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Guerra por las ideas en América Latina, 1959-1973. Rafael Pedemonte
Читать онлайн.Название Guerra por las ideas en América Latina, 1959-1973
Год выпуска 0
isbn 9789563572599
Автор произведения Rafael Pedemonte
Жанр Документальная литература
Издательство Bookwire
Posteriormente, entraremos de lleno en el ámbito cultural, aplicando el enfoque que hemos anunciado en las primeras páginas de este libro. Cubriendo los 14 años seleccionados (1959-1973), los cuatro capítulos siguientes indagarán diferentes aspectos de estas interacciones. El Capítulo IV estará destinado a desentrañar el papel de las redes institucionales o asociaciones independientes que se empeñaban, en conjunto o por cauces paralelos, en aguijonear las conexiones (institutos de amistad, grupos de estudiantes, organismos estatales, etc.). Notaremos también que el acercamiento entre la URSS y América Latina condujo a un aumento considerable de los desplazamientos de individuos y delegaciones hacia ambos lados de la “cortina de hierro” (Capítulo V). Artistas, intelectuales, jóvenes becados, dirigentes políticos y sindicales se transformaron así en intermediarios frecuentes entre ambos mundos. Pero no solo los seres humanos viajaron: el Capítulo VI nos permitirá reparar en la relevancia que ciertos objetos simbólicos (libros, obras de arte, fotografías, revistas, y un largo etcétera), portadores de un mensaje que las naciones emisoras deseaban transmitir, tuvieron en el despliegue acelerado de las influencias soviéticas en el continente. El Capítulo VII navegará en las aguas menos translúcidas de las representaciones locales y visiones preponderantes en torno al universo soviético, azuzadas en el seno de las comunidades locales como resultado de la nueva proximidad. Como lo sacará a relucir nuestra perspectiva comparada Cuba-Chile, el intercambio cultural dejó una huella tangible, pero en ningún caso homogénea, en los imaginarios colectivos de ambas comunidades, donde las poblaciones desarrollaron una mirada particular hacia lo soviético forjada en función de las características de cada contexto.
Afortunadamente, hoy estamos en condiciones de asumir esta tarea gracias al acceso creciente a un vasto amasijo de fuentes antes inaccesibles. Para la elaboración del presente trabajo, nos hemos acogido a las ventajas antes impensadas ofrecidas por la apertura de los archivos tanto en América Latina como en la desaparecida URSS. Los documentos diplomáticos atesorados en el Archivo General Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile y en la Casa Museo Eduardo Frei Montalva (ambos en Santiago) nos permitieron retrazar los lazos entre Chile y la URSS entre 1964 y 1973. En La Habana –donde el antiguo hermetismo institucional está tendiendo a ser relegado a favor de una mayor transparencia documental (aunque aún incipiente)– tuvimos el raro privilegio de acceder a los fondos “URSS” y “Chile” del Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba (Minrex), una valiosa fuente de información que nos ha autorizado a confirmar, y en algunos casos a reevaluar, las concepciones preexistentes sobre las interacciones Cuba-URSS. Nos consideramos también afortunados al haber podido complementar nuestras indagaciones con materiales recopilados en el Archivo Nacional de Cuba, así como con los papeles almacenados en los Archivos del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC) y unos pocos testimonios provenientes de la Casa de las Américas. Todo ello arropado mediante una sistemática consulta de un amplio y variado arsenal de periódicos editados en la Cuba castrista. Hemos igualmente descubierto con sorpresa y regocijo la riqueza de los materiales conservados en los Archivos de la OTAN, en Bruselas, donde gracias a la labor de un Comité de Expertos sobre América Latina instituido en 1961 es hoy posible acceder a un dilatado abanico de informes minuciosos y sorprendentemente certeros, que merecerían una mayor atención de la comunidad de investigadores. En lo que respecta a las fuentes rusas, nuestra recordada profesora y maestra Olga Ulianova tuvo la excepcional gentileza de compartir con nosotros una serie de documentos emanados del Archivo de Estado de la Federación Rusa (GARF) y del Archivo Estatal Ruso de Historia Contemporánea (RGANI) y que conciernen esencialmente a las vinculaciones con Chile27.
