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Sin miedo al fracaso. Tompaul Wheeler
Читать онлайн.Название Sin miedo al fracaso
Год выпуска 0
isbn 9789877982893
Автор произведения Tompaul Wheeler
Жанр Документальная литература
Серия Lecturas devocionales
Издательство Bookwire
Las personas a las que Jesús ministró en la antigua Judea llevaban estilos de vida increíblemente similares a estos que te acabo de contar. Mínima educación. Los muchachos se lanzaban al ruedo de la vida tan pronto como podían blandir un cuchillo. Las niñas se casaban tan pronto como podían tener un bebé. Las vidas se veían obstaculizadas por enfermedades que la sociedad moderna prácticamente ha olvidado.
Marcos 6:34 dice: “Al bajar Jesús de la barca, vio la multitud, y sintió compasión de ellos, porque estaban como ovejas que no tienen pastor”. Las necesidades de los que te rodean pueden no ser tan obvias como las que acabo de describir, pero sus necesidades espirituales son igual de graves. En su corazón, anhelan conectarse. Están heridos por la falta de confianza, de amor y de Dios. Necesitan de tus oídos, de tu tiempo, de tu toque.
15 de enero - Innovación
El hombre que evitó una guerra nuclear
“Es mejor ser paciente que ser soldado fuerte” (Prov. 16:32, PDT).
Lo más seguro es que nunca hayas escuchado hablar de Stanislav Petrov. Pero si no fuera por él, probablemente no estarías vivo leyendo esto, ni yo habría podido escribirlo.
Septiembre de 1983 fue un momento crucial en la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética. El 1º de septiembre de 1983, la Unión Soviética derribó el vuelo 007 de Korean Airlines, creyendo que la presencia del avión era una provocación deliberada. Los 269 pasajeros murieron, incluido el congresista estadounidense Lawrence McDonald. El mundo protestó por el ataque a un avión de pasajeros y el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan, lo condenó como un crimen contra la humanidad.
Como parte de un sistema disuasorio, tanto los Estados Unidos como Rusia mantenían miles de misiles nucleares apuntados entre sí. El primer ministro soviético, Andropov, estaba obsesionado por un posible ataque nuclear sorpresa. Y ocurrió. A las 12:40 a.m. del 26 de septiembre de 1983 se dispararon las alarmas en un búnker cerca de Moscú, donde Petrov analizaba una computadora que indicaba que se había iniciado un ataque nuclear. El botón rojo parpadeaba. Un satélite en órbita señalaba que los Estados Unidos había lanzado un ataque. Era responsabilidad de Petrov notificar a sus superiores para que pudieran iniciar una respuesta inmediata.
Petrov se quedó congelado durante quince segundos. El sistema anunciaba que los Estados Unidos había lanzado un total de cinco misiles. ¿Debía notificar a sus superiores para que iniciaran el contrataque? ¿O era simplemente un error de la computadora? Las alarmas retumbaban en sus oídos y las pantallas y las luces parpadeaban. Él gritaba con un teléfono en una mano y un intercomunicador en la otra, mientras que otro militar le ordenaba que se calmara e hiciera su trabajo.
“Tenía un presentimiento extraño –contó Petrov, cuando el mundo finalmente supo su historia quince años después–. No quería cometer un error. Tomé una decisión y punto”. Sospechando que cinco misiles eran muy pocos para ser algo real, declaró: “Falsa alarma”.
En el documental El botón rojo y el hombre que salvó al mundo, Petrov dice que simplemente hizo su trabajo. “Era la persona adecuada en el momento preciso. Eso es todo”.
Nada había preparado completamente a Petrov para una situación como esa; pero cuando llegó, pudo mirar más allá de la paranoia y tomar la decisión correcta. Inspirador, ¿no te parece?
16 de enero - Adventismo
William Miller
“Y la respuesta fue: ‘Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas. Después de eso, el santuario será purificado’ ” (Dan. 8:14).
