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“… ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?” (Juan 4:11).

      En una extraordinaria promesa, el Señor entonces declaró ser la fuente de agua viva, el manantial de vida eterna, diciéndole: “… Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a tener sed; “más el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” (Juan 4:13-14).

      Abundancia que fluye desde tu interior. Palabra que no se detiene. Unción que se esparce por donde quiera que tú vayas. Ríos que inundan de bendición tu vida y la de quienes son tocados por ti.

      Así como en el pozo de Jacob, también en la actualidad el Señor Jesucristo es la única fuente de agua viva, el agua que apagará la sed de aquellos que sufren de la sequía de verdad divina que tanto aflige al mundo.

      Ese debe ser el cristiano de todos los tiempos. Tomando siempre de la fuente del agua viva. Fortaleciendo su vida con la voz que viene de los cielos.

      Vida nueva, corrientes que no se detienen, torrentes de bendición que no cesan y la palabra cada vez haciéndose más viva en nuestro interior.

      Hay muchos pozos hoy, pero están secos. Hay muchas almas hambrientas que están vacías. Pero si vamos a Jesús y lo tomamos a Él y a su Palabra, encontraremos ríos de agua viva para bendición.

      Oración:

      Señor amado, te doy gracias por ser esa fuente inagotable del agua viva. Hoy más que nunca quiero acercarme a ti y beber de esa agua que calme mi sed para siempre. Mi propósito es nunca alejarme de tus caminos. Si así lo hiciera moriría de sed. Por eso hoy me reafirmo en seguir tu camino, el único camino que lleva a la vida eterna. Amén.

      Errando el blanco

      “No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21)

      En los Juegos Olímpicos de Verano de 2004, un atleta estadounidense llamado Matthew Emmons estaba muy encaminado para alcanzar la medalla de oro en rifle de tres posiciones cincuenta metros.

      Emmons estaba listo para su disparo final. Se encontraba tan por delante de los otros competidores que lo único que tenía que hacer era enviar una bala a cualquier lugar dentro del círculo interior del blanco. Eso le daría la medalla de oro.

      Se preparó de manera mental. Contuvo la respiración. Apuntó y disparó.

      La bala atravesó justo el blanco. Pero se quedó sorprendido cuando no sonó el tono que indicaba una diana. ¡Emmons entonces comprendió que disparó en la diana equivocada!

      De la primera posición y de una medalla de oro casi garantizada, cayó hasta la octava posición.

      El disparo adecuado dio en la diana indebida.

      Todos nosotros tenemos solo una vida por vivir, pero sería desastroso que por no escuchar adecuadamente lo que Dios nos quiere decir, terminemos dando en el blanco equivocado al final de una vida desperdiciada.

      Un día tú estarás delante de un juez mayor que cualquier otro que oficiara jamás en unos Juegos Olímpicos. ¿Qué le dirás si Él te dice que en tu vida diste al blanco equivocado?

      Curiosamente una de las definiciones de pecado es precisamente errar el blanco.

      La pregunta para cada uno de nosotros es: ¿Estaré avanzando en los propósitos divinos? ¿Estaré escribiendo una historia unida con la voluntad divina?

      La mayoría de la gente no tiene sentido de destino, solo se mantiene a flote y sin saber si está más cerca de su visión, de su sueño, si se está aproximando al cumplimiento de los propósitos por los cuales Dios lo/la envió a este mundo.

      La historia de este mundo se está escribiendo con aquellos que se rinden al Señor sin condiciones y saben que están siendo dirigidos por Él para llevar a cabo propósitos mayores.

      No te contentes con menos. Si no estás haciendo la voluntad de Dios para tu vida, simplemente estás errando el blanco y un día te llamarán a cuentas por lo que hiciste mientras viviste en este mundo.

      Oración:

      Señor Jesús, ayúdame a confiar en ti para que me someta continuamente a tu voluntad para mi vida. Haz Señor que busque siempre el agradarte, pues al fin y al cabo tú me formaste y soy tu criatura. Te agradezco hoy porque no solo me formaste, sino también has permitido que al conocerte tenga un destino de vida eterna y pueda vivir en el gozo que solo los redimidos por la mano del Señor podemos experimentar. Amén.

      ¿Gente de poca fe?

      “Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así. ¿No hará mucho a vosotros, hombre de poca fe?” Mateo 6:30

      La fe no consiste únicamente en creer que Dios existe.

      La fe en la Escritura implica hacer algo en respuesta a esa creencia.

      Implica obediencia y aceptación de lo que Dios ha dicho y también entendimiento de sus atributos. Implica además comprender su sacrificio y vivir de acuerdo a nuestra nueva condición en Cristo.

      Implica descansar en Dios y confiar en El en todo tiempo, aun cuando las cosas no parecen ir muy bien.

      Sin fe desagradamos a Dios. Sin fe no tenemos una vida de victoria. Sin fe carecemos de certezas en este mundo y vivimos a la deriva.

      ¿Cómo podríamos nosotros definir lo que en realidad es la vida cristiana?

      La vida cristiana no es en realidad una vida llena de obstáculos, agotadora e imposible de llevar.

      Ni tampoco es una vida de legalismo que a diario se nos introduce para que cumplamos muchos requisitos que nos den acceso al cielo. Eso no es lo que Cristo nos enseñó.

      Más bien, Él nos mostró una manera de vivir con gozo, con expectativa por mejores cosas, con alegría ante el porvenir, con esperanza de cosas mejores. Él nos enseñó a vivir una vida de fe.

      Por eso no basta con que creas en Dios, tienes que creerle a Él. Tienes que creer en su palabra. Tienes que creer en sus promesas.

      La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.

      La fe te traslada del lugar del problema al lugar de la solución. Te permite ver más allá pero con ojos diferentes.

      Por eso, para tiempos como estos Dios está buscando gente de fe.

      ¿Eres tu uno/a de estos/as?

      Oración:

      Señor Jesús, mi oración para este día es que sea más fortalecido en mi fe para enfrentar las batallas de cada día. Permíteme que a lo largo de esta jornada pueda mostrarle a quien sea necesario que tú me has dado una fe suficiente para superar barreras y derribar gigantes, Amén.

      Buscando una esperanza real

      “Pablo, apóstol de Jesucristo por mandato de Dios nuestro Salvador, y del Señor Jesucristo nuestra esperanza” (1 Timoteo 1:1)

      Mi hija es profesora de una escuela intermedia para jóvenes entre 11 y 14 años aproximadamente.

      Al terminar uno de los periodos, sus alumnos le regalaron un pequeño libro con algunas notas que le escribieron.

      Ella me dio el librito para que lo leyera. La mayoría de los alumnos que son apenas unos jovencitos empezando a vivir, escribieron cosas como estas: “Te agradezco mucho por haberme escuchado en un momento crítico de mi vida”; “en realidad te aprecio porque me ayudaste a salir de mi angustia y mi depresión”; “te doy gracias porque fuiste el apoyo que necesitaba en

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