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ha equivocado bastante más que lo que ha acertado. Digo esto, no a partir de la hipercrítica o de la descalificación, sino a la luz de la mejor investigación existente hoy en día.

      Por otra parte, cuando las más variadas teorías y técnicas – de los diversos enfoques – conducen a resultados psicoterapéuticos muy parecidos, es porque lo "común" de los enfoques es lo que explica el resultado común. Cuando sistémicos, humanistas, cognitivistas, psicodinámicos, etc., llegan "casi" al mismo lugar – en términos de sus aportes a los pacientes – ese aporte común no lo explican ni la teoría sistémica, ni la humanista, ni la cognitiva, ni la psicodinámica, etc. El avance común lo explican los factores comunes. Lo constatable es que, en este contexto de resultados terapéuticos tan parecidos, los aportes específicos de cada enfoque pierden fuerza. En medio de este panorama, no parecieran ser demasiado relevantes ni las teorías específicas de cada enfoque, ni sus estrategias clínicas específicas.

      Lo que sí establecería diferencias entre los resultados de los enfoques, son algunas técnicas específicas desarrolladas por algunos enfoques.

      Adicionalmente, las teorías que se han venido generando, aportan en ciertos sentidos y perjudican en… muchos otros. Aportan, aquellas teorías que han logrado explicar bien algunos segmentos de la dinámica psicológica; aportan, cuando se las aplica a esos segmentos… en los cuales esas teorías funcionan. Perjudican, cuando esas mismas teorías son llevadas a explicarlo "todo", en circunstancias que son válidas solo para algunos segmentos. Es entonces cuando reducen y simplifican; y pasan a encauzar todo en una dirección estrecha. Es entonces, cuando esas teorías fuerzan las miradas, impidiendo que se perciban otros aportes valiosos. Y, puesto que prácticamente el 100% de las teorías existentes adolecen de estos defectos, las teorías han terminado por ser perjudiciales. Y, por ello, han venido cayendo en el desprestigio… incluso en el desuso.

      Y, en el ámbito de la "integración", las cosas no parecieran estar funcionando mejor.

      Es un hecho que la palabra integración "viste"; suena bien y resulta atractiva. Por lo cual, son muchos los psicoterapeutas que desean ser integrativos o se califican como integrativos. En los hechos, sin embargo, no queda en absoluto claro qué significa ser integrativo. Por lo pronto, dista de estar claro "lo" que se va a integrar. Es así como los criterios de selección, con respecto a lo que será integrado, tienden a ser pobres y muy disímiles. Por lo que, en la práctica, se ha venido "integrando"… casi cualquier cosa.

      Y las teorías "integrativas" no han estado muy a tono con su nombre. O "subintegran", o "mezclan" esto con esto otro, o "combinan", o "juntan", o bien "pescan de aquí" y "pescan de acá".… Como lo sintetiza magistralmente el "Master of the house" en Los Miserables: "Mix it in a mincer and pretend it’s Beef". Dicho esto mismo, en español y aplicado a nuestra temática: "Mezclemos esto, y esto, en una mezcladora… y hagamos creer que es integración".

      Por estos senderos, nos estamos encaminando a la gestación de cientos de teorías "integrativas", que mezclan muchas cosas… pero que integran pocas. Es así como "el mercado", se ha venido poblando de propuestas "integrativas" de toda índole. La mayoría de dudosa calidad; pero que cuentan con "consumidores" más que dispuestos a "comprar", y a aplaudir…

      Un problema que contribuye a explicar el panorama que estoy exponiendo, es que el pensamiento crítico y autocrítico – en nuestros territorios psicoterapéuticos – ha pasado a constituir una "rara avis".

      Es así que, en los territorios de la integración, se aplica aquello de "mucho ruido y pocas nueces". Es que hablar de integración – y atraer adeptos – es relativamente fácil; integrar realmente… no lo es tanto.

      Por supuesto, algunas de las teorías integrativas que se han propuesto son mejores que otras. Aportes de Albert Bandura (1986), de Theodore Millon (2000), y de otros, pueden ser citadas como ejemplos de aportes comparativamente mejores.

      Sin embargo, no me parece exagerado, el sostener que a la fecha no se ha propuesto teoría alguna, capaz de dar cabida – completa y coherente – al conjunto de conocimientos válidos existentes en la disciplina. Por consiguiente, no resulta exagerado decir que, a la fecha, no se ha propuesto teoría integrativa alguna capaz de fundamentar una psicoterapia integrativa… que amerite su nombre en plenitud.

