Скачать книгу

      Pero un evangelio al que se le quita la cruz, el sacrificio, el “mejor dar que recibir”, etc., es un evangelio corto, pobre, que no contempla la globalidad de la palabra del reino expresada por Jesús, que no compagina con el anuncio del Señor y de sus discípulos.

      ¿Qué clase de purificación necesitan ahora los templos?

      Una enseñanza deformada produce una fe deformada. Un Cristo hecho a la medida produce una fe hecha a la medida, pero que se desvanece tan pronto se pierde esa medida individual.

      Aquellos principios éticos que derivaron en formas de vida, en valores diferenciados entre el conocimiento del bien y del mal, se han derrumbado hoy en día para dar paso a la frivolidad.

      “Necesitamos elaborar teodiceas más complejas porque ahora la gente plantea preguntas más difíciles sobre la benevolencia divina.”85 Todo ser humano puede llegar a reconocer que las raíces del mal enquistadas en la humanidad no son simplemente situaciones coyunturales del presente o tal vez circunstanciales, sino en realidad tienen un origen edénico en la ruptura de la relación perfecta que Dios tuvo con el ser humano. La lógica adámica de la auto justificación es un comportamiento repetido en el ser humano y este proceder permea todo sistema económico, toda estructura de relaciones y todo tipo de organización en la que intervenga el ser humano.

      La sociedad contemporánea ha quedado reducida simplemente a la interacción de individuos para quienes es más importante la satisfacción individual, la búsqueda hedonista de auto complacencia y la relatividad en su pensamiento bajo el cual todo se hace posible y además justificado. “Es posible pensar verdaderamente que la acción de Cristo respecto al mal es también una acción de disolución irónica; todo lo contrario a tantas actitudes cristianas que se creen en la obligación de exagerar el gigantesco poder del mal en el mundo, como si este fuese un modo de enfatizar el poder salvífico de quien nos libera de ello.”86

      Todas las áreas del desarrollo humano, como las ciencias, el arte, la cultura, etc., se ven ahora bajo una perspectiva en la cual las formas de pensamiento derivadas del racionalismo moderno y del humanismo adquieren un papel preponderante en su desenvolvimiento. Y aunque el mundo moderno con el desarrollo de las teorías cuánticas y la interrelación de todo el universo bajo parámetros sistémicos intenta explicar los sucesos a partir de la interconectividad de los elementos, aun el pensamiento humano, prefiere la individualización y el egocentrismo desmedido y al ser humano como eje central sobre el cual gira el mundo y “todo lo que en él habita”.

      En medio de una generación que ha perdido sus ilusiones y se mueve bajo la desconfianza de las instituciones, el individualismo gana terreno y la perspectiva propia se sobrepone a los intereses del común. “Se inventa así un Jesús apócrifo tergiversado y marginal que poco, o nada, tiene que ver con la historia real. Un Jesucristo milagrero que atrae al supersticioso y al ansioso de novedades pero que aleja al ser humano de la auténtica Palabra de Dios.”87

      El posmodernismo con su desvalorización de las instituciones y su relativismo conceptual incentiva aún más las formas de vida individualistas y promueve constantemente una búsqueda de la realización del ser humano centrada en sí mismo, pero en abierto contraste con la proclamación de Jesús en su evangelio. La desacralización de lo que otrora representaban los símbolos intocables de la fe es símbolo del tiempo presente, en tanto se sacraliza lo banal como la moda, el culto al cuerpo, el consumismo desmedido, la posesión de bienes, etc. “Al desacralizar lo sagrado se ha llegado, por el contrario, a sacralizar lo profano.”88

      ¿Cuál es el lugar de la misión?

      El templo no solamente era el lugar de los sacrificios y oficios religiosos. Era también el símbolo de poder de las clases religiosas. Ocupaban los primeros puestos, administraban todo lo concerniente a sus prácticas ritualistas y determinaban la manera en que cada persona, dependiendo de su raza, condición, género, etc., debería estar más cerca o más lejos del Dios que allí se veneraba.

