Скачать книгу

de Primer Mundo. Salinas privatizó 252 compañías estatales y redujo los subsidios. Este modelo económico tuvo un efecto desastroso en las economías y modos de vida campesinos y también causó la profundización de la desigualdad social, desplazando a comunidades campesinas de sus tierras y poniendo a poblaciones marginadas, como las mujeres pobres, en condiciones de vulnerabilidad extrema, algo evidenciado en la actual crisis de femicidios que atraviesa ese país.33

      “Ya basta… Somos el producto de quinientos años de lucha”, manifestó el movimiento zapatista en 1994 cuando se rebeló contra el NAFTA como una nueva instancia de violencia colonial. Lxs estudiantes chilenxs pusieron en escena un gesto similar en 2011, cuando bailaron como zombis para dramatizar los efectos del sistema de educación pinochetista en sus vidas, vinculando así los préstamos predatorios actuales con la violencia autoritaria. De manera similar, en Argentina, la consigna de Ni Una Menos –“Contra nuestros cuerpos nunca más”– ubicó la actual guerra contra las mujeres como parte de un linaje de violencia patrocinada por el Estado en contra de quienes que se resisten a la explotación.

      La insurgencia zapatista en 1994, las protestas sociales pos-2001 en Argentina, los flash mobs y performances participativas de protesta durante el “invierno chileno” de 2011, la movilización internacional de 2014 por los cuarenta y tres de Ayotzinapa y el movimiento feminista argentino contra la violencia de género que surgió en 2015, todos articularon performances corporales y acciones conectadas digitalmente para producir y sostener la aparición pública de quienes sufrieron los embates del capitalismo neoliberal a lo largo de diferentes contextos e historias. Estos movimientos ejemplifican una política de presencia corporizada que se crea uniendo modos de acción colectiva en y fuera de internet. A medida que el capitalismo se vuelve cada vez más especulativo y deshumanizante, los actos expresivos de plataformas múltiples que movilizan la aparición de cuerpos políticamente excluidos –y a veces desaparecidos físicamente– se vuelven materializaciones cruciales del poder colectivo a la vez que tácticas que resisten la subjetivación neoliberal.34

      Las performances on y offline configuran espacios de aparición en los que, como sostiene Hannah Arendt: “Yo aparezco ante otros como otros aparecen ante mí, allí donde los hombres (sic) no existen meramente como las otras cosas vivas o inanimadas, sino que hacen su aparición de manera explícita”.35 Al abrir espacios de aparición que conectan historias y geografías de opresión, las acciones corporizadas transmediales mapeadas en este libro perturban “la tolerancia a la desigualdad creciente y el apoyo a la redistribución ascendente de la riqueza”.36 Así, se abren horizontes revolucionarios a través de performances que unen espacios públicos y privados, el discurso y la corporización, el presente y la historia.37 Así es como nos movemos de performances de protesta callejera a constelaciones de performance que habilitan a aquellxs cuya existencia se ha vuelto precaria por “el racismo y las formas de abandono calculado” a manifestar “el derecho de ser reconocidos”.38 La performance entendida como un comportamiento expresivo que contribuye tanto a sedimentar como a cuestionar el comportamiento social es una herramienta fundamental en las formaciones de desobediencia colectiva bajo condiciones neoliberales.

      PERFORMANCE: UN ARTE DE ACCIONES EN LA ERA DE LAS MUTACIONES NEOLIBERALES

      “Performance” es un concepto expansivo. En el campo de los estudios de performance nos aproximamos a ella como un objeto de estudio, una lente analítica y un método de indagación e intervención. En cuanto objeto de estudio, es un término que refiere a acontecimientos artísticos, culturales o políticos, como una obra de teatro, un concierto o una protesta, o sea, acontecimientos que se diferencian de la vida diaria porque están enmarcados en tiempo y espacio: vamos a un teatro, a determinada hora, y nos conducimos de acuerdo con los protocolos establecidos para tal fin. Usada como lente analítica, “performance” sirve para ver el comportamiento social como una suerte de “teatro de la vida” en el que los actores sociales interactúan con una audiencia explícita o implícita, acatando o subvirtiendo construcciones sociales como la identidad de género, la lealtad a la patria, los roles familiares y la raza.39 Como método de indagación e intervención, la performance produce y comunica un conocimiento corporizado y situado sobre el mundo. Y también hace mundos, transformando relaciones sociales, actitudes, valores y modos de autocomprensión. En este sentido, la performance no solo reproduce lo que existe, sino que al desnaturalizar la construcción social pone en marcha las posibilidades para la transformación del mundo, es decir, actualiza lo latente.

