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      A su vez, cada persona tiene su tono de voz habitual, es decir, con el registro con el que se siente más cómodo y sobre el que se suceden movimientos ascendentes y descendentes de su habla.

      Está comprobado que, según la zona del planeta en la que se viva, la voz es más grave o más aguda. Esto es debido a que el sistema nervioso trabaja a diferentes velocidades según el entorno, lo que hace que cuanto más frío sea el territorio más grave sea la voz de sus lugareños. Por este motivo, generalmente las voces de los habitantes del Caribe son más agudas que las de aquellos que viven en zonas gélidas, como Rusia, por ejemplo. La actual globalización y los movimientos migratorios han hecho que, cada vez más, sea más fácil encontrar voces agudas en países fríos, y viceversa.

      Dentro de España, el tono más grave se presenta en las dos Castillas. En Andalucía predomina un tono en general más agudo, así como en Cataluña, Valencia y Galicia.

      El español se habla generalmente con un tono más grave que el francés o el italiano. El inglés y el alemán tienen una tonalidad muy cercana a la lengua española. Por otro lado, el español practicado en los países hispanoamericanos presenta un tono más agudo que el del centro y norte de España. Del estudio de la entonación se encarga la prosodia.

      El timbre

      Uno de los primeros problemas con el que se encuentra una persona que comienza a trabajar con su voz es que no la conoce realmente. Por ejemplo, el docente que empieza a ejercer su profesión se siente a veces extraño a la hora de hablar, al tener que articular la boca y sobre todo los labios de un modo antinatural, artificial, teatral. En esos momentos quizá no le guste su timbre, al tener la obligación, más que nunca, de escucharse, algo a lo que no está acostumbrado.

      Hay que aceptar el timbre que tiene cada persona, pues así es como se le puede sacar partido. Algo muy útil en este sentido es grabarse uno mismo a menudo, en diferentes ámbitos, para analizar y aceptar su timbre.

      Más allá del timbre, algunas personas utilizan un tono de voz inadecuado, más agudo o más grave de lo normal. Hay que adaptar el timbre a la estructura bucal de cada uno, pues si no se hace así, a medio plazo podrían aparecer lesiones al hablar o cantar de una manera forzada.

      Hay que ser consciente de que la voz se puede mejorar, empeorar o transfigurar temporalmente al imitar otra voz, pero no se puede cambiar su timbre. En este sentido, se podría cambiar el color de los ojos con unas lentillas o el pelo con un tinte, pero no sus características naturales.

      Parece que por cuestiones sociales aparentemente impone más respeto un timbre grave que uno agudo. Quizá por ese cliché casi inconsciente algunas personas hablan más grave de lo que les correspondería por sus características vocales.

      También ocurre a veces lo contrario cuando se usa un timbre demasiado agudo, por lo que se agota más aún la voz pues el individuo está elevando demasiado la laringe, y por tanto forzando las cuerdas vocales. Para ello, además tiene que emplear un volumen más alto de lo habitual para mantener a esa altura la laringe por encima de su posición más cómoda. Estos casos ocurren por haber memorizado desde la infancia un patrón erróneo de modo de hablar, heredado habitualmente del entorno familiar.

      La intensidad y el estado de ánimo

      El volumen de la voz depende del manejo adecuado de la presión del flujo de aire que ha ejercido la laringe (en la subglotis o en la parte inferior de las cuerdas vocales). No se debe confundir la intensidad (o volumen) con el tono (grave o agudo). La intensidad está determinada por factores como la circunstancia, el estilo, la educación o la emoción. Es apropiado saber hablar con la intensidad adecuada en cada momento, siendo conscientes de que se suele emitir la voz más alto de lo necesario. Hablar fuerte por hábito, como ocurre en algunas personas, perjudica de por sí tanto al oyente como al emisor.

      El estado de ánimo afecta mucho también a la forma de emitir la voz, más allá de la intensidad. La alegría, la tristeza, el asombro o la sorpresa no se pueden entonar, y por tanto expresar, de la misma manera (tabla 1.1).

