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metafísica platonista en la filosofía del lenguaje/pensamiento, pero termina desarrollando una visión sobre cómo asegurar la objetividad y la comunicabilidad de los pensamientos que difiere de la de Wittgenstein y la de Quine. Para observarlo, consideremos que para Dummett:

      Si el acercamiento a la filosofía del pensamiento a través de la filosofía del lenguaje ha de servir el propósito de salvaguardar la objetividad del pensamiento sin una mitología platónica, el lenguaje debe ser concebido como una institución social, como la posesión común de los miembros de una comunidad (Dummett, 1993: p. 213 de este volumen).

      En efecto, si por un lado creemos, con el Wittgenstein tardío –para quien en la mayoría de los casos, el significado es el uso– que el significado de una expresión E perteneciente al lenguaje ordinario se fija mediante el uso público que un miembro competente de la comunidad hace de E; y si, además, también compartimos su creencia de que aprender cómo usar E es el resultado de una instrucción basada en una práctica pública, observable, de hablantes competentes (la instrucción puede incluir reacciones positivas o negativas); entonces, se sigue que no es necesario apelar a entidades abstractas o a pensamientos que son inaccesibles para otros hablantes, para considerar la objetividad del significado de las expresiones pertenecientes al lenguaje ordinario.

      Un segundo punto en el que Wittgenstein y Dummett no están de acuerdo es que, mientras parece que, para Wittgenstein, el dominio de un lenguaje consiste en la posesión de habilidades prácticas, para Dummett, en cambio, implica mucho más que eso.

      Pero, ahora bien, independientemente del gran interés en la discusión de Dummett sobre la relación entre el lenguaje y el pensamiento, nos parece que un problema importante ha permanecido irresuelto. Se trata de un problema que tiene que ver con algo que tratamos en §5: el fenómeno conocido como ver-como.

      7. Proto-pensamientos y naturalismo filosófico

      El conductor de automóvil que toma la decisión de detenerse cuando se muestra el rojo en lo que ve como un semáforo, acompañado por otras cosas que ve como peatones que cruzan la calle, etc., mientras mantiene una acalorada conversación sobre el Brexit con los pasajeros en su auto está, ciertamente, ejercitando algunas de sus percepciones, atención, conocimiento y habilidad para juzgar. No obstante, esa actividad mental intensa, que corre en paralelo con la conversación política, no tiene lugar ciertamente en el lenguaje, debido a que “el medio lingüístico” del conductor ya está albergando consideraciones, pensamientos, etc. relacionados con otros asuntos. Podemos fácilmente conjeturar que los pensamientos sobre conducir un auto, etc. se realizan en el medio no-lingüístico del conductor que consiste en una serie de representaciones multimedia –imágenes, sonidos, aromas, etc.– que provienen del medio ambiente, y que se relacionan el uno con el otro de un modo racional, pero no-lingüístico.

      Aunque las consideraciones que acabamos de hacer deberían llevarnos a abstenernos de atribuir demasiado rápidamente un comportamiento inteligente, no-lingüístico, a nuestro conductor de automóvil, nos parece que, en primer lugar, es innegable que algunos animales sin lenguaje se involucran en ver-como, junto con los pensamientos correlativos, etc., y, en segundo lugar, que lo único que muestra la asimetría anterior es que el entrenamiento lingüístico puede condicionar el comportamiento inteligente que tiene lugar en un medio que difiere del lenguaje.

      Con respecto al segundo punto anterior, un fenómeno similar al descrito ocurre cuando escribimos un programa de computadora. Para ver esto, considérese que el programa de ajedrez, que pertenece a un medio de agentes cognoscitivos conscientes (un medio hecho, entre otras cosas, de significados, razones, fines y emociones), afecta a esa máquina universal concreta de Turing que llamamos “computadora”, de tal manera que su “circuitería”, que habita en un medio totalmente gobernado por las leyes de la física, es capaz de implementar operaciones lógicas hasta el punto de jugar al ajedrez a niveles extremadamente altos.

      En esta etapa de la discusión nos parece que, si lo que hemos estado discutiendo hasta ahora es correcto, la tesis de la prioridad no puede ser correcta.

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