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aire por excesiva tensión o relajación de la musculatura costoabdominal.

      – Imitar una voz que no es la propia, o utilizar una tesitura inadecuada.

      – Hablar descontroladamente, o trabajar con la voz más tiempo de lo que la laringe puede soportar.

      – Tener rigidez muscular en cuello y hombros, y falta de apertura de la voz.

      – Desviación del tabique nasal.

      – Desproporción de algunos de los órganos que participan en la emisión respecto a otros, como la lengua con respecto a la cavidad bucal, el velo del paladar demasiado caído, o la faringe demasiado grande en comparación con la laringe.

       Causas patológicas

      – Enfermedades habituales relacionadas con la voz, como laringitis, faringitis, bronquitis, otitis (dolor en los oídos) o sinusitis (inflamación de los senos paranasales).

      – Trastornos relacionados con otras zonas del cuerpo, como problemas digestivos o menstruales. Estos tienen un efecto colateral sobre la voz, al ser el diafragma el techo que separa el abdomen de los pulmones.

      Causas psicológicas

      – La angustia, la ansiedad, el estrés o la depresión afectan directamente la emisión de la voz.

      Si se observa mejor el mecanismo de cada fonema, de cada palabra, parecerá mucho más sencillo cantar o hablar, y se hará, de hecho, más correctamente. Las siguientes páginas se centrarán en las vocales, para abordar después, en este mismo capítulo, las consonantes.

      Los nombres de cada una de las vocales tienen su origen en la fuente que las produce, ya que son sonidos generados por las cuerdas vocales, y se diferencian entre sí por las posiciones de los labios y la lengua, que son específicas para cada vocal. Teniendo en cuenta esto, se suelen ordenar las vocales no como habitualmente se aprenden en la infancia (A-E-I-O-U), sino siguiendo este esquema: U-O-A-E-I. Este último modelo surge a partir del triángulo formado por la U, la A y la I, en función de su ubicación a la hora de emitirlas, al estar establecidas respectivamente por el vértice posterior palatal, el punto neutro similar a la posición de descanso y el punto de emisión colocado en el vértice palatal anterior. Entre esos tres puntos se sitúan la E y la O. Esto lo descubrió el médico alemán Christoph Hellwag en 1781, de ahí el nombre de triángulo de Hellwag (figura 2.1).

      En los diversos ejercicios prácticos de calentamiento vocal, o para pronunciar correctamente las vocales, es recomendable seguir aquel orden (U-O-A-E-I), o incluso ampliarlo a su retroceso (U-O-A-E-I-E-A-O-U).

      El conseguir un buen automatismo en el proceso de cada una de las vocales, colocando el conducto vocal en su posición adecuada, ayuda a comprenderlo mejor. Las vocales deben determinarse perfectamente, economizando movimientos innecesarios.

      En la tabla 2.1 se expone una clasificación de las vocales en la lengua española según su mayor o menor apertura y su localización.

FONEMAAPERTURALOCALIZACIÓN
UCerradaPosterior
OSemicerradaPosterior
AAbiertaCentral
ESemicerradaAnterior
ICerradaAnterior

      En las dos primeras vocales nombradas (U, O), los labios tienen un papel principal. Para las otras tres vocales (A, E, I), es la lengua la que tiene que actuar de una manera especial.

      La E y la I son las vocales palatales más delanteras y las que dejan mayor espacio a nivel faríngeo. También son las que tienen mejor resonancia. Sin embargo, de las dos, en función del género, una es más cómoda que la otra a la hora de cantar: mientras que para los hombres la E es más fácil en los registros más agudos, para las mujeres la I es más cómoda. Esto se puede apreciar en el momento de hacer ejercicios de vocalización. La razón es la siguiente: para la I hay que elevar más aún el dorso de la lengua, hecho que resulta más incómodo normalmente para los hombres, al ser la lengua de unas dimensiones mayores que la de las mujeres. Lo contrario ocurre con la E, siendo más fatigosa de emitir para las mujeres, al necesitar más espacio horizontal.

      Sabiendo esas circunstancias, los hombres, a la hora de pronunciar una I, deben pensar en una E, mientras que las mujeres, para emitir una E, deben pensar en una I.

      Con la voz cantada, la colocación de la zona bucal ha de mantenerse igual mientras se emite un mismo fonema, para así conservar el mismo sonido.

      La U

      Para emitir la U basta colocar bien la boca para silbar. Esta vocal da la sensación de que su proyección comienza en el fondo de la pelvis y se prolonga hasta la punta de los labios. Parece que su sonido recorre toda la columna vertebral, dirigiéndose hacia arriba y hacia el exterior. Con el repliegue de los labios se forma una cámara casi cerrada por fuera, abovedada por dentro, por el paladar, y la lengua doblada al máximo hacia atrás, emitiéndose así una resonancia correcta. Tras aspirar profundamente, pruebe a emitir la U en un tono medio. Haga lo mismo después con las siguientes vocales.

      Si cuesta trabajo obtener ese sonido, imite el sonido de un panal de abejas. En este caso, emita el zumbido por la nariz y después vaya modulando la U.

      En un tono medio, la zona de resonancia de la U está colocada delante de cada oído, y hacia la cara. Si se tuviera que dibujar esta zona, se haría un círculo pequeño en cada una de estas partes. Para una mejor sonoridad, es bueno bajar algo la mandíbula inferior en los ejercicios de vocalización con dicho fonema.

      La O

      Partiendo de la U, para producir la O hay que bajar algo más la mandíbula y ensanchar la apertura de los labios hasta conseguir una forma ovalada, tirando un poco de las fosas nasales. La lengua se repliega hacia la base de los dientes inferiores. Ayuda pensar que la boca es como un espacio hueco. La O se tiene que sentir en la parte dura del paladar.

      La zona de resonancia en un tono medio está colocada rodeando cada oído con una hipotética forma de elipse.

      La A

      A partir de la anterior vocal se puede conseguir más fácilmente la A. Para ello hay que bajar aún algo más la mandíbula y abrir ligeramente los labios sin llegar a descubrir los dientes. La lengua se coloca plana en la parte inferior de la boca, tras los dientes incisivos de esa zona. Se debe emitir una A no excesivamente abierta, sino más bien redondeada, parecida a una O.

      La A es la vocal más primitiva ya que se asemeja a un quejido. Es la primera vocal que emiten los bebés. Este fonema es el más fundamental por el gran espacio bucal que produce. Se escucha en los tonos medios rodeando las respectivas partes laterales de la cara, formando un amplio círculo en cada una de ellas.

      La E

      Con la postura de la A se puede emitir más fácilmente la E. Para ello, la colocación de los labios debe estar a medio camino entre la A y la O, y hay que esbozar una leve sonrisa. Sonará algo oscura por la influencia de la O, y el sonido se dirigirá hacia el paladar óseo y hacia la cara interior de los incisivos superiores. Es más bien la E francesa. Los labios ligeramente alisados darán el tono debido. Se escucha en registro medio como una alargada elipse proyectada tras los oídos.

      La I

      Con la posición de la E se puede llegar mejor a la de la I. Basta con aumentar los pliegues de los labios. Hay que evitar que la lengua se contraiga sobre el paladar; por el contrario, debe apoyarse sobre los dientes inferiores, y los lados deben tocar los colmillos superiores de la arcada dental. La sonoridad debe ser parecida a la U francesa. Es más cerrada

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