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hacia la experiencia de una consciencia unificada.

      En relación con la primera rama, los principios éticos a veces pueden causar cierta rigidez mental, y sufrir una variedad de interpretaciones que no siempre son claras. Sin embargo, es importante establecer límites, y los yamas nos ayudan específicamente a crear límites saludables, pero también debemos asegurarnos de que no estamos imponiendo a nuestra psique algo que no somos capaces de llevar a cabo y que, por lo tanto, nos hará sentir peor. En los tiempos que vivimos, es mejor responsabilizarnos de poner en práctica las ramas del yoga de maneras que sean sostenibles y adecuadas para nuestras vidas. Podemos ser creativos con ellas, pero lo que debemos revisar de vez en cuando es si nuestra actitud e implementación es auténtica. Si no lo es, ¡es probable que alguien nos llame la atención por esto!

      Las cinco primeras ramas describen observancias y prácticas físicas, y las últimas tres describen experiencias internas de profundos niveles de concentración y absorción. La totalidad de las ocho ramas son definidas como prácticas que remueven las impurezas que nublan el campo de nuestra consciencia y que nos guían a niveles más profundos de discernimiento, y que culminan en la liberación espiritual de la esclavitud de nuestras mentes condicionadas. La meta del yoga es presentada en los Yoga Sutras como la discriminación entre el que observa y aquello que es observado, la distinción de aquel que experimenta y lo que es experimentado, entre el sujeto y el objeto, de manera que nuestra consciencia repose en sí misma, y no se pierda en identificaciones con la naturaleza cambiante del mundo. En la tradición del yoga, esto se llama libertad.

      Históricamente, India ha sido una tierra de tradición oral, e incluso hoy prevalece esta herencia de múltiples formas. Las enseñanzas del yoga son variadas, y sus detalles a veces se contradicen y difieren según el lugar. Las prácticas del norte de la India, por ejemplo, son bastante diferentes de las prácticas del sur. Patanjali reunió las enseñanzas que predominaban en su momento y en momentos anteriores, y luego las sistematizó.

      En cada uno de los capítulos siguientes, discutiré sobre ideas diversas que se relacionan con estas ramas, incluyendo descubrimientos científicos, discernimientos psicológicos, estructuras fisiológicas y referencias espirituales de las escrituras. Los primeros capítulos se enfocan en la información fundamental sobre las primeras cuatro ramas del Ashtanga Yoga, y la segunda mitad del libro profundiza en la ciencia. Espero que, cuando llegues al final del libro, hayas recibido un conocimiento completo de los mecanismos internos del yoga, una comprensión que se nutre de la tradición así como del lenguaje contemporáneo y de los descubrimientos científicos para percibir la relevancia creciente del yoga en el mundo actual. El yoga es una práctica contemplativa; surge de las tradiciones místicas de la India para brindar a los seres humanos un contexto en el que podemos experimentar quiénes somos y lo que estamos haciendo aquí, en este pequeño planeta que flota en espacio. Sin embargo, el cuerpo es el sitio que alberga la contemplación, por ende, empezaremos por allí.

      LA PRÁCTICA DE POSTURAS

       De atrás hacia delante a través de la corteza motora, transformando pensamiento en acción.

       Hacia arriba y hacia abajo, desde la parte inferior hasta la parte superior del cerebro, para el procesamiento emocional.

       De lado a lado, a través del cuerpo calloso, para la comprensión.

      En las prácticas de yoga encontramos los movimientos de arriba hacia abajo y hacia delante o hacia atrás cuando realizamos los saludos al sol; en las posturas de pie que incluyen movimientos de lado a lado; también vamos hacia arriba y hacia abajo en las posturas de sentado y en las extensiones hacia atrás. Cuando decidimos observar nuestra vida a través de una nueva lente, mover nuestros cuerpos en posturas nuevas nos ayudará a cambiar nuestra perspectiva acerca de nosotros mismos porque estamos usando nuestros cuerpos de manera directa para influir en la forma que procesamos la información entrante. Al practicar las diferentes posturas, nuestra visión del mundo puede ser modificada con mayor facilidad. Mediante la neuroplasticidad –o la habilidad de nuestros nervios para conectarse entre sí de una infinidad de formas para que aprendamos cosas nuevas– creamos rutas que nos llevan a nuevos discernimientos acerca de nuestro cuerpo, nuestras emociones, nuestros patrones de pensamiento, nuestras relaciones y, lo más importante, nuestra autopercepción. Es más que probable que esto haya sido lo que intentaban los yoguis cuando comenzaron a experimentar con las posturas, y lo hicieron con inocencia, curiosidad y sinceridad.

      La concentración no significa sujetar a la mente a un estado fijo de foco, y la práctica de posturas no significa forzar al cuerpo a realizar posturas complicadas: ambas actividades tratan de alcanzar la calma y facilitar a la mente un estado natural de bondad, al descubrir la cualidad natural e intrínseca que ha sido cubierta por demasiados pensamientos. Si realizamos las posturas con suavidad, nos ayudarán a llegar a esta meta, porque la mente y el cuerpo no son dos cosas separadas sino un proceso continuo. En el yoga, el cuerpo es una manifestación de la mente. Nuestros pensamientos, sentimientos y emociones se sienten, se sustentan y se expresan a través de nuestros cuerpos. Podemos ver si alguien se siente feliz o triste mediante la expresión de su rostro; podemos ver si alguien se siente abatido o seguro al contemplar su postura corporal. De la misma manera en que, hace miles de años, a los órganos o tejidos corporales se les asignaban ciertos estados mentales, nuestros sentimientos y sus características mentales que consideramos oriundos de la mente también viven en el cuerpo. Se le atribuye la teoría de los cuatro humores a Hipócrates, la cual, aunque es rechazada por la medicina moderna, a veces se usa para describir estados psicológicos: melancólico, flemático, colérico y sanguíneo. Tanto el ayurveda –la ciencia de la medicina india– como la medicina china tradicional sostienen teorías similares. Los órganos, las emociones, los patrones de pensamiento y el temperamento están interconectados. Al trabajar con nuestros cuerpos, trabajamos con la mente, el corazón y las emociones al mismo tiempo.

      La práctica de posturas de yoga, en sánscrito llamadas asanas, se encuentra en antiguos textos yóguicos de dos mil años atrás. La palabra asana se compone de dos partes: as, “sentarse”, y ana, “respirar”. Hacer asana es, literalmente, sentarte con tu respiración, o sentarte de una manera específica y respirar. Cuando te sientas con tu respiración, te sientas con tu consciencia. Si el universo es un misterio, nuestros cuerpos también lo son, así que es natural que el cuerpo sea el punto de partida de nuestra investigación del enorme misterio de quiénes somos verdaderamente y dónde habita la consciencia en nuestro interior. Un famoso verso del libro del siglo XIV, la Hatha Pradipika, es una de las fuentes más tempranas que señala que las posturas

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