      Para las culturas dominantes existen cierto tipo de parámetros que deben mantenerse tal como están para no amenazar el statu quo y su prolongación indefinida. “Naturalmente, el peso político de las jerarquías religiosas tampoco nace de la nada.”89 Las declaraciones de Jesús no fueron vistas únicamente como palabras de misericordia o afinidad con los sufrientes, sino también como una crítica a ese sistema dominante erigido sobre la ley pero carente de la esencia de la misma. Jesucristo empezó a convertirse en una amenaza para el poder dominante, y sus palabras empezaron a producir un desmantelamiento de lo existente en pro de la implementación o reordenamiento de lo que ahora se anunciaba. “Él se negó a reconocer la autoridad de los gobernantes de Jerusalén sobre él y, por extensión, sobre la totalidad de Israel.”90

      Más adelante durante su ministerio, algunos hechos muy representativos le dieron una característica específica a la obra de Jesús. Su prontitud para perdonar los pecados con sus consabidas reacciones; la capacidad de Jesús para curar y su atrevimiento para hacerlo en Sábado lo cual representaba un parangón sin antecedentes para los religiosos que eran testigos de estas cosas; su costumbre de comer con los marginados, que ya de por si representaba un problema cultural, sin contar las dificultades que esto traía en la mente de quienes lo consideraban como una ofensa para la moral de la sociedad; y la actitud de Jesús para el lugar sagrado por excelencia para los judíos: el templo.

      Al hablar de la destrucción del mismo produce diversas reacciones especialmente entre el pueblo religioso que vivía alrededor de este sagrado lugar, cuyos rituales y sacrificios y por ende su relación con Dios, dependía en gran manera de lo que allí sucediera. Sin duda, Jesucristo rompió muchos de los convencionalismos de su época en la que la ley regulaba no solo la vida religiosa, sino la social y cualquier clase de interacción entre los individuos.

      La compasión que mostró Jesús por los que sufrían a causa de su marginalidad, confrontó un status quo que había aprendido a mirar el dolor como algo connatural a ciertos sectores desprestigiados de la sociedad. En esa forma de convivencia la compasión no cabía cuando se trataba de estructurar la legalidad.

      Por eso es que este tipo de reacciones de parte de Jesús no eran solo cuestiones emocionales que surgían de un corazón sensible, sino más bien, una crítica pública en contra de la insensibilidad que se había apoderado de la gran mayoría de personas, incluidos los religiosos quienes pretendían enseñar la palabra de Dios al pueblo.

      El contraste entre las jerarquías reinantes y la figura de Jesús representó un conflicto para quienes intentaban perpetuar el dominio, pero a su vez una esperanza para quienes anhelaban un cambio de mando con otras características. En la medida en que las bocas sean calladas y reprimidos los lamentos de los dolientes, el sistema buscará seguir consolidándose ante la indiferencia de los no afectados. Y es por eso que el fin del poder dominante es doloroso porque arrastra consigo víctimas inocentes que constituyen únicamente un elemento circunstancial en la transición violenta que produce quien pierde el poder en otras manos.

      Por eso es que cuando Jesús representó la voz de los que no eran oídos, la conciencia social se vio comprometida y se hizo necesario también callar esa voz para que no interrumpiera la continuidad del sistema dominante. Su declaración profética de Lucas 4 en la sinagoga de Nazaret, puso de manifiesto que la atención a los desvalidos y menospreciados tendría que ser una obra guiada por el Espíritu, de tal manera que quienes ofrecían sus servicios religiosos sin poder entregar alguna forma de transformación a los demás, también eran confrontados en esa área espiritual de la que carecían sin saberlo.

      Pero el culmen de toda su crítica profética que confrontó los sistemas dominantes se dio en la cruz. La muerte de Jesús no es definitiva. En realidad es victoria. ¿Pero victoria sobre qué?

      Victoria sobre un sistema que en lugar de ofrecer vida solo trae muerte. Victoria sobre la conciencia de los que vivían para un presente en el que eran los privilegiados, pero que ahora podrían confrontar un destino en el que esos privilegios cambiarían de manos. Los suyos no le recibieron, pero El cumplió su propósito aun a costa de ese rechazo. Fue perseguido, azotado y crucificado, pero ese no fue el fin, y todos aquellos que creyeron que

Скачать книгу