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con los territorios locales y los contextos nacionales y mundiales; asimismo de manera colectiva acordamos diferentes ejes de trabajo: madre tierra, patrimonio y saberes ancestrales, valores, el tiempo y las temporalidades, los deseos, los mandatos, los roles, los estereotipos, la autonomía de nuestros cuerpos, ritualidades, identidades, las violencias, los feminicidios, el empoderamiento de las niñas y las mujeres, y la construcción de vínculos armoniosos para una cultura de paz, además de los relacionados con la situación de las trabajadoras en el sector cultural. La premisa fue crear estos núcleos en el marco de un programa flexible a la incorporación de otros temas y a nuevas participaciones, resultado del intercambio de experiencias, para dar una genuina oportunidad a la posibilidad, en tanto invitación abierta.

      Así, a través de un proceso de gestión colaborativa y de intuitivas tecnologías sociales fundadas en la sensibilidad, a mediados del 2013 lanzamos la convocatoria para nuestro Primer Encuentro de Mujeres X la Cultura, en Chile. En él participamos mujeres diversas del sector cultural de Colombia, Argentina, Ecuador, Brasil, Bolivia, República Dominicana, México y de diferentes localidades chilenas, dispuestas a vivir el territorio, a trabajar desde los sentidos y los sentimientos.

      Como conclusión de aquel primer encuentro, impulsamos la conformación en América Latina de la Red de Mujeres x la Cultura, una red abierta a mujeres de diferentes haceres, recorridos, latitudes, saberes, sentires, pareceres, identidades, edades y activismos, quienes desde sus lenguajes artísticos, cosmovisiones y prácticas intervienen sobre dimensiones socioculturales y se reúnen para trabajar juntas en el desarrollo de una comunidad gestada por mujeres del campo cultural. De esta manera incidimos en la generación de nuevos escenarios para reconocer y legitimar los aportes históricos y actuales de las mujeres, invisibilizados en la construcción cotidiana de nuestras sociedades.

      Por este motivo, desde el inicio nos propusimos que los encuentros contribuyeran a visibilizar el rol de las mujeres en el desarrollo cultural a través de acciones sencillas y concretas. Por ejemplo, en la contratación de servicios de transporte, alimentos y hospedaje a proveedoras mujeres, el diseño del arte por creadoras locales, los servicios de fotografía, entre otros, para reconocer económica y socialmente este trabajo, de gran relevancia para la autonomía de emprendedoras y creadoras. También procuramos espacios de exhibición de productos artísticos y culturales, así como tiempo para visitar proyectos de mujeres que se desarrollan en el territorio anfitrión.

      Manifiesto: Pequeña Guía de Buenas Prácticas

      • Analizamos y debatimos temas que no están formando parte de la agenda cultural formal, como los derechos de las mujeres en un contexto histórico de desigualdad; el empoderamiento cultural, social, político y laboral y en especial, la sensibilización para combatir la violencia contra las mujeres. Por ejemplo, impulsamos el lanzamiento de la campaña #AlertaVioleta a través de la red en pos de que las instituciones culturales tomen posicionamiento contra la violencia de género, en donde la NaNa, Fábrica de Artes y Oficios asumió con compromiso este liderazgo.

      • Recuperamos espacios y tiempos de comunicación diversos, de memoria colectiva ancestral, de buen vivir, de respeto y de entendimiento, que favorezcan el acercamiento a través del diálogo con nuestras comunidades y así fortalecer el rol de las mujeres dentro de ellas, contemplando la construcción de metodologías orgánicas (Burns y Stalker, 1961), sensibles y plurales, de gestión de procesos colectivos.

      • Proponemos nuevos canales y circuitos que permitan la circulación de bienes y servicios artísticos y culturales desarrollados y/o gestionados por mujeres: cito como ejemplo el Festival Voz de Vida en Pasto, Colombia, organizado por una de las integrantes de la red, el cual ha contado con la participación y la colaboración de al menos seis gestoras culturales y artistas de la red de Ecuador, Perú, República Dominicana y Chile.

      • Presentamos las experiencias de las mujeres en el sector cultural, reconociendo y legitimando sus aportes a la construcción cotidiana de nuestras sociedades, promoviendo escenarios más inclusivos y equitativos. Así, nos propusimos interpelarnos sobre las políticas públicas de cultura que llevamos adelante para facilitar contextos que estimulen la creación, producción y difusión de imaginarios culturales. Como ejemplo, el año pasado participamos en el panel “Ahora Nosotres: artesanías, género y redes”, organizado por Mercado de Industrias Culturales de la Argentina.

      • Creemos que las políticas culturales van mucho más allá de la gestión de espectáculos, nos interpelan sobre las maneras en que nuestras acciones permiten mantener o transformar el orden vigente. A 70 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos trabajamos por reconocerla como el mayor pacto social de la humanidad y reafirmamos nuestro compromiso por contribuir a la apropiación de los derechos culturales en tanto derechos humanos, desde la perspectiva de género que propicie un desarrollo inclusivo.

      • No desistimos ante contextos donde la situación política y social parecía indicar que nuestra reunión anual no llegaría a suceder, hicimos sinergia para salir adelante y logramos encontrarnos con convicción, confianza y comprensión, porque una red es un tejido de voluntades y de almas dispuestas a la concreción de un proyecto que conlleva anhelos colectivos profundos y por lo tanto esfuerzos compartidos.

      • Finalmente, articulamos con diferentes universidades y administraciones públicas de cultura latinoamericanas como coproductoras en cada uno de los encuentros para incidir en el enfoque de género de las políticas públicas a través de un trabajo de sensibilización sobre los derechos culturales de las mujeres y la necesidad de que se valore económica y socialmente

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