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en la medida de lo posible de la mirada de El Ojo. Ahora descansa unos días antes de la partida, aquí estarás igualmente seguro porque tampoco pueden verte.

      Las palabras resultaban enigmáticas, como casi todo en aquel hombre. No obstante dejaban entrever ciertas cosas, como que sus sospechas al respecto no eran infundadas. Aquella gente era mucho más de lo que aparentaba.

      - ¿Ocasión habrá de hablar más contigo? - inquirió no sin torpeza -.

      - Lamento decirte que no - le hizo saber Faruq -. No es que nos resultes antipático o desagradable, por mucho que alguno de los presentes haya dado esa impresión - inevitablemente se giró hacia su compañera -. Lo que ocurre es que nos vemos obligados a permanecer en constante movimiento, por seguridad, imagino que lo entenderás. Pronto nos marcharemos y será como si nunca hubiéramos existido. Nadie, ni siquiera Kassim con el que tanto hemos colaborado, ha de saber cuál es nuestro próximo destino. Así ha de ser para que todo funcione como es debido.

      - Comprendo.

      - ¡Pero vamos, disfruta un poco del descanso, ni tan siquiera has probado tu té! - lo apremió entonces -.

      Al tomó un pequeño sorbo, ya se había enfriado y no quería ser descortés. Así que dejando el vaso dijo:

      - Gracias, muy dulce para mí. Lo mío otras cosas - e incorporándose añadió -. Si nada más decir prefiero marchar para descanso. En barco mal dormía y ahora ya muy cansado. Gustaría dormir. Gracias, gracias.

      - Disculpado estás - sonrió Faruq -. Descansa bien y reponte, aquí podrás comer cuanto desees y estrenar ropas nuevas que te resultarán mucho más cómodas y útiles que esos harapos que ahora llevas encima. Puede que la cocina local te resulte un tanto exótica, pero te puedo asegurar que es muy saludable. Te acabará gustando.

      “Es imposible que sea peor que la bazofia que nos daban cuando servía en Alaska. Y eso que podíamos sentirnos afortunados, otros ni comían”, no pudo evitar pensar el teniente. Y así se fue despidiendo, mientras retrocedía saludando y sonriendo torpemente, como si considerara un insulto darle la espalda a aquel cuarteto ¿Por qué dos de ellos ni tan siquiera se habían dignado a decir una palabra? Suponía que no porque fueran mudos, si bien tampoco tenía una respuesta clara. No supo por qué, pero mientras abandonaba la estancia no dejó de sentirse ciertamente insignificante, hasta se diría que inferior a todos ellos. Y eso era algo que no tenía nada que ver con sus ropas de vagabundo, sucias y desgastadas como estaban al no haber tenido la ocasión de cambiarlas en toda la travesía.

      - ¿Qué opinión os merece en realidad? - habló finalmente el otro hombre vestido al estilo de las gentes del desierto, una vez Al hubo desaparecido -.

      - No es más que un asesino - respondió la mujer -. Alguien así es muy útil para realizar trabajos sucios, que es a lo que se dedicaba cuando estaba en Norteamérica. A pesar de eso lo tendrá realmente difícil para llegar hasta Argel, no digamos ya a Europa. No se pueden emplear blancos como agentes de enlace, es demasiado descarado. Lo habitual es que manden a afroamericanos, tal y como los llaman, asiáticos o incluso a hispanos. Pero un blanco… nos exponemos demasiado. Si lo relacionan con nosotros habrá complicaciones.

      - Mucho tiempo llevamos haciéndole el trabajo a los aliados mientras ellos miran hacia otro lado como el que no quiere preguntarse quién diablos ayuda a su gente a cruzar el océano y llevarla a destino - expresó Faruq -. De una u otra forma han de saber que estamos detrás de esto aunque no quieran reconocerlo oficialmente ¿Quién sabe?, quizá envíen blancos para probar hasta dónde alcanza nuestra destreza.

      - Tampoco se los puede culpar a ellos de todo - opinó el hombre negro, uno de los que tampoco había hablado hasta ahora. Y dirigiéndose directamente a Faruq añadió -. Tu gente no ha hecho demasiado por establecer un contacto formal y no será porque no lleváis mucho tiempo entre nosotros.

