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puede decir muy poco sobre la teoría de los pensamientos no-lingüísticos que acompañan al ver-como.

      Dummett es consciente de la amenaza hacia la tesis de prioridad planteada por el ver-como y el conjunto de actividades inteligentes no-lingüísticas que lo rodea. Y su reacción a esa amenaza consiste en relegar los pensamientos nacientes no lingüísticos a la categoría de proto-pensamientos, salvaguardando de este modo a la tesis de la prioridad a costa de restringir su rango de aplicación a pensamientos de pleno derecho. Él justifica su estrategia de intervención en apoyo a la tesis de la prioridad argumentando que:

      El proto-pensamiento se distingue del pensamiento pleno, como en los que se involucran los seres humanos para quienes el lenguaje es su vehículo, debido a su incapacidad para separarse de actividades y circunstancias presentes. (Dummett, 1993: p. 187 de este volumen).

      Lo que Dummett quiere decir aquí es que, si, por ejemplo, representas en la notación habitual un problema de ajedrez que aparece en tu tablero de ajedrez, puedes “llevar el problema contigo” donde quieras y trabajar en él, independientemente de la presencia física del tablero de ajedrez y las piezas de ajedrez reales que lo ejemplifican. Puedes comentarles sobre ello a otras personas por e-mail, por teléfono, etc. sin reproducir la “actividad presente y las circunstancias” relacionadas con ella. Por otra parte, los proto-pensamientos de un animal carente de lenguaje (o de un humano) no se encuentran, por así decir, en un “formato portátil”. Son parte integrante de la “actividad presente y las circunstancias”.

      Pero, incluso concediendo todo lo que Dummett quiere decir acerca de los proto-pensamientos –que no son separables de la actividad presente y las circunstancias, involucran el uso de proto-conceptos y que, quizás, expresen cierto contenido no-conceptual, etc.–, creemos que su desafío respecto de la tesis de la prioridad no ha disminuido, porque de todos modos son pensamientos, y una teoría del lenguaje no puede proporcionar información útil sobre su estructura, etc. Además, una vez que el lenguaje esté fuera de explicación, solo será la psicología experimental –junto, tal vez, al apoyo colaborativo de las ciencias cognitivas– aquello que pueda arrojar algo de luz sobre el ver-como y otros fenómenos conectados relevantes para nuestra presente discusión. Y esto implicaría, por supuesto, que debemos aceptar en nuestra discusión sobre cómo producir una teoría sobre el pensamiento no solo a las ciencias empíricas sino también a su molesta contraparte filosófica: el naturalismo.

      Ahora bien, para darle un cierre a este prólogo, es nuestro más sincero anhelo que nuestro esfuerzo pueda ayudar al lector interesado a apreciar el intento de Dummett por aclarar algunas de las características principales de la escuela de pensamiento con la que él ha contribuido a lo largo de su vida. La tarea que Dummett se propuso en su libro es muy difícil, porque presupone la habilidad de analizar críticamente su propio modo de hacer filosofía. Sin embargo, a pesar de ello logró producir una descripción magistral de la filosofía analítica que es, como de costumbre, profunda y estimulante. Como ya hemos comentado, la rectitud del enfoque de Dummett está presente desde el principio en el mismísimo título de su trabajo, donde explícitamente advierte al lector contra cualquier expectativa de completitud que se encuentre en él.

      ¿Estamos de acuerdo con todo lo que Dummett plantea en su libro? No, no lo estamos. Pero, al mismo tiempo, creemos con firmeza que Orígenes de la filosofía analítica demostrará ser una lectura invaluable para todos aquellos que estén interesados en obtener una poderosa vista de águila sobre una de las escuelas de filosofía más importantes del siglo XX.

      Gianluigi Oliveri

      Universidad de Palermo, Italia

      Centro Interdepartamental para las Tecnologías del Conocimiento

      Academia Nacional de Ciencias, Letras y Artes de Palermo

       [email protected]

      3 de abril de 2020

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      8 Para Frege, además del tercer reino, existen otros dos ámbitos de la realidad: el primer reino, el reino de los objetos concretos, y el segundo reino, cuyos elementos son representaciones, es decir, imágenes

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