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Problemas de Desarrollo Económico. De este modo, los cursos de CEPAL comenzaron a presentarse como una alternativa a las propuestas de formación fuera de la región que ofrecían las fundaciones privadas o las universidades prestigiosas, como Chicago, Cambridge y Oxford.

      En lo que respecta a la sociología, varios estudios han determinado que desde mediados de la década de 1940 esta disciplina experimentaba un sostenido proceso de institucionalización (Murmis, 2005; Blanco, 2006; Noe, 2005). Como área de enseñanza se fue diferenciando principalmente del Derecho y en algunos casos de la Filosofía, que eran los ámbitos donde funcionaban las cátedras de sociología y era la formación de base de la mayoría de los primeros “sociólogos”. Ya entre mediados de 1930 y 1940 existían decenas de cátedras en la mayoría de los países de la región. Había sido creada en Brasil la primera escuela de sociología (en São Paulo) y los primeros institutos en México, Chile y Argentina. También en esos años se fundaron las primeras revistas especializadas: Sociologia, en São Paulo (1939), Revista Mexicana de Sociología (1939), Revista Interamericana de Sociología en Caracas (1939) y el Boletín del Instituto de Sociología, de la Universidad de Buenos Aires (1942). Surgieron colecciones de libros especializados, editados por el Fondo de Cultura Económica primero, y después, por las editoriales Losada, Abril, Paidós.

      Aunque entre 1910 y 1928 se editó en Buenos Aires la Revista Argentina de Ciencias Políticas, esta disciplina comenzó a diferenciarse de los estudios jurídicos bastante más tarde. En algunos casos se desarrolló vinculada con el interés por la administración pública y en otros, vinculada a la formación de dirigentes políticos. Varios estudios recientes (Huneeus, 2006; Altman, 2005; Leiras, Abal Medina (h) y D’Alessandro, 2005; Amorim Neto y Santos, 2005; Lesgart y Fernández, 2005) han determinado que los primeros ámbitos de enseñanza se crearon en institutos independientes o en las facultades de Derecho y Ciencias Sociales. En Argentina, el Instituto de Estudios Políticos (1950) y la Escuela de Estudios Políticos y Sociales (1952), de la Universidad Nacional de Cuyo (Mendoza); En 1952 la Escuela Brasileña de Administración Pública; en México, la Escuela de Ciencias Políticas y Sociales (UNAM, 1955); en Chile, el Instituto de Ciencias Políticas y Administrativas fue creado en 1954 (Facultad de Ciencias Jurídias y Sociales, Universidad de Chile). El desarrollo de la investigación en ciencia política daría un salto recién en la década siguiente, con el Centro de Estudios Internacionales (El Colegio de México, 1962), el Instituto de Estudios Internacionales (Universidad de Chile, 1966) y la Escuela Latinoamericana de Ciencia Política (FLACSO, Chile, 1966). Un estudio comparativo del desarrollo en Chile de las escuelas de Ciencia Política de la Universidad de Chile y FLACSO puede verse en el capítulo cuarto de este libro.

      Un fenómeno que tuvo una repercusión importante en el desarrollo de las ciencias sociales entre las décadas de 1930 y 1940 fueron las misiones científicas extranjeras (principalmente francesas y norteamericanas), que llegaron a distintos países de la región, pero tuvieron particular impacto en Brasil. Algunos estudios (Peixoto, 2001, Trindade, 2005b, Limongi, 2001) han determinado que las misiones francesas fueron favorecidas por redes informales creadas a comienzos del siglo XX, como los Comités Francia-América. Estos grupos no tenían apoyo institucional y económico pero tenían vínculos con la diplomacia y estaban motorizados desde el siglo XVI por el ansia francesa de “conquistar” América. Durante el siglo XIX estas ansias fueron diversificadas hasta el punto de originarse intereses intelectuales específicos que derivaron en la conformación del Groupement des Universités et Grandes Écoles de France pour la Rélation avec l’Amérique Latine (1908). Se trataba de viajes individuales, enmarcados en el contrato que ofrecían las universidades brasileñas recientemente creadas. La gran mayoría de los cientistas sociales franceses que llegaron eran muy jóvenes y estaban en pleno proceso de maduración. La estadía en Brasil tuvo un fuerte impacto en sus carreras y en la formulación de sus proposiciones conceptuales. Peixoto recuerda en ese sentido el papel que esta experiencia tuvo en las interpretaciones del grupo de los Annales acerca de la historia europea o en la trayectoria antropológica de de Lévi-Strauss (Peixoto, 2001: 504). Trindade (2005b) sostiene que la Escuela de São Paulo de Sociología se institucionalizó en 1955, cuando Florestán Fernández tomó a su cargo los cursos de Sociología y a partir de entonces, un proceso de “nacionalización” ocurrió en relación con las misiones extranjeras. Lo que comenzó como una etapa de cooperación interpersonal fue reemplazada por una etapa de relaciones interinstitucionales, originadas en el reconocimiento mutuo de tradiciones académicas.

