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de verdad. Pero aquí no entraré directamente en esta discusión. Como corolario de que estas réplicas se acepten se diluyen los motivos expuestos para el rechazo de la tesis (4). Las réplicas se apoyaron en la tesis (5), veamos entonces por qué Klimovsky la rechazó.

      La primera crítica planteada a (5) supone que, dado el lenguaje que tenemos y en el que formulamos dicha tesis, podemos también pensar (no sólo decir haber pensado), en ese lenguaje, que puede haber una estructura lingüística que no determine totalmente la estructura del mundo. Pero la tesis (5) pretenderá aplicarse a los conceptos de lenguaje y de mundo que podemos tener cuando tenemos el lenguaje que nos permite formular la tesis (5). Y esos conceptos, sostendrá el defensor, están caracterizados por la tesis (5). De modo que, contra las apariencias, no podemos pensar un lenguaje que la contradiga.

      En este punto podemos considerar que la discusión entró en situación incierta. Si la refutación de (2), buscada por Klimovsky, todavía no se consumó, por lo menos se elevó la posibilidad de un concepto diferente de lenguaje y significado (un concepto semántico) que, por otra parte, parece más afín con el sentido común de los hablantes, tanto en momentos ordinarios como en momentos científicos. Es hora, pues, de considerar la premisa (1), que se presenta como un motivo independiente para sostener (2).

      Klimovsky también criticó esa premisa “internalista” entendida como:

      [la] tesis según la cual nosotros estamos dentro de estructuras, y por consiguiente dentro de las estructuras podemos hablar acerca de lo que está formando parte de esa estructura, de los elementos de esa estructura. Pero no podemos hablar sobre la estructura misma y la forma porque eso implicaría, de alguna manera, salirse fuera de la estructura (Klimovsky, 1982: p. 83).

      Resuena aquí una conocida observación contra la verdad como correspondencia. Podemos identificar independientemente a Jantipa y a Sócrates y luego decir que ella está junto a él. También a las expresiones ‘Jantipa’ y ‘es griega’ y luego decir que están juntas. Pero no podemos identificar inequívocamente el hecho de que Jantipa es griega sin emplear la oración ‘Jantipa es griega’. Por ende, no podemos contemplar “desde fuera” de las oraciones los hechos independientes de las oraciones que pretendemos las verifican. Otro conocido ejemplo está en el Tractatus. Según el cual, Klimovsky señala:

      Hay fatalmente proposiciones que son verdaderas desde un punto de vista externo al lenguaje, pero, aún siendo ciertas, el lenguaje no llegaría a poder demostrarlas como verdaderas, verificarlas (Klimovsky, 1982: p. 86).

      Pero, siguiendo a Russell, podemos pensar en una jerarquía de lenguajes,

      […] el metalenguaje sí podría hablar acerca de las relaciones que hay entre lenguaje-objeto y mundo, y en particular del isomorfismo y de las reglas semánticas […] y si alguien quiere repetir el argumento de Wittgenstein para el metalenguaje, me voy al meta-metalenguaje así sucesivamente (Klimovsky, 1982: p. 85).

      La consecuencia del argumento de Wittgenstein y de los teoremas de limitación no es entonces, como sugiere la tesis (1), la “inefabilidad” de la semántica:

      […] ningún lenguaje, ningún metalenguaje es totalmente exhaustivo, no obstante lo cual, cualquier estructura, cualquier relación y cualquier correspondencia podría sin embargo ser pasible de ser descripta por un lenguaje de la jerarquía (Klimovsky, 1982: pp. 85-86).

      Una cosa es afirmar que hay problemas de los cuales no se podrá hablar nunca, y otra es reconocer que no hay lenguaje que plantee y solucione todos los problemas pero que todos los problemas son atacables desde algún lenguaje (Klimovsky, 1982: p. 86).

      Según esto, dada cualquier expresión E1, es posible dar su significado

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