      - Eso es algo que no se puede hacer siguiendo los procedimientos a los que la Alianza está acostumbrada - replicó él -. De actuar así haríamos precisamente lo que los guiberiones siempre han querido que hagamos, mostrarnos para que les resulte más sencillo acabar con nosotros.

      - De todas formas es el momento, una nueva candidata pronto se revelará y deberá entregarse a las fuerzas aliadas antes de hacer su ofrecimiento. Tarde o temprano habrán de implicarse en nuestros planes quieran o no quieran. Aunque quizá nos rechacen tal y como ya ha sucedido en otras ocasiones.

      - Si en el pasado nos rechazaron, Wadie, fue por miedo. Miedo a los cambios que están por venir - aclaró Faruq al compañero que iba ataviado igual que él -. Pero como bien dices es el momento, tengo depositadas muchas esperanzas en esta nueva candidata.

      - Querrás decir en tú candidata - añadió la mujer remarcando el pronombre personal posesivo -. Aunque te ocupaste de ella personalmente no es la primera mentaith que enviamos.

      - Esperemos que sea la última, pues de los errores se aprende y con ella tal vez lleguemos donde otras no pudieron.

      La anciana tuerta le lanzó una mirada incendiaria con su único ojo útil. Era como si el comentario la hubiera ofendido en cierto modo.

      - No te confundas, de verdad espero que ésta sea la definitiva - dijo -. Pero de ser así no atribuyas todo el mérito a tu labor y a lo que esa jovencita sea capaz de hacer. Antes que ella otras muchas abrimos camino y hemos sacrificado nuestras vidas en esta empresa que parece no acabar nunca. Yo he envejecido en la lucha y ni tan si quiera sé si llegaré a ver el final.

      - Ningún mal ha de durar eternamente querida amiga - puntualizó Faruq en tono apaciguador -. Perdona si he dado la impresión de menospreciar vuestro sacrificio, al igual que tú llevo tanto tiempo implicado que ya me resulta difícil separar el deber de los sentimientos y afectos personales.

      - Llevas librando esta batalla desde mucho antes que cualquiera de nosotros, hermano - aceptó de esta manera ella las disculpas -. Salvo quizá Wadie, que también estaba en esto antes de que yo sangrara por vez primera.

      Éste hizo una leve reverencia en señal de agradecimiento y, mirando a Faruq, le hizo saber:

      - Volvamos al tema del enlace americano, sé lo que estás pensando.

      - Oh sí, supongo que coincidiréis conmigo en que su inlingua es espantoso, otros que hemos recibido parecían más preparados - ante la obviedad no hacía falta comentario alguno y dejaron que prosiguiera -. Sólo se maneja bien en la lengua prohibida porque apenas ha empleado ninguna otra durante toda su vida, así que el destino que deberíamos recomendar a la gente de Argel está bien claro. Que lo envíen a las Islas Británicas, más concretamente a la zona del frente, a Edimburgo. Al menos allí el idioma no supondrá ningún hándicap y además tal vez podamos emplearlo indirectamente para nuestros propósitos.

      - ¿Estás seguro de lo que dices? - el tal Wadie dudaba -. No parece más que un bruto, no sé si será el más apropiado.

      - ¿Vosotros qué opináis? - solicitó Faruq -.

      - Podría ser tan bueno a tan malo como cualquier otro - indicó el hombre negro -. De todas formas no soy la persona más adecuada para decidir sobre esas cuestiones. Estoy aquí para servir igualmente de enlace.

      Después de meditar unos segundos la anciana dio su veredicto.

      - Ese hombre tiene las manos manchadas de sangre y el corazón repleto de veneno. Tiempo atrás tomó la decisión de no entregarse a causa alguna, de preocuparse únicamente de sí mismo, de entrada no parece alguien de fiar. Sin embargo en su interior he visto algo más, hay dolor, un dolor inconmensurable. Se podría decir que aceptó este destino para salvar el pellejo, a primera vista eso parece porque de haber permanecido en su país, o mejor dicho en lo que queda de él, habría terminado convirtiéndose en un hombre perseguido. Sabía demasiadas cosas y es alguien de recursos, lo que automáticamente lo convertía en un sujeto peligroso. Ese peligro se desvanece al enviarlo a la otra parte del mundo en un viaje sin retorno, pues todos los enlaces saben que lo es. Ha aceptado el destierro sin cumplir con los requisitos que se exigen a otros en su misma situación, en cierto modo es como si lo considerara una penitencia con la que lavar

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