      Mientras, las misiones norteamericanas tenían un importante apoyo externo, ya sea de la universidad de origen o del Social Science Research Council. Estos académicos venían amparados en convenios interuniversitarios que impulsaban la creación de centros de investigación y enseñanza, mayormente en el área de antropología. En el caso de la Sociología, estas misiones se concentraron en la Ecola Livre de São Paulo. Según Peixoto (2001), si se impuso una tradición de investigación empírica en aquellos años en la ELSP no fue por la cantidad de académicos americanos que llegaron sino por el peso de un académico en especial, Donald Pierson. Estas misiones duraron también hasta fines de los de 1950, cuando las fundaciones privadas comenzaron a insertarse en Brasil y surgieron otras formas más orgánicas de cooperación con acuerdos institucionales, subsidios a proyectos y centros, programas de intercambio con agencias y organismos internacionales.

      Una de las misiones extranjeras más importantes que se inscribió en esta nueva modalidad fue constituída para ejecutar el proyecto de estudio sobre razas que encabezó el etnólogo nacido en Suiza, Alfred Métraux (1902-1963), que era, como hemos visto, uno de los principales animadores del Departamento de Ciencias Sociales de la UNESCO. Métraux fue uno de los primeros antropólogos que trabajaron en América del Sur. Inició su trabajo de campo a mediados de 1930 y tuvo especial interés en Chile, Bolivia y Perú, como lo evidencian sus trabajos La isla de Pascua (1951) y Religiones y magias indias de América del Sur (1967). Había vivido Argentina en su infancia, cuando su padre había sido trasladado como médico a la provincia de Mendoza. Entre 1928 y 1935 fue el principal impulsor y primer director del Instituto de Etnología de la Universidad Nacional de Tucumán y desde 1946 fue contratado como experto de las Naciones Unidas. Ya en su cargo como director de la Division de Estudios Raciales de la UNESCO llevó adelante el estudio sobre racismo en Brasil, entre 1951 y 1952, acompañado por Roger Bastide, Florestán Fernández y algunos discípulos: Octavio Ianni y Fernando H. Cardoso. El informe, elaborado en 1952 en base a las encuestas realizadas, contradecía la imagen de “paraíso interracial” que se venía estimulando desde sectores gubernamentales e intelectuales y es posible que esto haya provocado la caída en desgracia de Métraux dentro de la Organización (Maio, 2007: 194).

      Para mediados de la década de 1960 la diferenciación de saberes sociales y la expansión institucional de las universidades comenzó a manifestarse con la aparición de agentes académicos full time: profesores con dedicación exclusiva contratados por centros independientes, universidades públicas y privadas; expertos en ciencias sociales sostenidos por los organismos internacionales; especialistas europeos o norteamericanos becados por fundaciones privadas para realizar actividades de docencia en las universidades latinoamericanas; y estudiantes latinoamericanos que circulaban dentro y fuera de la región en actividades de posgrado o perfeccionamiento. Los docentes de enseñanza superior, cuyo número se elevaba a 68.000 en 1960, llegaron para 1976 a la cifra de 371.000, con una tasa de crecimiento anual acumulativo de 8,9% entre 1960 y 1970; y de 15,0% entre 1970 y 1976 (UNESCO-PNUD, 1981: VIII-92). El proceso de institucionalización que venimos describiendo alcanzó cierta madurez y puede hablarse de la existencia de un circuito académico regional de las ciencias sociales, con varias instituciones de investigación y enseñanza comunicadas entre sí, redes informales, asociaciones profesionales regionales, congresos, conferencias y otros espacios de encuentro, publicaciones periódicas y editoriales con una cierta circulación en las mayores capitales del continente. Los más activos académicos participaban en asociaciones profesionales regionales o mundiales, que se materializaron en la década siguiente, como la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS), la International Sociological Association (ISA) o el Instituto Internacional de Sociología (IIS).

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