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ACV típicamente se enfocan en una sola categoría de impacto ambiental (como las emisiones de carbono, consumo de agua o uso de tierras) como un preludio al entendimiento o mitigación de ese impacto en particular.

      En el contexto del cambio climático, los ACV más comunes calculan la huella de carbono de un producto. Los ACV ganaron popularidad durante la crisis energética de la década de 1970 y durante el período de acrecentado interés por el medio ambiente que siguió a la década de 1980.

      Un ACV difiere de la gestión del Ciclo de Vida de un Producto (PLM por sus siglas en inglés)25 en varios sentidos. Los ACV competen al material e insumos ambientales de entrada y salida de una sola unidad o una cantidad específica de un producto. El alcance de un ACV abarca la materia prima, piezas, una unidad del producto terminado y uso que le da el consumidor hasta llegar al descarte de la unidad que se analiza. En contraste, el PLM concierne por lo general a la programación y gestión de un producto, modelo o unidad de mantenimiento de inventario (SKU por sus siglas en inglés). El alcance del PLM abarca la conceptualización de la Investigación y Diseño (R&D), ingeniería de diseño, manufactura de fábrica, servicio y eventual obsolescencia de ese tipo de producto.

      El camino hacia el análisis de la huella de Tesco

      En 1919 Jack Cohen empezó a vender alimentos desde un pequeño puesto en el East End de Londres.26 Cinco años más tarde, fundó Tesco, tomando las primeras tres iniciales de su proveedor de té T. E. Stockwell (el té fue el primer producto de su propia marca) y las primeras dos iniciales de su apellido. Tesco ascendió a la cima de los minoristas británicos enfocándose en sus clientes con innovaciones como los esquemas de lealtad (las tarjetas “escudo verde”) y utilizando data de los hábitos de compra de sus consumidores para adaptarse de forma temprana a las tendencias de consumo.27 La cadena creció de forma orgánica y a través de adquisiciones, convirtiéndose en el minorista más grande del Reino Unido y el tercero más grande del mundo.

      Sin embargo, 2006 no fue un buen año para el minorista. Ese año la empresa fue implicada en dos escándalos concernientes al trato de sus trabajadores en las fábricas de Bangladesh,28 incluyendo el uso de mano de obra infantil.29 Más aún, cuando el Consejo Nacional de Consumidores evaluó las ocho principales cadenas de supermercados del Reino Unido en 2006, con base en su cuidado del medio ambiente,30 Tesco recibió una calificación general de “D”, “D” en transporte, “C” en desperdicios y “C” en cultivos sostenibles. Temeroso de la reacción negativa de los consumidores, Tesco corrió a responder.

      En 2007, justo mientras el reporte del cuarto panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) declaró que era “inequívoco” que el clima del planeta se hacía más cálido, el CEO de Tesco, Sir Terry Leahy conmocionó a los medios de comunicación al anunciar su plan de buscar o desarrollar una etiqueta de huella de carbono con base en el ACV para las emisiones GEI de cada uno de los 50.000 a 70.000 productos vendidos por Tesco. “Muy a menudo, en lo que respecta a problemas como la sostenibilidad, se ha representado a Tesco como parte del problema”, declaró Leahy en un comunicado dirigido a grupos de interés.31 “Esto no puede ser más errado. Cuando se desea alcanzar y empoderar a muchos, Tesco es gran parte de la solución, no del problema”, añadió Leahy.32

      Los consumidores tienen una nueva necesidad, argumentó. Desean vivir de forma sostenible, incluyendo tomar decisiones de comprar más conscientes. La información sobre la huella de carbono con base en el ACV en las etiquetas de Tesco motivaría a los consumidores a reducir su huella de carbono al seleccionar productos con una menor huella. “Nuestro papel como negocio es brindarles información y los medios para alcanzar este cambio”, dijo Leahy.33

      Para esas fechas, Walmart entró en una alianza estratégica con el Fondo de Defensa Ambiental (EDF por sus siglas en inglés) para evaluar la huella de carbono en la cadena de abastecimiento de clases enteras de sus productos. Durante una reunión realizada en la oficina central de la empresa en Bentonville, Arkansas, frente a una audiencia de 1.500 proveedores, empleados y líderes de sostenibilidad, el presidente y CEO de Walmart, Mike Duke, anunció un plan para desarrollar un “índice mundial de sostenibilidad”.34Duke reflejó el entusiasmo de Leahy al describir un plan para documentar no solo la huella de carbono de cada producto de sus más de 100.000 proveedores, sino también evaluar productos por su consumo de recursos naturales, eficiencia material y su impacto en la gente y sus comunidades.

