cuando está mirando alrededor y tratando de escuchar su vuelo, aterriza en su brazo, ella lo mira enterrar su probóscide, “Espera hasta que extraiga sangre”, piensa, “aun cuando haya un poco de dolor valdrá la pena”, cuenta hasta seis, susurra: “Tiempo”, y da un golpe seco, y levanta la mano para ver lo que piensa que será su cadáver aplastado, sanguinolento incluso si es un macho, pero no hay nada y ella aúlla: “Malditos pozos de aire, malditos si están ahí, malditos si no están, pero aun así podría haberle arrebatado una punta si acaso no aplastarlo, y está muerto o agoniza en el suelo y todo lo que tengo que hacer es pararme sobre él”, cuando empieza a zumbar alrededor de su cabeza y ella dice: “Puedo aguantarlo, no me molestas así que no vayas a creer que lo haces, puedo aguantar mucho más que eso de modo que vas a tener que dar tu mordida de serpiente y luego largarte a zumbar por tu cuenta, porque no voy a desperdiciar otro gesto de mi mano en ti”, en otro ella está durmiendo sola y él abre la puerta del dormitorio, empujándola con su cabeza, y se arrastra por la habitación hasta ella y le dice al oído: “Te extraño, extraño a tu hermanita de la manera más persistente por no hablar de ti, lo que se seca no es un grito, lo que se desdeña no es sueño, puedo inventármelos mucho después de que estés lo bastante harta de ellos y de mí, frita, seca, comprendes, así que produce más significado a partir de mí, mi dulce, suéltame, déjame ya, Margo”, y ella dice en su sueño medio dormida: “Pero eres tú, maldita sea, tú, yo hice todo lo mejor que pude, lloré, me sequé, así que ya, no volé, pero eso ya fue y se acabó así que ahora déjame dormir”, y se le cierran los ojos y en sus sueños sueña con mariposas y abejas que revolotean, y un jardín de flores con un ciervo que se come las arvejas dulces, y unos cien más atrás un viejo granero, con varios agujeros grandes en el techo y sin puertas, y una calesa en el cubículo de una vaca que se ve a través de la abertura, y nada más alrededor salvo pastura con la hierba alta que el viento agita, y ella piensa:

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