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      LA IMPOSTACIÓN

      Impostar la voz es situarla en su tesitura natural, lo que sirve a su vez para aprender a obtener de ella el mayor rendimiento con el mínimo esfuerzo respiratorio. La voz hay que colocarla de forma que salga fluida y lo más uniforme posible, de manera que así luzca sus variados tonos y riquezas sonoras.

      Ya se ha dicho anteriormente que hay personas que hablan con un tono más grave o más agudo de lo que su voz haría de manera natural. Impostar, por tanto, es evitar precisamente eso, pues se trata de colocar la voz en su sitio correcto. De hecho, de la emisión adecuada o no de la voz se derivan todas sus cualidades o defectos. Si la voz está bien colocada, se producen sensaciones de vibración en la región labial, nasal, pómulos, ojos, etc., y no en el mismo lugar en donde se origina, que es en la laringe.

      Saber impostar la voz ofrece una serie de posibilidades que mejoran las capacidades expresivas. Un buen timbre de voz, con muchos matices y una pronunciación clara, hace que la comunicación oral sea agradable para los demás. Ya que la emisión no se realiza igual en los diferentes momentos del día y los diversos lugares, sino que está condicionada por una serie de contextos, es importante ser consciente de la buena impostación de la voz.

      La emisión de la voz está supeditada a cualquier alteración de los órganos que la hacen posible. Fundamentalmente, hay que evitar siempre cualquier constricción de la garganta, ya que provoca rigidez y distorsión de la emisión, más allá de razones externas (como un resfriado o un cambio brusco de temperatura). Hay que intentar pensar a la hora de emitir la voz (sea de forma cantada o hablada) que no se tiene garganta, para así evitar esas tensiones innecesarias. La voz también se siente afectada por el estado anímico y emotivo del emisor.

      Aunque hay muchas opiniones y estudios sobre cómo realizar la emisión correctamente, si nos basamos de forma convencional en lo que dicen los foniatras y los laringólogos, la manera más segura de impostar la voz es a través de la naturalidad y la comodidad, y de acuerdo con la fisiología de cada uno. Por tanto, hay que conocer bien el instrumento para después perfeccionarlo.

      Cuanto más volumen de voz se requiere, mayor presión se necesita para elevar la columna de aire. Lo mismo ocurre cuando los tonos son agudos, que demandan un mayor esfuerzo muscular. Teniendo en cuenta esto, hay que saber siempre hasta qué punto puede una voz llegar a tener o no una correcta emisión, sin problemas ni excesivos esfuerzos.

      Con todo, el mecanismo para hablar o cantar no actúa a impulsos, porque de ser así la voz sonaría de la misma manera. Para lograr ese control durante la espiración, las paredes que separan la parte inferior del tórax de la superior del abdomen no han de descender a su posición de reposo de forma rápida, sino paulatinamente.

      Teniendo en cuenta todos los elementos participantes, la emisión de la voz se realiza adecuadamente cuando la lengua está suelta; la mandíbula, elástica para abrir y cerrar; el paladar, a una altura adecuada, y los labios, bien colocados para la articulación de las palabras, además de adoptar el cuerpo una postura vertical, desde el tronco hasta la cabeza, sin olvidar por supuesto el ya citado control de la respiración, que es el auténtico conductor del proceso vocal. Todas estas consideraciones han de permitir que la emisión sea lo más espontánea y fácil posible.

      La emisión de la voz no debe ser ni demasiado abierta, que provoca una voz chillona, ni demasiado oscura, que produce sonidos entubados. Como dice la antigua escuela italiana de canto: aperto ma coperto (‘abierto pero cubierto’); es decir, con la boca bien amplia por dentro pero, a su vez, modelada exteriormente por los labios.

      La voz debe salir sin presiones de gestos extraños, ni desplazamientos de cabeza que generen vicios difíciles de corregir. La emisión de la voz se consigue de forma correcta cuando el sonido es nítido y adquiere una gama de claroscuros.

