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La universidad latinoamericana en la encrucijada de sus tendencias. Claudio Rama Vitale
Читать онлайн.Название La universidad latinoamericana en la encrucijada de sus tendencias
Год выпуска 0
isbn 9789506232184
Автор произведения Claudio Rama Vitale
Жанр Учебная литература
Издательство Bookwire
La educación históricamente tiende a repetir saberes, pero ello entra en contradicción con el nuevo contexto de renovación y obsolescencia. El dilema no es ya, entonces, cómo enseñar mejor lo que se sabe, sino como propender a enseñar lo que no se sabe, y ello remite a aprender para aprender, y a cómo educar sobre realidades futuras de saberes y problemas desconocidos en contextos de incertidumbre. En este enfoque se conceptualizaría a la calidad de la educación como la capacidad de las instituciones y de sus productos (profesionales, libros, investigaciones, etc.) para responder a los desafíos futuros, y como parte de un proceso continuo educativo. Este es el eje del informe Delors sobre la nueva educación memorística y la necesidad de articular una educación a escenarios de incertidumbre en la frontera del conocimiento a partir del aprender a aprender (53). La evaluación tiene en este sentido un desafío mayor, asociado a evaluar ejercicios de competencias y saberes sobre escenarios futuros y a la dificultad de dominar el paso del tiempo en la incertidumbre (54).
Las agencias bajo su episteme actual está proyectadas sobre el pasado: certifican la calidad que antes existió. Sobre esta línea argumental, en lugar de realizar un análisis basado en si ellas son democráticas (representan a la sociedad), si son eficientes (con los recursos llegan a un óptimo de eficacia), si son casuísticas por ausencia de normas, por política o por corrupción, o si sus decisiones se basan todas en criterios técnicos, correspondería analizar a las agencias sobre la base de su eficacia para responder a los escenarios del futuro. Más allá de reconocer que sus procedimientos de evaluación son rígidos, presenciales, burocráticos y disciplinarios, que miden procesos y no resultados, el problema fundamental es que estos miden pasados y no futuros, miden saberes parcelados y no integrados, miden saberes que tienden a ser obsoletos por las propias concepciones sobre los paradigmas, y no la capacidad de creación de nuevos saberes que remite —entre otras cosas— a aprendizajes efectivos y no a procesos de enseñanza. Este escenario va imponiendo tanto la recertificación como la relación entre ambas fases del aseguramiento de la calidad.
En algunas lecturas, las agencias tienden a utilizar procedimientos de autoevaluación y evaluación por pares, que parecen ser más útiles y eficaces a nivel de los postgrados —dada la complejidad disciplinaria—; en tanto, correspondería desarrollar a nivel de pregrado otras modalidades evaluativas normalizadas masivas que, desde el punto de vista de costos, de la generación de informaciones, de la homogeneización de los saberes básicos y de la transparencia para con la sociedad, parecen ser más eficaces y eficientes, reconociendo la diferenciación epistemológica.
El modelo sobre el cual se basan los procesos evaluativos es un óptimo evaluativo para una universidad tradicional de pregrado. Miden y evalúan, inclusive, con indicadores iguales para todos, la universidad tradicional que no investiga. Miden y evalúan prácticas pedagógicas que son tradicionales de tiza, lengua y pizarrón, de libros en bibliotecas y de clases catedráticas, que constituyen las modalidades educativas que se asocian al paradigma de la reproducción de saberes anteriores y de la docencia. Evalúan un sistema que se basa en la reproducción de saberes adquiridos, cuando deberían apuntar al nuevo contexto donde la revolución de los saberes ha generado una compleja realidad asociada a su rápida renovación y, por ende, a su periódica obsolescencia; los procesos deberían estar centrados en la capacidad de aprender a aprender, en la capacidad de generar saber (55). Como sostiene el informe Faure, la sociedad del futuro no se deberá circunscribir a sectores sociales privilegiados, ni limitarse a grupos determinados de edad, ni ser confiada a las instituciones pedagógicas tradicionales, ni ser impartida en forma segmentada y especializada, por lo que es obvio concebir paradigmas evaluativos diferenciados y promover los procesos que contribuyan a desarrollar esa educación (56).
Sin duda, no existe un solo camino societario, y actualmente se sostiene la dificultad de preverlo en un contexto donde la revolución del saber fija diariamente nuevos caminos y senderos impensables e implanificables. Sin embargo, más allá de las teorías del caos, es dable pensar sobre la existencia de futuribles, más allá aun de la previsible convivencia de modalidades educativas distintas y de la diversidad de opciones que promueven el mercado, las personas y los Gobiernos (57). Entre esos futuribles, sobre los cuales corresponderá el análisis de los caminos de la evaluación, podemos distinguir claramente la creciente y mayor separación del pregrado respecto al postgrado, y asociado a ese corte un nuevo y complejo panorama educativo: tal vez una nueva educación, marcada por su carácter global y transnacional, su nivel de virtualización y el uso de nuevas pedagogías, la educación permanente, una organización desestructurada y flexible, y una estructura curricular altamente transdisciplinaria o diferenciada disciplinariamente.
Los ejes de nuestro estudio de las tendencias y de sus tensiones, que deriva en la existencia de macrotendencias y macrotensiones, definidas ambas por los binomios masificación y deselitización, diferenciación y deshomogenización, regulaciones y desautonomización, internacionalización y desnacionalización, mercantilización y desgratuitarización, virtualización y despresencialización son, en este sentido, las bases de los desafíos de la creación de nuevos mecanismos y paradigmas de evaluación. En realidad, estas tendencias no son futuribles, utópicas ni catastrofistas; no son futuribles con una probabilidad muy baja, sino que son escenarios tendenciales sobre dinámicas en curso que están planteando nuevas realidades, con múltiples impactos diferenciados, tensiones políticas y resistencias sociales. La diferenciación al interior de la educación superior se está caracterizando por una mayor distancia entre el pregrado y el postgrado, y ello deberá expresarse en distintos criterios y lógicas de los procesos de evaluación. En tanto el pregrado tiene en general una pertinencia nacional y una lógica de equidad, el postgrado por su parte está asociado a estándares internacionales y calidad muy asociados a la empleabilidad. El pregrado se estructura a partir de saberes básicos, en tanto el postgrado se desarrolla a partir de especializaciones y mayores complejidades de los saberes. Mientras el pregrado puede convivir con el monolingüismo, el postgrado requiere el manejo de varias lenguas. Finalmente, uno transfiere saberes y el otro, teóricamente, se debe insertar en las redes de creación de conocimientos Tales diferencias llevan a la necesidad de establecer lógicas evaluativas diferenciadas y también marcos normativos e institucionales diferenciados.
En la región, tanto Colombia como Brasil y Chile han desarrollado marcos institucionales diferenciados para llevar adelante los procesos de evaluación y acreditación en el ámbito de los postgrados, en el cual la Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Nivel Superior (CAPES) de Brasil ha sido el ámbito de referencia fundamental en su centralización, su asociación con fondos de estímulo y sus altos estándares de calidad. El Consejo Superior Universitario Centroamericano (CSUCA) ha transformado su agencia de acreditación de