A principios del siglo XIX, en el estado de Nueva York estaban ocurriendo muchas cosas. En Palmyra, Joseph Smith anunció que un ángel le había revelado que todas las religiones cristianas estaban equivocadas; en Hydesville, las hermanas Kate y Margaret Fox introdujeron el espiritismo moderno, cuando afirmaron escuchar el espíritu de un muerto golpeando las paredes de su casa; los Shakers, que fabricaban unos muebles con un estilo que permanece hasta hoy (pero cuya política de no tener sexo impidió que su descendencia permaneciera), operaban varias granjas comunales en el área. Por otra parte, cuando no estaban fabricando platería, los miembros de la comunidad Oneida practicaban la poligamia completamente seguros de que ya no tenían pecado.
William Miller, de Low Hampton, no tenía ambiciones de ser noticia. Después de una breve participación en la Guerra de 1812, prefirió una vida tranquila en el campo. Había crecido como bautista y se había convertido en un deísta de los que pensaban que Dios ya no se ocupaba de lo que ocurría en este mundo, aunque sus roces con la muerte y la pérdida de miembros de su familia lo dejaron con muchas preguntas sobre la vida después de la muerte. De paso, el haber presenciado cómo un ejército mucho más pequeño había logrado derrotar a los británicos, lo dejó preguntándose si después de todo Dios a veces movía los hilos de este mundo.
Miller trató de regresar al cristianismo y, aunque calentaba una banca de la iglesia los domingos, seguía expresándose como un buen deísta en público. Pero pronto se enamoró de Jesús. Quería estar seguro de sus creencias, así que comenzó a estudiar la Biblia versículo por versículo. Después de dos años de estudio (de 1816 a 1818), llegó lentamente a una asombrosa conclusión: la profecía bíblica revelaba que al mundo solo le quedaban unos veinticinco años.
Miller no sabía qué hacer con su descubrimiento. La mayoría de la gente creía que Jesús regresaría al final, no al principio del milenio del Apocalipsis, una vez que el mundo hubiera comenzado un proceso de mejora. Miller pasó otros catorce años confirmando su teoría hasta el más mínimo detalle y simplemente no podía callarlo más. Sabía que si lo que pensaba no era verdad, predicarlo sería engañar a la gente; pero si lo era, no podía quedarse callado.
En 1832, Miller le dijo a Dios: “Predicaré sobre esto, pero solo si me invitan a hacerlo”. Apenas media hora después llegó la invitación.
17 de enero - Biblia
El primer mandamiento
“Les doy este mandamiento nuevo: Que se amen los unos a los otros” (Juan 13:34).
Honra a tu padre y a tu madre. No robes, no codicies ni cometas adulterio. Acuérdate del sábado... Son palabras que nos ayudan a vivir mejor. Fueron dadas a los seres humanos caídos y pecaminosos. Adán y Eva no necesitaban tener dos tablas de piedra colgadas del árbol de la vida para recordar que no debían mentir ni codiciar al cónyuge de otro.
Después del sacrificio de Jesús, ya no sacrificamos corderos, no nos preocupamos por estar ceremonialmente impuros, ni apedreamos a los adúlteros; pero ¿cómo sería si pudiéramos volver atrás en el tiempo, al principio del mundo? ¿Qué mandamientos les dio Dios a Adán y Eva cuando aún no tenían pecado?
“Tengan muchos, muchos hijos; […] dominen a los peces y a las aves, y a todos los animales que se arrastran”, leemos en Génesis 1:28. Dios nos puso en este planeta para que lo trabajemos. Tal vez hemos cumplido la parte de “tengan muchos, muchos hijos” bastante bien, pero no lo hemos hecho tan bien a la hora de cuidar de nuestros amigos del reino animal. Desde el megaterio (un perezoso gigante del tamaño de un automóvil que vivía en América del Sur), pasando por el poderoso mastodonte, hasta el humilde pájaro dodo, hemos cazado a los animales hasta su extinción; hemos contaminado el aire, la tierra y el océano en nombre del “progreso”.
Dios anunció que todos disfrutarían de una buena dieta vegetariana, incluso todos los animales (Gén. 1:29, 30). Y finalmente, cuando su última creación se completó y se veía bastante bien, se tomó un descanso: “El séptimo día terminó Dios lo que había hecho, y descansó. Entonces bendijo el séptimo día y lo declaró día sagrado, porque en ese