      Por ejemplo, los movimientos feministas como Ni Una Menos (NUM) hacen uso de la performance on/offline para desligar los roles sociales de los cuerpos dentro del orden sexo-genérico patriarcal y para construir relaciones sociales emancipatorias. En su campaña de 2016 –“Con amor o sin amor, las tareas domésticas son trabajo”–, NUM redefinió el cuidado maternal como un trabajo no remunerado. Al abordar las tareas de las mujeres como performances de explotación normalizadas en lugar de verlas como cuidado maternal instintivo, NUM separó el trabajo de las mujeres de su usual asociación con el amor. Una vez que la performance es usada como herramienta analítica para desligar las identidades socialmente construidas de los cuerpos feminizados, otras performances se vuelven posibles para transformar los sistemas opresivos. En su campaña para la época de las fiestas –#EstamosParaNosotras–, NUM propuso redefinir el cuidado feminizado como trabajo comunitario, pidiéndoles a las mujeres que pongan un moño negro en su puerta o en su cuerpo para identificarse como potenciales aliadas de quienes sufran casos de violencia doméstica. Las participantes luego compartieron selfies y otras imágenes para poblar la página de Facebook de NUM. Esta campaña, lanzada durante la época navideña y justo antes del comienzo de las vacaciones (temporada alta del incansable trabajo femenino), representó una crítica al orden social que crea un falso nexo natural entre cuerpos, género y roles sociales. También puso en acción un mundo de apoyo y protección mutua que rompe el confinamiento en la esfera doméstica, la cual en muchos casos resulta ser letal, algo demostrado por la actual escalada de violencia de género que dio origen a NUM. Como muestra #EstamosParaNosotras, la performance como comportamiento estructurado no solo mantiene los órdenes sociales; también crea condiciones para el cambio, haciendo posible que quienes entran en contacto con ella perciban lo construido, contingente e inestable de los significados y jerarquías corporizadas.

      Más allá de los abordajes teóricos y metodológicos que proponen los estudios de performance, lxs teóricxs de las artes visuales la definen como una práctica artística efímera. Esta práctica interdisciplinaria emerge a principios del siglo XX dentro de los movimientos europeos de vanguardia como el futurismo, el dadaísmo y el surrealismo, y es revisada en el período posterior a la Segunda Guerra Mundial por colectivos como el grupo Gutai y lxs accionistas vienesxs.40 En cuanto práctica artística “hecha de acciones”, la performance se basa en un foco existencial sobre el “acto” en respuesta a acontecimientos históricos como el Holocausto y la bomba atómica, que ponen de manifiesto el alcance de la capacidad humana para destruir.41 Así enmarcada, la performance o arte en vivo dramatiza una dialéctica entre actos creativos y destructivos que, como sostiene el crítico Paul Schimmel, se basa en una inquietud por los comienzos y los finales.42 Como género artístico, la performance se concentra en el proceso más que en el producto, y en la resistencia y en la duración más que en la materialidad y la objetualidad estáticas.43

      Definidas como acciones estilizadas que pueden actuar sobre las condiciones opresivas más que simplemente representarlas (como vimos en el ejemplo del colectivo Ni Una Menos), las protestas performativas que son parte de este libro pueden ser ubicadas dentro de la trayectoria que el artista y teórico uruguayo Luis Camnitzer identifica como “conceptualismo latinoamericano”.44 Según Camnitzer, el conceptualismo latinoamericano integró activamente la política a los acontecimientos y objetos artísticos. Al trabajar en contextos turbulentos, lxs artistas latinoamericanxs se esforzaron en lograr que su práctica tuviera un impacto social y emplearon el arte como una forma de agitación. Lxs artistas latinoamericanxs juzgaron la autonomía estética de la vanguardia como reaccionaria y elitista, y en muchos casos siguieron muy de cerca los procesos revolucionarios iniciados por lxs militantes políticos de la

Скачать книгу