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por parte de estos niños que aún despiertan a la pubertad y tienen toda su vida por delante.

      Los jóvenes que viven en nuestro alrededor, tienen todo lo que un adolescente quisiera tener. Toda la tecnología, los teléfonos, vehículos muchos de ellos, comodidad en sus casas, cuartos propios, ropa nueva, zapatos de marca, videos y cuanta cosa se les viene a la cabeza, ¡pero no son felices!

      Por el contrario estamos viendo una generación de jóvenes en depresión, en tristeza, en angustia permanente, en crisis existencial, con intentos de suicidio, con vicios a los que se aferran para encontrar salidas a sus vacíos, con problemas que ellos mismos no saben cómo confrontar.

      Los padres siguen trabajando largas jornadas para seguir comprando cosas que no van a llenar ese vacío de su juventud.

      Muchos jóvenes lo tienen todo pero no son felices. Por el contrario, viven resentidos, viven deprimidos y terminan buscando en los vicios, en las drogas, en las pandillas, una respuesta para sus interrogantes.

      Este mundo necesita desesperadamente una esperanza real. Esa esperanza tiene un nombre, se llama Jesucristo, nuestra única y verdadera esperanza.

      Él no nos abandona, sino que está presto a nuestros ruegos y podemos acudir en cualquier momento y su línea nunca está ocupada.

      Es nuestro Señor, quien nos conforta, quien nos ayuda, quien nos consuela.

      Los tiempos difíciles se vencen siempre con la plenitud del amor que Jesús vino a entregar a cada uno de los suyos. Recibe en este día esa plenitud y vive de aquí en adelante con gran esperanza.

      “Cristo en nosotros, la esperanza de gloria” (Col. 1:27b).

      Oración:

      Señor amado, en este día deseo renovar mi intención de ayudar a quien clama en necesidad. Sé que el mundo te necesita y yo puedo ser parte de un cambio real en la vida de alguien cuando comparto de ti, Señor Jesucristo, la única esperanza real a quien podemos aferrarnos. Ayúdame para no ser indiferente, sino que pueda compartir con los demás la esperanza de gloria. Amén.

      Confiando de nuevo en El

      “Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y te apacentará de la verdad”

      (Salmo 37:3)

      Si tú eres una persona convertida, eso significa que una vez le confiaste tu vida al Señor.

      Un día El Señor te atrajo con su amor y abriste tu corazón y dijiste Señor entra en mi vida y hazla de nuevo.

      Y El empezó el trabajo, lentamente, pacientemente.

      Cuando caías Él te levantaba, cuando te extraviabas Él te encontraba de nuevo, cuando desfallecías encontrabas una mano en la que te apoyabas para encontrar nuevas fuerzas.

      Y tal vez por circunstancias en la vida llegaste incluso a dudar de tu fe.

      Pudiste preguntarte: ¿vale la pena esto? ¿No hubiera sido mejor quedarme cómo estaba?

      Hasta más problemas he tenido desde que he venido a Cristo y tengo mucha oposición.

      Han pasado los años, han venido situaciones difíciles, han llegado los problemas y has tenido que lidiar con ellos.

      Incluso puede haber sido que por causa de todo eso perdiste ese fuego interior que tenías desde el principio. El enemigo susurra al oído de los creyentes para decirles: no eres importante para nadie, Él no te ama, te abandonó cuando más lo necesitabas, te dejó solo y tú habías puesto tu confianza en Él y mira ahora tu vida.

      Pero la pregunta hoy para ti es: Ahora que le conoces más. Ahora que has vivido tantas experiencias con El. Ahora que has soportado dolores, fracasos, tristezas, malos momentos: ¿serías capaz, de confiar de nuevo en El?

      Porque algo pasa cuando tú has sido quebrado/a pero sobrevives.

      Algo pasa cuando a pesar de los golpes de la vida, tú permaneces.

      Algo pasa cuando el cristiano se mantiene firme aun en los peores momentos de su vida.

      Tu misión se alcanza, tu carácter se fortalece y te preparas para más grandes retos de la mano del Señor.

      ¿Le alabarías hoy aunque no estés en el mejor de tus momentos?

      ¿Le alabarías hoy aunque te sientas resquebrajado aun?

      ¿Le alabarías hoy aunque sientas que todavía sientes dolor en tu interior?

      Algo pasa cuando le alabamos en momentos difíciles, porque esa alabanza convertirá el lamento en baile y la tristeza en alegría.

      Dios no ha terminado contigo, Él tiene mucho más para ti. Él ha reservado el mejor vino para el final de la fiesta y ese vino nuevo está a punto de ser derramado en odres nuevos, en vasijas de honra listas para recibir la frescura que mana del cielo sin detenerse.

      Por eso es hora de confiar de nuevo en El.

      Ya has aprendido que puedes confiar en Él y descansar en su amor infinito.

      Oración:

      Señor, desde que te conocí he ido aprendiendo que tú me has dado una nueva naturaleza para resistir los problemas de la vida y seguir luchando con valor y con entrega. Sé que ahora soy una nueva criatura, preparada para levantarse de nuevo después de cada caída y para seguir caminando con valentía en esta vida, mientras tú estás conmigo. Amén.

      Viviendo una vida desafiante

      “…. yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10)

      ¿Sientes que en tu vida estás cumpliendo con los propósitos para los cuales fuiste creado/a?

      O tal vez tu vida es solo de total aburrimiento y sin desafíos en cada jornada.

      ¿Cómo justificarnos delante de Dios, cuando seamos llamados a rendir cuentas por lo que hicimos mientras estuvimos aquí? ¿Cómo justificaremos haber tenido vidas aburridas, sin desafíos, cuando Dios nos llamó a algo diferente?

      ¿Tener vidas llena de opresión, de miseria y de temor, cuando El Señor nos ofrece una vida en libertad, en abundancia y en su poder?

      ¿Tener vidas que se contentan con lo natural, cuando han sido dotadas de lo sobrenatural?

      Un cristiano no debe vivir en temor. Un cristiano no debe vivir en cadenas. Un cristiano no debe vivir en tormento. Un cristiano no debe vivir en angustia.

      Todo eso ya lo tomó El Señor y aunque el enemigo vino para matar, robar y destruir, nuestro Señor Jesucristo vino a darnos una vida diferente, una vida en la que se manifiesta continuamente lo sobrenatural, una vida en abundancia.

      Hace algunos años un pastor puso a la puerta de su iglesia el siguiente rótulo: esta iglesia o tiene un avivamiento, o tiene un funeral.

      Creo que deberíamos desafiarnos de esa manera. Nosotros como gente de fe, no tratamos con cuestiones superficiales, no.

      Nosotros tratamos con las almas de los seres humanos, el destino eterno, el poder de un Dios que puede sanar, que puede liberar, que puede transformar vidas, que puede abrir los ojos de los ciegos y perdonar nuestros pecados.

      Estas no son cosas superficiales, esto es lo más profundo en el ser humano.

      Por eso también deberíamos desafiarnos a nosotros mismos: o tenemos un avivamiento, o tenemos un funeral. Las cosas de Dios no se deben jamás tratar de manera superficial.

      El llamado es a vivir de una forma desafiante. El reino de los cielos sufre violencia y solo los valientes lo arrebatan (Mateo 11:12).

      Oración:

      Espíritu Santo, mi oración hoy es por un verdadero avivamiento.

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