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Como para concluir: "el libro no le hace honor a lo ‘prometido’ por su autor"; o bien: "sí, ha cumplido". O… "ha cumplido parcialmente". Este riesgo evaluativo, mayúsculo, lo asumo con la mejor de las disposiciones. Es que, así como existe el "derecho de autor", podemos enfatizar aquí que existe el "derecho del lector".

      El lector podrá preguntarse, también, acerca de los méritos que se requieren para escribir un libro de esta envergadura; la inquietud es de la mayor importancia. Sin embargo, no soy yo el indicado para responder a esto.

      Lo que sí puedo aseverar es que, en estricto rigor, no existe una condición que garantice que un autor hará bien un trabajo como este.

      Dicho lo anterior, solo quisiera intentar una argumentación en mi favor. Por supuesto, el escribir un libro como este requiere de esfuerzo, seriedad, información amplia, creatividad, experiencia clínica y mil otros requisitos… los cuales puedo cumplir en mayor medida o menos. Sin embargo, entre las condiciones requeridas para escribir este libro hay una que, a mi juicio, resulta esencial. Una condición con respecto a la cual creo poseer "alguna" ventaja comparativa... estoy ingresando al territorio de las actitudes.

      Se trata de un territorio que integra cogniciones y afectos. En estas latitudes, mi argumentación pasa a cursar así: "El autor de este libro reúne un requisito importante para escribirlo; y es el que ha procurado construir – en sí mismo – una actitud en la cual, decididamente, el conocimiento válido – venga de donde venga – está primero".

      Reclamo para mí esta "ventaja comparativa". Porque, a través de gran parte de mi trayectoria profesional, he venido cultivando una actitud de apertura amplia y completa… en busca del conocimiento. Una actitud que me permita acceder al conocimiento válido, en todas sus dimensiones, esté donde esté, me "convenga" o no, lo haya propuesto este o aquel… Purificando – en la línea de las reducciones "eidéticas" y "fenomenológicas" – he procurado, con una motivación muy profunda, el colocar al conocimiento válido como mi "punto omega": prioritario, en todo mi quehacer profesional.

      Se trata, en mi opinión, de la condición más necesaria de todas... Se trata, en un sentido de fondo, de una condición absolutamente necesaria para escribir este libro. Necesaria, pero ni remotamente suficiente. Sin un intento serio por ubicar al conocimiento válido en primera prioridad, simplemente no podría escribir este libro. Sin embargo, el cumplir con este requisito no "garantiza" – en modo alguno – la calidad del libro.

      El priorizar el conocimiento válido nos conduce a la temática del "desde donde" observar. La idea es que logremos ubicarnos, en un punto que, nos permita observar la totalidad de la dinámica psicológica. Y, desde ese punto, mirar sin sesgos en todas las direcciones.

      Sin embargo, el tan solo "mirar" no basta. Porque mirar es distinto de ver, especialmente en nuestros territorios psicoterapéuticos. Al respecto, resulta esencial el que seamos capaces de rechazar, como no válido, aquello que "nos agrada" pero que no califica a la hora del conocimiento. Y que seamos capaces de aceptar como válido, aquello que "no nos agrada", pero que sí califica a la hora del conocimiento.

      En el que prioricemos el conocimiento válido, y en el que logremos observar con la amplia óptica explicitada, reside en una gran medida el mérito como para escribir este libro.

      Lo anterior involucra, desde luego, mirar hacia los 360 grados de la dinámica psicológica. Mirar… y procurar ver. Dejando de lado, en la medida de lo posible, prejuicios, afinidades, simpatías, amistades, y/o conveniencias… "nacionales" y personales. Desde esta actitud básica, el conocimiento válido lo es por sus propios méritos; y pasa a ser realmente lo primero. Eso es lo que he procurado hacer por mucho tiempo.

      A la hora de las prioridades, y a continuación del conocimiento, se ubican los pacientes. Los cuales, sin duda, pasarían a ser los primeros beneficiados… si logramos ir accediendo crecientemente a conocimientos válidos.

