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de la comprensión es la concreción de la conciencia de la historia efectual.i

      Al partir de la idea de Gadamer, de que toda comprensión es una interpretación, en la nuestra seguramente está presente la propia carga intelectual, afectiva y valorativa:

      La conciencia histórica está presente también en la selección misma de los textos escritos y la recuperación de los testimonios, donde, además de mi propia carga afectiva e intelectual, se suma la de los entrevistados. Esto es inevitable porque, desde la perspectiva hermenéutica (de acuerdo con Husserl), somos “ser en el mundo”, sujetos con intuición frente a un complejo campo de significados.

      Pero, ¿cómo penetrar en la conciencia histórica de la Cristiada si mi propia interpretación parte de sentidos interpretados? Esa es precisamente la tarea hermenéutica, en la medida en que pretende constituirse en una filosofía sobre el sentido del sentido: leo e interpreto los elementos que permanecen en la conciencia histórica de testigos y protagonistas, narradores y la jerarquía católica, acerca del hecho cristero, para integrarlos y analizarlos como elementos constitutivos de la conciencia histórica del occidente mexicano en el tercer milenio; luego, entonces, mi interpretación es una lectura de hechos previamente interpretados.

      Esta multiplicidad de interpretaciones posibles, y su relatividad, sólo complejizan el problema de la objetividad de la interpretación de los textos. ¿Qué se puede decir al respecto? A la lectura de la guerra cristera que hicieron los testigos y protagonistas, los autores de cuentos y novelas y el Episcopado mexicano y su Comisión para las causas de beatificación de los mártires de la guerra cristera, se sumaría mi propia lectura de los hechos a través de los textos seleccionados, testimonios recogidos y documentos emitidos. Una interpretación de otras interpretaciones. ¿Cuál es, entonces, la especificidad de mi lectura? Interpretar significa para mí —parodiando a Gadamer— aportar mis propios conceptos con el fin de que la conciencia histórica de la guerra cristera se haga discutible y cada vez más comprensible.

      Esto nos lleva a reconocer que no hay una única interpretación “objetiva” de los textos literarios o históricos. La situación se complejiza en el caso de los testimonios —textos mediatizados— que se analizan en los capítulos v y vi. Desde la perspectiva hermenéutica, tanto en Gadamer como en Ricoeur, se reconocen dos limitantes: en primer lugar, la renuncia al saber absoluto, a la identificación del fundamento trascendental y a la justificación última de toda ciencia; en segundo, que en la hermenéutica la subjetividad no tiene la pretensión de ser el fundamento último, ya que la comprensión de sí coincide con la interpretación que se haga de los elementos mediadores (signos, símbolos y texto). En resumen, en la propuesta de Ricoeur, la interpretación está sujeta a una triple contingencia: la de los símbolos y los textos escogidos —que son parte de una cultura, no tienen significado unívoco, y la individualidad del intérprete.

      Como propuesta epistemológica, la hermenéutica pretende ir más allá: recuperar y describir las diferentes posibles interpretaciones; apropiarse de las diversas metodologías para el análisis interpretativo, y hacer uso de ellas para obtener un conocimiento profundo del texto; comparar las diversas interpretaciones y llegar al momento hermenéutico, planteando una interpretación creadora. La hermenéutica se propone como perspectiva epistemológica y no como metodología particular para el análisis de textos históricos y literarios; perspectiva desde la cual puede accederse al conocimiento científico a través de las diferentes disciplinas, con el hombre como centro de su atención —no como explicación última.

      Los niveles del análisis

      Descripción fenomenológica del simbolismo. Mímesis I

      La hermenéutica recupera la preocupación de la fenomenología

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