En complemento a esta variada muestra de fuentes inéditas, y con el objeto de llevar a cabo nuestra interpretación de las motivaciones comunitarias e imaginarios sociales, hemos seleccionado cerca de un centenar de publicaciones que retratan, de una u otra manera, estas sensibilidades: memorias, correspondencias, relatos de viaje, artículos redactados en distintos órganos periodísticos e incluso obras literarias, además de decenas de entrevistas efectuadas por nosotros en Cuba y en Chile. En relación a estas últimas, estamos conscientes de la necesidad de manejar este tipo de testimonios con cuidadosas pinzas, pero sería imposible desconocer la relevancia que estos adquirieron en nuestra pretensión de capturar la atmósfera particular de la Guerra Fría latinoamericana. Para terminar, el abundante material de prensa recolectado en la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí, la Hemeroteca de la Casa de las Américas, la Biblioteca Nacional de Chile, la Bibliothèque nationale de France o la Bibliothèque du Film de la Cinémathèque française constituyeron pilares esenciales para correr el velo de las poliédricas y, por momentos, insospechadas facetas de las vinculaciones establecidas entre la URSS, Cuba y Chile.
Los años que van desde la llegada de los rebeldes cubanos al poder (1959) al dramático golpe de Estado (1973) que desmanteló el proyecto socialista de Salvador Allende en Chile engloban una fase extremadamente compleja y relevadora de la Guerra Fría. Fue a partir de la caída de la dictadura de Fulgencio Batista en enero de 1959, y sobre todo desde que la Revolución cubana adoptó una política de inspiración socialista con el correr de los meses, que las autoridades del Kremlin dibujaron una política internacional más proactiva hacia América Latina, haciéndola emerger definitivamente en el concierto de la confrontación Este-Oeste. Pero lejos de limitarse exclusivamente a La Habana, el voluntarismo jrushchoviano empujó a la URSS a asumir igualmente compromisos con gobiernos considerados progresistas, como el dirigido por el Partido Demócrata Cristiano (PDC) en Chile a partir de finales de 1964. En cuanto a la fecha que cierra nuestro análisis, el derrocamiento de Salvador Allende en septiembre de 1973 puso término a la esperanza de algunos de galvanizar una alianza de largo aliento entre el Estado sudamericano y Moscú. El golpe de Estado de Augusto Pinochet intervino, además, en una época marcada por un retroceso general de la presencia ideológica de la superpotencia en América del Sur, donde brotaron las metrallas de numerosos regímenes autoritarios liderados por militares anticomunistas (Bolivia, Uruguay, Argentina, Perú). Visto desde Cuba, este mismo año 1973 parecía coincidir con un afianzamiento irreversible de las relaciones con la URSS, proceso simbolizado por la integración de La Habana en el Consejo de Ayuda Mutua Económica (COMECON) en 1972 y por la inédita visita de Leonid Brezhnev a la Isla un año y medio más tarde28. Al transformarse en fiel aliado de Moscú, después de un periodo de fuertes crispaciones, Cuba iniciaba un periodo de afinidades aceleradas que se expresó en una tendencia hacia una cierta homogenización cultural basada en los parámetros del modelo soviético.
Atravesado por eventos trágicos y compromisos exacerbados, el ciclo 1959-1973 refleja a escala global la complejidad de la Guerra Fría, marcada por la multiplicación de referencias ideológicas y por la intensidad de la movilización ciudadana. Se trataba de un periodo en que todas las esperanzas, pero también los peores temores, tenían cabida: la insurrección de la Sierra Maestra legitimaba a los ojos de muchos militantes de izquierda la pertinencia de la lucha armada para alcanzar la transformación revolucionaria tan anhelada; la crisis de los misiles de 1962 recordaba a la humanidad que el planeta dependía de un equilibrio frágil e incierto; la muerte en 1967 de un impotente Ernesto “Che” Guevara en las montañas hostiles de Bolivia se acompañó de renovadas esperanzas revolucionarias, como el proyecto reformista y antiimperialista de Juan Velasco Alvarado en Perú o la vía chilena al socialismo. Soplaban también los vientos de la guerra de Vietnam, el sonido insoportable de los tanques soviéticos en Praga, las tentativas por erigir un puente entre marxismo y cristianismo, la sombra imperceptible de las acciones de la Central Intelligence Agency (CIA). En fin, el planeta se hallaba frente a una era en la que todo parecía posible, en la que cada extremo encontró un espacio desde donde brotar. Ese es el escenario sobre el cual cimentaremos nuestra exploración