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Adoración. Daniel Plenc
Читать онлайн.Название Adoración
Год выпуска 0
isbn 9789877650082
Автор произведения Daniel Plenc
Жанр Документальная литература
Издательство Bookwire
Una aceptación del sacrificio vicario
A diferencia de otros, este viaje de Abraham había sido silencioso y triste. El patriarca temía la pregunta que finalmente llegó. “Entonces habló Isaac a Abraham su padre, y dijo: Padre mío. Y él respondió: Heme aquí, mi hijo. Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto? Y respondió Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío” (Gn 22,7-8). Las palabras del patriarca no podrían haber sido más acertadas: Dios mismo proveyó el sacrificio que había demandado. Eso fue verdad en ese mismo momento. “Entonces alzó Abraham sus ojos y miró, y he aquí a sus espaldas un carnero trabado en un zarzal por sus cuernos; y fue Abraham y tomó el carnero, y lo ofreció en holocausto en lugar de su hijo” (Gn 22,13). Fue también realidad veinte siglos después, por cuanto Dios proveyó de cordero para el sacrificio por los pecados de los hombres y no rehusó a su “único” hijo (Jn 3,16).
Abraham aceptó un sacrificio sustitutivo, como anticipo del sacrificio vicario de Cristo, siendo que el sustituto prefiguraba al Hijo de Dios.15 Además, la Biblia identifica el monte Moriah con el lugar del futuro templo (2 Cr 3,1), lugar central del sistema de sacrificios en Israel. Se anticipa también la idea neotestamentaria de “propiciación” (del griego hilasterion), según la cual se satisface la justicia divina mediante una ofrenda provista por Dios mismo.
La sustitución se da cuando Abram toma el carnero provisto por Dios “en lugar de su hijo” y lo ofrece sobre el altar. Marcos De Benedicto expuso esta idea pivotal de la sustitución en un breve análisis de los términos que la Escritura utiliza al describir la salvación:
Propiciación (del ambiente cultual) es el sacrificio que Dios ofreció para satisfacer la justicia; redención (del ambiente mercantil) es el precio que Dios pagó por nuestro rescate; justificación (del ambiente judicial) es la defensa que Dios providenció para declararnos inocentes; y reconciliación (del ambiente familiar) es el abrazo que Dios ofreció para restaurar nuestras relaciones.16
La adoración incluye la aceptación por fe de ese sacrificio vicario.
Vale decir que la adoración es una cuestión de fe. Es verdad que demanda la entrega del adorador, sin olvidar que en realidad la gran entrega fue hecha por el cielo y los hombres redimidos por ese sacrificio definitivo son los únicos que verdaderamente pueden adorar a Dios. Dios proveyó el sacrificio; los creyentes solamente lo aceptan en su lugar. La adoración es la respuesta del ser humano pecador a la salvación provista por el cielo en la persona de Cristo.
Así, la experiencia litúrgica debiera ser ungida por la idea de la gracia divina, de la salvación por la fe en el sacrificio por los pecados de los hombres que el mismo cielo ofreció por amor a las criaturas extraviadas. Los sacrificios espirituales reemplazan los sacrificios de animales del antiguo sistema y se proyectan también en la caridad hacia otras criaturas necesitadas. “Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiesan su nombre. Y de hacer bien y de la ayuda mutua no os olvidéis; porque de tales sacrificios se agrada Dios” (Heb 13,15.16). Como Pedro ratifica: “vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo” (1 Pe 2,5).
Es claro que el tenor de todo el culto público debiera ser fuertemente cristocéntrico y enfocado en la gracia salvadora de Dios.
1 A menos que se indique algo diferente, en este trabajo las citas bíblicas han sido tomadas de la versión Reina-Valera, revisada en 1960 (RVR) (México, D.F.: Sociedades Bíblicas Unidas, 1991). Énfasis del autor.
2 Acá aparece en futuro de la rama reflexiva hitpa´el: “adoraremos”.
3 Elena G. de White, Patriarcas y profetas (Mountain View, California, Pacific Press Publishing Association, 1971), 146.
4 Pablo Argárate dice que en la liturgia se produce un encuentro teándrico. Pablo Argárate, La iglesia celebra a Jesucristo: introducción a la celebración litúrgica (Buenos Aires: San Pablo, 1994), 7.
5 Véase: Paul W. Hoon, The Integrity of Worship (Nashville: Abingdon, 1971).
6 Alfred P. Gibbs, Adoración, trad. Roberto Ingledew (Buenos Aires: Librería Editorial Cristiana, 1974), 17.
7 Hustad, ¡Regocijaos!: la música…, 118.
8 Traducción del autor. Robert E. Webber, Worship is a Verb: Eight Principles for a Highly Participatory Worship, 2nd ed. (Nashville: Abbott Martyn, 1993), 17.
9 Traducción del autor. MacArthur, Adoração: a prioridade suprema, 37.
10 Énfasis del autor.
11 Gordon J. Wenham, Word Biblical Commentary, Vol. 2. (Dallas, Texas: Word Books Publisher, 1994), 107.
12 White, Patriarcas y profetas, 151.
13 La teología de la prosperidad, o evangelio de la prosperidad, enseña que los creyentes pueden esperar de Dios tanto bendiciones espirituales como prosperidad financiera y éxito en los emprendimientos seculares.
14 Traducción del autor. MacArthur, Adoração: a prioridade suprema, 10.
15 Donald Guthrie y J. A. Motyer, eds., Nuevo comentario bíblico, trad. Federico A. P. Mariotti, Abdías Mora, José Tomás Poe (El Paso, Texas: Casa Bautista de Publicaciones, 1977), 89.
16 Traducción del autor. Marcos De Benedicto, Um Olhar para o Céu, 1ª ed. (Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 2016), 54.
2
Adoración en Bet-el (Génesis 28,10-22)
La religiosidad de Jacob provenía básicamente de su familia, en la que se creía en Dios y se lo adoraba. Era hijo de Isaac y Rebeca, nieto de Sara y Abraham, por lo que cargaba con una larga herencia de fe y devoción. Durante la gestación de los gemelos Esaú y Jacob, Dios indicó a su madre que quien naciera primero serviría al segundo, y Esaú nació en primer lugar. El segundo niño fue llamado Jacob, “el que suplanta”. Con todo, es posible que la adoración de Jacob no incluyera un compromiso personal.
Con el paso del tiempo, surgieron dificultades (Gn 25,27-34), en especial en lo tocante a los privilegios de la primogenitura que Jacob obtuvo en forma ilegítima. Cuando Isaac envejeció, se propuso dar la bendición a su hijo predilecto, Esaú. Por su parte, Rebeca impulsó a su hijo preferido, Jacob, a engañar a Isaac haciéndose pasar por Esaú, para recibir la bendición paterna. Jacob engañó y mintió; obtuvo primero la primogenitura y luego la bendición, por caminos errados.