      Ambos anuncios dejaron atónito al comentarista ambiental de The Guardian, George Monbiot, quien preguntó días después del anuncio de Leahy “si Tesco y Walmart son amigos del planeta ¿le queda algún enemigo?”35 Ambas firmas, acotó en esa misma columna publicada en 2007, se estaban acogiendo a “estándares más altos de lo que ningún gobierno se atrevería a auto-imponerse”. Fiel a su palabra, Tesco diseñó para sus etiquetas un logo en la forma de un pie, de color negro, con una cifra que informaba a los consumidores sobre la huella de carbono del producto, de manera que los consumidores pudieran ver, simple y directamente, el impacto ambiental de los productos que decidían comprar.

      Los consumidores entonces podían comparar esos productos y, de desearlo, comprar el que hubiese puesto menos carbono en la atmósfera. Podrían cambiarse fácilmente de una marca de leche a otra o, a lo mejor, abandonar su lata de pepitas de marañón cultivadas en la India en favor de un producto Cadbury fabricado más cerca de sus hogares con una menor huella de carbono. Más allá, los fabricantes podrían observar las preferencias de los consumidores por productos “más verdes” y esforzarse por reducir su propia huella de carbono, llevando a una competencia entre los fabricantes para ser más sostenibles, lo que da como resultado una reducción de las emisiones de carbono en toda la industria. Además, los consumidores podrían correr a las tiendas Tesco, reconociendo a la empresa como líder en la oferta de opciones responsables con el ambiente.

      Mientras tanto, CarbonTrust se posicionó para introducir su propio servicio de evaluación de la huella de carbono. La ONG británica inició operaciones en 2001 con el principal objetivo de asistir a las empresas en el cálculo y entendimiento de sus huellas de carbono.36 En marzo de 2007, a pocas semanas del anuncio de Leahy, CarbonTrust añadió una etiqueta de certificación de carbono a su portafolio de oferta.37

      Considerando la proximidad de los anuncios y similares objetivos, tenía sentido para Tesco trabajar con la CarbonTrust, según Martin Barrow, director de registro de huella de Carbon Trust. Tesco y Carbon Trust pactaron iniciar etiquetando un grupo de casi 100 productos. La meta creció a 500, “y entonces la intención fue creciendo lentamente”, dijo Barrow.38

      Las huellas requieren caminar

      Para asignar una cifra a la etiqueta de huella de cada producto, Carbon Trust desarrolló y utilizó un estándar ACV denominado PAS 2050,39 que requiere una meticulosa investigación de todo el ciclo de vida de un producto.40 El manual del PAS 2050 ilustra el proceso de evaluación con un ejemplo simplificado de un croissant. A pesar de que fue diseñado para ayudar a las empresas a entender los procesos involucrados, el ejemplo solo demostró cuán complejo y arduo puede ser el proceso.

      El ejemplo del croissant incluyó un diagrama de flujo multicolor con 25 procesos interconectados que representan las entradas, salidas, conversiones, almacenaje, transporte y descarte,41 detalles tales como la posibilidad de que los consumidores calentaran o congelaran el panecillo luego de comprarlo, al igual que el carbono producido por el empaque durante su transporte y al descomponerse en un vertedero. Cada una de las 25 casillas del diagrama requería de extensa investigación y recolección de data.

      Más allá, el texto acompañante admitía que el diagrama simplificado omitía por completo la mantequilla, uno de los ingredientes claves en la fabricación de este pan hojaldrado, y uno de los mayores contribuyentes a la huella de carbono del producto. Incluir la mantequilla, indicaba el manual, requería contabilizar la huella de carbono de la fábrica de la mantequilla, la granja de lácteos que producía la leche, los

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