      Y, si bien todos los psicoterapeutas dirán que asumen que el conocimiento es lo primero, en los hechos, muy pocos aplican aquello. En los hechos, son millares los psicoterapeutas que se dejan aprisionar "pasivamente" por sus deseos ("wishful thinking"); por sus creencias preestablecidas, traducidas en "sobre-compromisos" con sus respectivos enfoques ("allegiance effect"). Y son muchos los "aprisionados" por sus conveniencias personales. Todo lo cual deriva en miradas estrechas y reduccionistas, y/o en sesgos al autoservicio… y no al servicio del conocimiento.

      El presente libro, se inserta en el contexto de la evolución de la psicoterapia. Y, al respecto, una cosa es como ésta está evolucionando, y otra es cómo queremos que lo haga. En este sentido, pretendemos ser un aporte para que la psicoterapia evolucione de la mejor manera. Una vez más, pretender es distinto de lograr.

      En el libro, voy elaborando – en forma más actualizada, más completa y tal vez más "profunda" – cosas dichas por mí anteriormente. Y voy abordando, y proponiendo, muchas cosas nuevas… dichas aquí por primera vez.

      Para quienes lean con interés estas páginas vayan – desde ya – mis agradecimientos. Es uno de los mejores "regalos" que podría recibir.

      Dada la envergadura y el carácter integrativo de esta obra, decidí solicitar cuatro Prólogos diferentes. Para lo cual me dirigí a algunos de los psicoterapeutas más destacados del mundo; cada cual con una orientación algo diferente. Es así que los Prólogos de este libro han sido escritos por: el Dr. Jorge Gissi, destacado psicoterapeuta chileno, con una fuerte formación humanista-sistémica; el Dr. Edward Craighead, psicoterapeuta cognitivo-conductual de amplia y notable trayectoria; el Dr. John Norcross, uno de los psicoterapeutas más destacados del mundo en el ámbito de la psicoterapia basada en las evidencias; y el Dr. Paul Wachtel, con una fuerte formación psicodinámico-integrativa, autor de libros clásicos que han sido traducidos a los más diversos idiomas. Todos ellos aceptaron amablemente esta invitación. Y se han referido a esta obra – y también a mi persona – en términos que comprometen mi más profunda gratitud.

      Agradezco además a mis profesores, pacientes, alumnos, compañeros de ruta… por lo mucho que han contribuido a mi evolución. Agradezco especialmente a mis compañeros del Instituto Chileno de Psicoterapia Integrativa; el Instituto se ha venido haciendo "grande", probablemente por el enfoque, y con seguridad por el trabajo abnegado de sus integrantes. Vaya un agradecimiento tremendo para mis preciosos y apoyadores hijos: Roberto, Marcela, Cristián, Nicolás y Sebastián. Para el Nicolito regalón y para el lindo del Tatán… el agradecimiento es directo; por sus apoyos "logísticos" al libro, de máxima calidad. Pero cada uno de mis hijos – con su apoyo afectivo y con su lucidez intelectual – , de un modo u otro ha enriquecido estas páginas.

      Al finalizar esta introducción al libro, vaya también otro agradecimiento. ¿A la vida?... porque la vida me ha permitido – en lo profesional – ser aquello que hubiera querido ser: un psicoterapeuta. Para conocerme mejor, y para conocer mejor a los seres humanos. Para ayudarme, por esta vía, a intentar ser mejor. Y para procurar, a través de mi quehacer psicoterapéutico, ayudar a tantos que lo necesitan tanto.

      Al culminar este "pasaje de agradecimientos", vaya finalmente un ¡gracias! contundente, mayúsculo, pleno de significación existencial. Esta vez, para mi esposa, la psicóloga Verónica Bagladi Letelier. Sin sus aportes, la calidad de este libro sería mucho, pero mucho menor; y quien escribe estas líneas, sería mucho, pero mucho peor. En cada página, en cada segmento, en cada rincón de este libro, está mi Veritinita… con su apoyo afectivo, con su inteligencia, con sus consejos, con sus aportes informáticos, con los aportes derivados de su práctica clínica, con sus críticas "implacables", con su sapiencia, con su tremenda vocación profesional. En suma, con lo que puede aportar la mejor de las esposas, y una de las mejores psicólogas que he conocido. Al ser esto tan profundamente así, simplemente… no hay palabras.

      Suerte con la lectura y… un abrazo a todos,

      Roberto

B3

      1. PSICOTERAPIA INTEGRATIVA: UNA NECESIDAD

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