ARTICULACIÓNEs la correcta pronunciación de las consonantes.
DICCIÓNSe encarga del fraseo adecuado, con matices y respetando las pausas. Es la manera de articular las palabras.
LAS PAUSAS Y EL RITMOEstán muy ligados a la velocidad al hablar, y sirven para dar sentidoa lo que se dice enfatizando algunas palabras sobre otras, y así evitar la monotonía.
ENTONACIÓNEs el grado de elocución a la hora de hablar, es decir, las inflexiones y las expresiones utilizadas en la voz hablada.
TIMBRESe trata del sonido característico y único de cada voz. Depende de la constitución de las cuerdas vocales, de su manera de vibrar y de la forma de las cavidades de resonancia.
INTENSIDAD Y ESTADO DE ÁNIMOEl volumen depende de la presión que ejerce la parte inferior de las cuerdas vocales. El estado anímico y los rasgos propios de la personalidad repercuten directamente en la emisión de la voz (actitud al hablar).

      Consejos para cuidar la voz

      Terminaremos este apartado sobre la voz hablada presentando de manera esquemática algunas recomendaciones que sirvan para conservar la voz y emitirla de manera precisa y expresiva:

      – Proyectar el sonido al hablar especialmente sobre el paladar duro, subiendo los huesos maxilares, de forma que la voz se proyecte bien en la sala. Eso no significa que se escuche fuerte, sino de una manera clara e inteligible.

      – Tener presente que son los labios y la lengua, y no la boca, los que articulan las palabras. Por tanto, hay que mantener cierta flexibilidad en los labios y la lengua.

      – Ejercitar con cierta frecuencia la lectura lenta y en voz alta, con una respiración controlada, es de una gran importancia para el dominio de la voz.

      – Lo mismo se puede decir de leer trabalenguas de vez en cuando.

      – Empezar a hablar siempre con mucha calma y con poca intensidad, para así obligar a los demás a guardar cierto silencio.

      – Cuando la voz esté cansada, es bueno hacer una pausa, beber agua y adoptar durante unos segundos la posición del bostezo reprimido.

      – Intentar hablar articulando bien.

      Todos los aspectos que se han comentado sobre la voz hablada se pueden aplicar a la voz cantada. Sin embargo, cantar bien exige utilizar una mayor variedad de intensidades, una perfecta colocación y utilización de los resonadores, y una mayor gama de articulaciones y sobre todo de inflexiones; es decir, desde unos tonos más graves hasta otros más agudos. En este sentido, la voz se convierte en música al exagerar dichas inflexiones.

      La voz cantada es la máxima expresión de la voz humana. Con la emisión de sonido articulado y modulado, el canto constituye sin ninguna duda el primer instrumento musical que utilizó el ser humano. Según el compositor y director de orquesta Richard Strauss (1864-1949), la voz es el instrumento más bello y a su vez el más difícil, dada la gran cantidad de músculos que se deben poner en funcionamiento para su correcta emisión.

      Existe una gran diversidad de formas de entender la voz cantada, más allá de la sociedad que se considere. Porque sea cual sea su procedencia, el canto puede comunicar sentimientos, recuerdos, estados de ánimo, ideas… La propia música instrumental puede transmitir todas esas emociones y sensaciones, pero la voz, al añadir el texto, acentúa la comunicación con el receptor.

      A partir de ahora, cuando hablemos de la voz en el canto nos vamos a referir a la voz cantada cultivada, entendiendo que el canto espontáneo, popular, no reclama una preparación técnica especial, ya que cambiaría la idiosincrasia y singularidad de esa música. Sin embargo, cada vez hay más cantantes de música ligera que se adentran en la técnica vocal, ya que tan solo por sus beneficios saludables merece la pena desarrollarla.

      Al igual que todas las personas disponen en circunstancias normales de la voz para hablar,

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