Скачать книгу

psicoterapéutico, génesis de teorías explicativas variadas y creativas. Algunos "cuasi consensos" relevantes, progresos metodológicos, múltiples investigaciones realizadas, identificación de ciertas variables altamente predictivas, desarrollo de técnicas específicas potentes. Búsqueda de respaldo empírico sólido para los procedimientos psicoterapéuticos, constatación generalizada de que el efecto psicoterapia tiende a ser claramente superior al no tratamiento, etc. En este contexto positivo, calzan bien las palabras del Dr. Alfred Pritz, presidente del World Council for Psychotherapy, cuando señala: "En este siglo XXI, la psicoterapia llegará a ser más y más importante. Como una modalidad que aporta respeto y apoyo a las personas, en un mundo en el que las distancias se acortan permanentemente" (2002, p. 17).

      Todo habría terminado en "luces" si no fuera porque existen las "sombras". Y estas, no parecieran ser escasas.

      Ser psicoterapeuta, implica ingresar en un territorio multifacético. Por una parte, obliga a convivir con incertidumbres y tensiones de toda índole. Por otra, constituye una oportunidad de conocimiento y de servicio, del mayor valor existencial. En lo que a mí respecta, no conozco profesión alguna en la cual me hubiera realizado más.

      Como lo señalaba, mis simpatías se inclinan hacia encontrar un predominio de fortalezas en la psicoterapia. Lo que siempre quise fue que mi profesión valiera realmente "las penas".

      Desafortunadamente, encontrar debilidades en el ámbito de la psicoterapia no requiere de una búsqueda frenética. Estas surgen por doquier, y nos salen al encuentro a cada instante. Veamos…

      En un sentido genérico el rol del psicoterapeuta, como especialista, no siempre queda bien perfilado.

      El cuán especialistas somos, constituye una inquietud central, a la hora de buscar las debilidades de la psicoterapia. Si nuestras teorías aportaran poco, seríamos poco especialistas en el ámbito teórico. Si nuestras estrategias de cambio aportaran poco, seríamos poco especialistas en el ámbito clínico. Si nuestros enfoques aportaran poco, seríamos poco especialistas a nivel de la formación. Si los "factores comunes" lo aportan todo, pasaría a dar lo mismo, no solo formarse aquí o allá, sino formarse o no formarse como psicoterapeuta. Entre aprender algo que no aporta, y no aprender nada… no existiría una gran diferencia.

      Si "factores comunes" – tales como la alianza terapéutica – fueran los que realmente aportan, buenos "alianzólogos" lo podrían hacer igual o mejor que los psicoterapeutas entrenados. Podríamos asumir el que personas – sin formación terapéutica pero con mucha habilidad interpersonal, capacidad de empatía, etc. – , lo harían mejor que psicoterapeutas entrenados pero sin grandes habilidades interpersonales.

      Algo de esto se muestra a través de las investigaciones.

      Es así que diversas investigaciones han venido poniendo en tela de juicio el aporte de la formación en psicoterapia. En algunas, los psicoterapeutas entrenados son igualados o superados por no especialistas; por ejemplo, por destacados profesores de College (Strupp y Hadley, 1979). En 39 estudios meta-analizados, se encontró que los paraprofesionales lograron mejores resultados que los psicoterapeutas (Hattie, Sharpley y Rogers, 1984). Se encontró, también que, los psicoterapeutas entrenados no lograron superar significativamente a los paraprofesionales (Berman y Norton, 1985). Adicionalmente, según Christensen y Jacobson (1994), el entrenamiento clínico tiene poco efecto en los resultados terapéuticos. En suma: "El entrenamiento profesional podría no contribuir significativamente al resultado de los tratamientos" (Strupp, 1993, p. 31).

      Todo esto tendría cierta consistencia. Como lo señalábamos, si ningún enfoque específico aportara significativamente, formarse en un enfoque tampoco aportaría; y ser un buen profesor o ser adecuado en términos interpersonales pasaría a ser suficiente. Lo importante sería el tener condiciones personales para ser un buen "alianzólogo". Es exactamente lo que se encontró en una investigación realizada por Anderson, Benjamin y Ogles et al. (1999). Los investigadores informaron que – al comparar la efectividad "terapéutica" entre terapeutas entrenados y profesionales graduados en otras disciplinas – no se presentaban diferencias. Lo que sí establecía diferencias, en la efectividad clínica, era el tener altas habilidades interpersonales, cualquiera fuera la formación/no formación del eventual "psicoterapeuta".