      En el caso de que la voz esté forzada o cansada, o si se nota escozor en la garganta, hay que darle descanso durante un tiempo. La flexibilidad y la relajación del cuerpo son básicas para una buena impostación de la voz.

      Además, para la emisión de una voz impostada hay que utilizar bien los diferentes resonadores, es decir, las cavidades en las que se proyectan las vibraciones realizadas por las cuerdas vocales. Para que se produzcan esas resonancias (véase el capítulo 3), hay que educar la voz. Eso requiere una práctica constante, de forma que se pueda conseguir la perfección de la voz con la máxima naturalidad.

      En resumidas cuentas, la voz, hablada o cantada, está bien impostada cuando produce sonidos llenos, redondos, vibrantes y homogéneos. También ocurre cuando la articulación y la dicción se hacen de forma correcta, y, sobre todo en el caso del canto, el velo del paladar se mantiene elevado, ampliando la cavidad bucal.

      Tipos de voces por su emisión

      En el caso concreto de la voz cantada, su emisión se puede hacer de diversas maneras. Se clasifican en cuatro tipos, dependiendo de cómo se realice la espiración:

      • Voz muda. El sonido se emite por la nariz con la boca cerrada, los dientes superiores e inferiores se tocan, y la punta de la lengua seune al paladar. El sonido de este tipo de emisión es exclusivamente nasal. En este caso, la voz resuena en la faringe, en el velo del paladar y en la nariz.

      • Voz plana. El sonido se emite por la boca abierta, con una cierta posición de sonrisa pero con un espacio interno horizontal y más bien estrecho, pero sin resonancia nasal. El velo del paladar está unido a la parte posterior de la garganta y la lengua se mantiene plana. Aunque este modo de cantar puede facilitar la producción y afinación de las notas agudas, los registros agudos se vuelven poco timbrados y parecidos a los gritos. A su vez, los registros graves y el volumen se empobrecen. El hecho de que muchas personas desconozcan el uso correcto del velo del paladar para impostar la voz, la «llamada posición de bostezo», es la principal causa de la emisión de una voz plana, sin ninguna proyección.

      • Voz nasal con resonancia bucal. Los labios están cerrados, pero la boca se mantiene abierta por dentro, la lengua plana y baja, y el velo del paladar separado de aquella y de la pared posterior de la garganta. Esta emisión resuena, además de en las zonas en que lo hace la voz muda, en la boca.

      • Voz proyectada. El sonido sale por la boca abierta, pero con una mayor resonancia nasal respecto al modelo anterior. Esto es debido a que se amplía el espacio entre la garganta y la rinofaringe (la parte elevada de la faringe). De esta forma, resuenan todas las cavidades que participan en la emisión de la voz: las fosas nasales (a partir del techo duro del paladar), la boca, la rinofaringe y la faringe. Dentro de la voz proyectada, se pueden apreciar dos sonoridades diferentes: engolada y redonda.

      a) La voz engolada. Esta sonoridad se produce cuando además de elevar el velo del paladar se contrae el fondo de la garganta, inmovilizando la laringe en una posición demasiado baja. Así se obtiene la llamada voz engolada o «tragada». Hay que evitarla, por tanto, al estar muy lejos de una buena impostación.

      b) La voz redonda. La forma más completa de emitir la voz proyectada es cuando es redonda, con el paladar blando elevándose como en un bostezo, y combinándolo con una leve sonrisa, sin abrir demasiado los labios.

      Durante la emisión de la voz se pueden apreciar varios defectos. Se pueden clasificar tres tipos de causas que provocan esas deficiencias vocales: causas físicas, patológicas o psicológicas. No suele haber una causa aislada, sino que normalmente una lleva a otra.

       Causas físicas

      – Adoptar una mala posición de la laringe, muy elevada para sonidos agudos y muy baja para sonidos bastante graves. Eso produce constricciones faríngeas, dando la sensación literal de ahogamiento.

      – Elevar la intensidad de la voz lanzando una excesiva corriente de aire contra las cuerdas vocales, o bien, por el contrario, emitir el ataque del sonido de forma demasiado blanda, produciendo

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