      Por donde abordemos el tema va quedando claro que, en la psicoterapia contemporánea, abundan y sobreabundan las discrepancias: desacuerdos epistemológicos, desacuerdos metodológicos, tendencia a "encontrar" lo que cada cual quiere encontrar, desacuerdos etiológicos, desacuerdos diagnósticos, desacuerdos técnicos, dificultades para ir más allá del efecto placebo, dificultades para ir más allá de los factores comunes, multiplicación errática de más de trescientos enfoques "discrepantes", tendencia al "empate" entre esos mismos enfoques, etc. Todo esto, teniendo como trasfondo permanente, una irrenunciable tendencia al reduccionismo por parte de los teóricos de la psicoterapia.

      Todo lo cual va trayendo consecuencias. Es así como son muchos los psicoterapeutas que han venido optando por abandonar – y por desechar – esas teorías estrechas y reduccionistas. No es de extrañar, entonces, que el eclecticismo se esté fortaleciendo por doquier.

      Todos estos considerandos, muestran que son muchos los factores que contribuyen al panorama desordenado y errático que presenta nuestra disciplina. Sin abundar en cada aspecto, lo más claro de todo es que la psicoterapia requiere – con urgencia – comenzar a transitar por caminos diferentes. Caminos que le permitan llegar a lugares diferentes. Caminos que le permitan decantar, sintetizar y organizar los conocimientos válidos hasta aquí alcanzados. Caminos que le permitan evolucionar mejor.

      Mantengo la expectativa que, a medida que el lector progrese en la lectura de estas páginas, se dará cuenta que este libro va aportando respuestas… que responden realmente a los desafíos de fondo de la psicoterapia contemporánea. Respuestas, que se avienen con las "exigencias de los tiempos". Por supuesto, no se trata de respuestas finales; no se trata de pretender la posesión de la verdad. Se trata de probables mejores respuestas, surgidas desde un "punto axial" más adecuado. Por supuesto, el libro no procura aportar "todas" las respuestas; pero sí unas cuantas… muy importantes, muy de fondo.

      Este libro pretende equilibrar los aportes conceptuales con los aportes clínicos. Por lo tanto, dista mucho de ser "pura teoría". En mi opinión – que no pretende ser LA opinión – las "respuestas" que propone este libro calzan bien con sus ambiciosos objetivos centrales: aportar profundidad a la comprensión y potencia al cambio en psicoterapia. Y sus páginas están llenas de ejemplificaciones clínicas. Adicionalmente, creemos que el libro contribuye a perfilar un mejor camino para la evolución de la psicoterapia.

      En este sentido, el libro que estoy presentando "suena" a ambicioso… porque lo es. Acaso puede sonar a mesiánico, o bien a megalomaníaco… pero no lo es. Un mérito esencial de este libro – si es que lo tiene – se relaciona con procurar rescatar lo válido que han venido aportando "otros". Cuando me refiero a avanzar "sobre los hombros de muchos, enfrentando los problemas de todos", lo que quiero decir es que nosotros deseamos nutrirnos – decididamente – de lo que muchos han venido aportando a través de la historia de la psicoterapia. Paradójicamente, esos aportes – recontextualizados en un encuadre no-reduccionista – pueden aportar mucho más que en su versión original.

      De este modo, una cosa es que los psicoterapeutas no hayan propuesto una teoría realmente integrativa. Otra, muy diferente, es que no hayan aportado absolutamente nada.

      En este libro procuramos "pensar en grande". Esto involucra el lanzar una mirada "de helicóptero", que nos permita superar la tendencia endémica de los psicoterapeutas… en el sentido de mirar solo segmentos de la dinámica psicológica. Al romper con este estilo reduccionista, este libro involucra algo así como… una "revolución en la mirada".

      Las propuestas de este libro pretenden ser sólidas, y procuran estar bien fundamentadas. Por supuesto, el lector podrá evaluar, valorar, cuestionar, e incluso descalificar, lo que aquí iremos proponiendo. Está en su pleno derecho; es posible que vaya valorando también. Y, cualquiera sea su evaluación… bienvenida sea.

      En la redacción de este libro, he procurado introducir

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