      En términos genéricos, aun hoy en día puede decirse que "pocos estudios existentes muestran una superioridad de los psicoterapeutas altamente entrenados" (Lambert, Bergin y Garfield, 2004, p. 5).

      Por supuesto, existen algunos estudios que muestran que los terapeutas entrenados superan a las personas sin entrenamiento (Bergin y Lambert, 1978; Stein y Lambert, 1995). Es curioso, sin embargo, que esta no sea la tónica habitual. La pregunta de fondo, entonces, pasaría a cursar así: ¿Cuán especialista puede ser un profesional cuya eficiencia suele ser superada por personas no especialistas en su área?

      En un sentido genérico las pruebas indican que los profesionales suelen no llegar a conclusiones válidas o fiables, y la exactitud de sus juicios no excede necesariamente la de los profanos, con lo que se suscita la duda sustancial de si los psicólogos o psiquiatras satisfacen las normas legales sobre la pericia (Faust y Ziskin, 1988).

      El tema no es menor. Contribuye a fortalecer la idea de que algo diferente tenemos que hacer.

      Desde hace ya algún tiempo, y desde las más variadas procedencias, se vienen alzando voces que cuestionan la psicoterapia. Muchas de estas críticas han sido formuladas en un tono muy radical. Revisemos algunas de ellas.

      Ya en 1952, Hans Eysenck impactó el ámbito psicoterapéutico, al afirmar que el efecto de la psicoterapia era equivalente a la recuperación que alcanzan las personas no tratadas. Según Eysenck, de las personas en lista de espera, dos tercios presentaban una notoria mejoría; la cifra sería equivalente a la alcanzada por quienes, en el mismo período, realizaron psicoterapia. En esa época, Eysenck dispuso solamente de 24 estudios para fundamentar sus conclusiones. Justo es agregar que esos mismos estudios, revisados por Bergin en 1971, condujeron a conclusiones totalmente diferentes; Bergin encontró que, esos mismos pacientes, se habían beneficiado sustancialmente más que la remisión espontánea. ¿Ambos aplicaron una diferente definición de éxito? ¿Operaron los "patognomónicos" sesgos de Eysenck en contra del enfoque psicodinámico? ¿operó el "allegiance effect" en Bergin? ¿Tenía razón Eysenck?

      En 1979, la revista Time abordó in extenso el tema de la psicoterapia. El artículo sostenía que la psicoterapia estaba en crisis, que había sido incapaz de mostrar buenos resultados, y que su futuro se vislumbraba como problemático. A su vez, cifraba mejores esperanzas en el progreso de los psicofármacos.

      En 1980, en su libro El Encogimiento de América, el psicólogo Bernie Zilberg afirmaba que los cambios psicoterapéuticos son pocos, y de corta duración. Concluía que el principal beneficio surge de hablarle con simpatía a una persona que escucha.

      En 1981, un artículo central de la revista Newsweek describe a la psicoterapia como un proceso costoso y prolongado, de resultados inciertos, poco demostrables. Las esperanzas quedaban, una vez más, cifradas en el desarrollo de los psicofármacos.

      También en 1981, en un artículo publicado en Psychology Today, los psiquiatras Paul Wender y Donald Klein concluyen que la psicoterapia se encuentra arrinconada; y que sus planteamientos teóricos – en particular los psicodinámicos – resultan irrelevantes e incluso engañosos.

      En 1984 la revista Science News, publicó un artículo titulado "La Psicoterapia en el Banquillo". Tras un amplio análisis el artículo señala: "Esto lleva a los críticos a la tentación de concluir que los pacientes están meramente arrendando un amigo; y que muestran mejoría porque alguien les está prestando atención… y no a causa de técnicas o habilidades de los terapeutas".

      En 1989 Elkin et al., publican los resultados del Programa Colaborativo de Investigación para el tratamiento de la Depresión (nimh). Se trata de uno de los estudios más rigurosos y costosos que se han realizado en el ámbito

Скачать книгу