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a nuestra publicación: las lisonjeras frases con las que han anunciado nos han llenado de gozo… El Correo de los Niños, este simpático coleguita, ha anunciado nuestra aparición en los más honrosos términos. Gracias caro coleguita.4

      Los suplementos infantiles del porfiriato

      Como ya lo hemos señalado, los esfuerzos por brindar instrucción no sólo surgieron por parte del gobierno, sino también fueron los editores de periódicos quienes orientaron sus trabajos con material de instrucción y recreo para los niños. Es importante señalar que estos suplementos infantiles se publicaron de forma independiente a los proyectos oficiales de instrucción, se trataba de un esfuerzo de particulares (algunos de ellos eran intelectuales o maestros) que deseaban que la educación llegara a un público más numeroso.

      Tanto los maestros como las madres de familia eran quienes acompañaban más tiempo a los niños y ellos tenían la misión de formarlos en la escuela y en el hogar. Por ello se echó mano de un gran aliado para orientarlos: el periódico especializado para niños. Dentro de sus páginas se publicaban artículos pedagógicos que daban a conocer lo más novedoso de los métodos de enseñanza para ser aplicados por los maestros de primaria en sus aulas o para difundirlos a los alumnos de las escuelas normalistas, pues se requería tener preceptores bien preparados para transmitir los conocimientos elementales a los niños que tuvieran a su cargo; y para las madres de familia escribían consejos útiles para el cuidado de los hijos, la salud e higiene en el hogar, y les incluían la impresión de figurines para que ellas mismas confeccionaran la ropa de los chiquitines.

      Entre esos suplementos infantiles publicados en el régimen porfirista podemos mencionar:

      El Correo de los niños (1872-1883)

      “Semanario dedicado a la niñez mexicana”, que alcanzó una larga vida durante el siglo xix. Se proponía divertir y educar a través de la creación de un personaje llamado Postillón, quien en el primer ejemplar dio la bienvenida a los niños, presentándose como un hombre de edad avanzada que entendía a los pequeños en sus gustos literarios y por eso les prometía escribir para ellos con un lenguaje sencillo.

      Este suplemento estaba dirigido a niños de diferentes edades y cada domingo por las mañanas ofrecía diversos temas para leer: problemas de aritmética y lecciones de gramática, ciencia e historia; cuentos infantiles de Perrault y algunos de Postillón. También publicaba poemas, cuestionarios, artículos sobre higiene y urbanidad, consejos, anécdotas, charadas, adivinanzas, juegos infantiles, fábulas, cartas a los niños; incluía una “Galería de Sabios” con biografías de célebres personajes. En algunos números se publicó una sección de “Noticias Varias”, que tenía como objetivo informar a los niños sobre eventos, libros, listas de lecturas y temas de interés general.

      Este periódico promovió la participación de los escolares de aquella época, ya que recibía y publicaba las aportaciones de los alumnos de las escuelas públicas o privadas, a quienes se les otorgaban premios. Su editor y redactor responsable era Miguel Quezada.

      El Escolar Mexicano (1888-1889)

      Con el subtítulo de “Periódico de instrucción moral y recreo dedicado a la niñez y a los profesores de enseñanza primaria”, fue publicado este suplemento. En sus páginas, los niños y maestros de primaria podían encontrar artículos relacionados con las tareas escolares, los discursos moralizantes que orientaban el comportamiento de los niños y secciones de entretenimiento.

      El periódico también se interesaba en despertar en los niños el gusto por la lectura al ofrecer en sus páginas escritos especiales para ellos. Cada año este suplemento publicó un “Almanaque Infantil” como regalo para los suscriptores, el cual contenía cuentos ilustrados con láminas, poesías y muchos interesantes datos históricos y científicos.

      En su prospecto, este periódico no dudaba que su contenido podía “ser en el hogar doméstico fuente de instrucción, moral y recreo; y en la escuela auxiliar y guía” para las familias y los profesores. Era dirigido por Alberto Correa Zapata, maestro que impulsó un Reglamento para las escuelas municipales de Tabasco y representó a ese estado en el primer Congreso Nacional de Instrucción de 1889. El equipo de redactores de El Escolar Mexicano lo integraban Guillermo Prieto, Ramón Manterola, Luis E. Ruiz, Manuel Cervantes Imaz. También colaboraron Ignacio Manuel Altamirano, Justo Sierra, Miguel E. Shultz. Todos ellos, al igual que su director, fueron diputados en los Congresos Nacionales de Instrucción y dedicaron su trabajo en el ámbito de la organización educativa en el México decimonónico. Cabe mencionar que contaron con escritos de mujeres notables, como Mateana Murguía, Laureana Wright, Dolores Correa Zapata y Laura Méndez V. de Cuenca, pioneras del periodismo femenino publicado en la época.

      El Camarada (1888-1890)

      Era un semanario ilustrado en el que se mantenía un diálogo con los niños mediante un personaje de nombre Antoñito, quien firmaba las primeras páginas; se trataba de un editorial dirigido a los niños para darles a conocer sucesos importantes. También se publicaban notas curiosas, cuentos y novelas por capítulos, poesías, ejercicios de español, aritmética y una sección de juegos, consejos y artículos de higiene infantil (tema importante de la época después de discutirse en los Congresos Higiénico-Pedagógicos organizados en 1884). Originalmente se publicaba en España, pero lo reeditó en México J. Ballescá y C.

      El Niño Mexicano (1895-1896)

      También se publicaban pensamientos, poemas, cuentos infantiles, literatura clásica, maravillas de la naturaleza y artículos diversos. En cuanto a la difusión de valores,

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