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sacudió la cabeza.

      –¿Por qué no?

      –No estoy preparada para empezar a analizar lo que pasó.

      –¿Preferirías pensar que no pasó nada?

      –Me gustaría intentarlo, pero estoy segura de que va a ser imposible.

      Will intentó ocultar una sonrisa, pero no lo logró del todo.

      –No dejes que eso se te suba a la cabeza. Solo estoy diciendo que no es tan fácil obviarlo.

      –A mí ni se me ocurriría intentarlo.

      –¿Por qué has venido?

      Él la miró un largo rato antes de responder:

      –Por el pollo y los buñuelos de tu abuela, por supuesto.

      –Sabes que Kevin ha cocinado, ¿verdad? Puede que no sea lo mismo que la comida de la abuela.

      Él se rio.

      –Imagino que se acercará mucho, y seguro que será mejor que cualquier cosa que yo pueda tener en el congelador.

      Jess se sintió culpable por haber insinuado que no debía haber ido.

      –Lo siento. Estoy siendo una egoísta. Es que no estoy preparada para todo esto, supongo. Para lo que sea que es esto.

      En lugar de intentar definírselo, él sacó una rosa blanca del ramo y se la dio.

      –No creo que Nell vaya a echarla en falta.

      Ella frunció el ceño e ignoró la flor. Tal vez fue un gesto dulce, pero de pronto no se sentía con humor para gestos dulces.

      –Gracias, pero incluso eso suscitará preguntas, Will. Lleva las flores dentro y ponlas en agua.

      –Jess, ¿tenemos que hablar? Podríamos marcharnos e ir a alguna otra parte, si quieres.

      –¿Qué tendríamos que hablar? –preguntó ella no del todo segura de por qué estaba tan furiosa. Nada de ese encuentro había salido tal y como había esperado. Y, a decir verdad, ni siquiera estaba segura de cuáles habían sido sus expectativas.

      Will parecía confuso, y con razón.

      –No estoy seguro de qué necesitaríamos hablar. Solo sé que, de pronto, te veo muy enfadada.

      –No estoy enfadada –dijo ella. Dolida, tal vez. Confundida, eso seguro. Pero no enfadada. ¿Había significado algo ese maldito beso después de todo? Will siempre hablaba de la sinceridad y de ser directo, pero no había dicho ni una sola palabra que indicara que el beso lo hubiera afectado de algún modo. Ella se había abierto, bueno… un poco…, pero lo único que había hecho él había sido destacar lo sucedido.

      Y aunque no parecía que la hubiera creído cuando había negado que estaba enfadada, simplemente asintió y se levantó.

      –Pues te veo dentro.

      Una vez se hubo ido, Jess suspiró. Iba a ser mucho más duro de lo que se había imaginado. Era como si el beso hubiera desencadenado toda clase de emociones inesperadas y ahora tuviera que guardarlas en su interior y fingir que no existían, no solo delante de su familia, sino también delante de Will.

      Una parte de ella quería entrar y dejarse llevar, pero sabía muy bien que si hacía lo que quería y besaba a Will delante de toda su familia para comprobar si la experiencia seguía siendo mágica, no habría vuelta atrás.

      Y aunque últimamente no estaba segura de muchas cosas, sí que estaba segura de que no estaba preparada para eso.

      Capítulo 6

      Will no tuvo mucho tiempo para preocuparse por el mal humor de Jess una vez la comida concluyó. Apenas habían terminado el postre cuando Susie apareció a su lado.

      –Tenemos que hablar –dijo inusualmente desanimada–. Fuera.

      Will miró al otro lado de la habitación, vio que Jess estaba saliendo de la cocina y supo que a ella no le gustaría que la acompañara. Forzó una sonrisa y respondió a Susie:

      –Claro. ¿Quieres ir a dar un paseo por la playa?

      Aunque el día de otoño era sorprendentemente cálido, corría una fuerte brisa que los envolvió mientras caminaban por la arena de la orilla en silencio.

      –¿Vas a decirme por qué querías hablar conmigo?

      Ella suspiró.

      –Es por Mack –dijo y añadió con frustración–: Siempre es por Mack. Ese hombre va a volverme loca.

      Will no pudo evitar reírse.

      –Creo que el efecto es mutuo.

      Susie le quitó importancia al comentario.

      –Venga. Mack nunca se entera de nada y últimamente ha sido peor que de costumbre.

      –¿Qué quieres decir?

      Ella se detuvo y lo miró.

      –¿Puedo ser sincera contigo?

      –Claro.

      –¿Y no irás corriendo a contárselo a Mack?

      –Claro que no.

      –De acuerdo –respiró hondo–. Estoy loca por él desde hace años.

      –¡Vaya, menudo notición! –dijo antes de poder evitarlo y sonrió–. Lo siento, pero es que no estás diciéndome nada que no supiera antes.

      Ella suspiró.

      –Me lo imaginaba. Supongo que sabía que no era un secreto, pero esperaba poder fingir que verlo no era para tanto. Así, si se marchaba, que es lo que hará con el tiempo, mi orgullo seguirá intacto.

      –¿Por qué estás tan segura de que te dejaría?

      –Porque eso es lo que hace Mack –respondió–. Se marcha. Cree que es como su padre, ese indeseable que se marchó antes de que él naciera. Se ha pasado la vida demostrándoselo saliendo con una mujer tras otra y dejándolas a todas. Creo que le gustaron algunas de verdad, pero no se quedó con ellas lo suficiente como para ver si la relación podría funcionar. Le vi hacer eso durante el instituto y la universidad y, aunque siempre sentía algo por él, me juré que no dejaría que hiciera eso conmigo.

      –Y por eso decidiste ser su amiga –concluyó Will.

      Susie asintió.

      –Los hombres suelen dejar a las mujeres con las que salen, pero suelen conservar a sus amigos. Miraos a Mack, Jake y tú. Sois como los tres mosqueteros o algo parecido. Yo quería esa clase de relación con Mack, una que durara. Supuse que era fácil, sin exigencias ni expectativas, y que tal vez así él se sentiría relajado.

      –¿Y acabaría fijándose en ti? –sugirió Will con delicadeza.

      Susie asintió con gesto de abatimiento.

      –Hace un tiempo, cuando Shanna llegó al pueblo y empezó a salir con Kevin, me dijo que creía que Mack estaba loco por mí y yo empecé a hacerme ilusiones. Me dije: «oye, si un observador objetivo se ha dado cuenta de algo, tal vez sea verdad» –suspiró–. Pero no cambió nada. Ahora no sé si cambiará algún día. Es como si estuviéramos atrapados en este patrón de relación y nos diera demasiado miedo arriesgarnos a cambiarlo. ¿Crees que es posible que salgamos algún día de este molde de amigos? ¿O me he condenado por jurarme tantas veces que nunca saldría con Mack?

      –En cierto modo, creo que es más difícil pasar de ser amigos a ser algo más. Si la amistad importa, nadie quiere correr el riesgo de cambiar las cosas.

      –Dímelo a mí.

      –Pero ahí está la cuestión. Si no pides más ni esperas más de Mack, si te ciñes al status quo, ¿alguna vez serás feliz? A veces tienes que correr el riesgo de perderlo

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