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entrenamos en nuestra práctica de yoga es la posibilidad de regresar al lugar de inicio, y es alcanzable incluso para una mente propensa a la distracción. Este es uno de los sellos distintivos de la mente distraída, que puede estar calma durante un momento e inquieta al instante siguiente. Ese cambio de estado que ocurre en la distracción es también el estado que nos enseña cómo empezar a aprovechar el poder de la atención: tenemos la opción de trabajar en sujetar a la mente cuando empieza a estar inquieta. Las personas con este tipo de mente han experimentado tanto la calma como la distracción, y les gustaría fortalecer su habilidad para permanecer en un estado más calmo y relajado. Es por esto que se dice que la mente de una persona que viene a practicar yoga está predominantemente en este tercer estado, el estado distraído. Si te identificas como una persona cuya mente es propensa a la distracción, entonces tengo buenas noticias: ¡eres el perfecto candidato para el yoga!

      En los dos últimos estados de la mente de la lista de Vyaas, el unidireccionado y el totalmente inhibido, ocurre el samadhi, también conocido como “el estado del yoga”. En el estado unidireccionado, puedes depositar tu atención en cualquier objeto que elijas contemplar, puede ser tu respiración, un mantra o cualquier cosa, por el tiempo que desees. No es una hazaña sencilla. Es dificultoso mantener la mente en una sola cosa, incluso por pocos segundos. En el estado totalmente inhibido, o detenido, no hay pensamientos, no hay fluctuaciones, y tampoco hay ningún objeto separado de ti en el que puedas apoyar tu mente. El sujeto y el objeto dejan de existir, habilitando la experiencia de una consciencia sin punto fijo. Donde quiera que mires, escuches, huelas o toques, solo hay consciencia. En los estados profundos de samadhi, ya no existen los objetos; solo permanece el sujeto. Esto se llama vishesha, o lo que queda luego de que todos los objetos cambiantes del mundo ya no tiñen nuestra experiencia. A veces, esto se describe como “consciencia de unidad”.

      EL YOGA COMO CAMINO

      Jois escribe:

      La idea de upaya está estrechamente unida al concepto de relación que Jois menciona primero en su definición del yoga. Ya que –mediante la práctica del yoga y otras prácticas contemplativas– accedemos a una relación íntima con nuestro cuerpo, respiración, mente, emociones y sentido de propósito. Desarrollar esta intimidad con nosotros mismos nos guía hacia la autoconfianza y bienestar en relación con quiénes somos y lo que estamos haciendo aquí. Esto, naturalmente, nos llevará hacia una pregunta más profunda e importante: ¿Quién soy más allá de la suma total de mis identidades basadas en el cuerpo, las emociones, los pensamientos o las memorias? Estas son las cuestiones importantes de la vida: ¿Quién soy? ¿Qué estoy haciendo aquí? Mi maestra de noveno grado, la señora Jane Bendetson, nos presentó estas preguntas como las más significativas para nuestra autoindagación, y añadió: ¿Qué debería hacer ahora? Estas preguntas son, de hecho, la única cosa interesante que recuerdo haber aprendido en la escuela secundaria.

      Ante todo, el yoga es una práctica. Los yoguis consideran que deberíamos practicar yoga de la misma manera en que nos cepillamos los dientes cada día, con la misma disciplina. Mediante la práctica de asanas de yoga (posturas) y la respiración, como discutiremos en cada capítulo del libro, limpiamos internamente nuestro cuerpo y fortalecemos los músculos, los huesos, los órganos internos, el sistema nervioso, la mente y las emociones. Un poco de práctica sirve de mucho; no necesitamos practicar durante horas y todos los días, hasta llegar al agotamiento. Solamente tenemos que hacer un poquito de práctica cada día para que se torne una prioridad en nuestras vidas, y hacemos esto hasta que se convierta en un hábito, una parte integral de nuestra rutina diaria, o una parte del ritual que compone el ritmo de nuestra vida. Cualquier práctica, ya sea espiritual, física o artística, solo brinda sus frutos cuando se realiza con regularidad y sinceridad. Uno de los sutras más famosos de Patanjali, 1.14, se trata se esto:

      Sa tu dirgha kala nairantarya satkara sevito drdha bhumih.

      ||||||

      La práctica se establece cuando se realiza ininterrumpidamente, durante mucho tiempo, con devoción.

      Quizás más importante que la idea de disciplina es lo que la disciplina crea. El neurocientífico y psicólogo Rick Hanson ha escrito extensamente sobre este tema en su libro Hardwiring Happiness, en el que describe las diferencias entre los estados mentales y los rasgos mentales. Con frecuencia, somos víctimas de nuestros estados mentales: ira, celos, juicios, venganza, pereza, apatía, aburrimiento, deseo; y a veces actuamos en base a estos estados, y nos identificamos con ellos. Pero estos estados son transitorios; van y vienen. Sin embargo, una vez que impulsan nuestras acciones, es muy probable que se repitan con frecuencia. Al realizar una práctica regular, empezamos a crear una cualidad mental de consciencia inherente, que es más confiable y más abierta que esos estados efímeros. Mediante la práctica, desarrollamos una cualidad de consciencia intrínseca que es calma, que posee perspectiva y que puede ayudarnos a pausar antes de dejarnos llevar por las emociones abrumadoras.

      Desarrollar cualidades mentales saludables es, entonces, la verdadera meta de una práctica dedicada. Patanjali no define la práctica por el nivel de destreza en las posturas de yoga; la define como un medio para crear una cualidad mental de consciencia profunda que nos lleva al discernimiento. Los estados cambiantes son aquellos a los que se refería Vyaas cuando hablaba de la mente distraída, y una de las primeras cosas que el yoga nos ofrece es la habilidad para observar los estados transitorios sin perdernos en ellos. Muchos han experimentado que luego de practicar yoga, incluso por un breve período de tiempo, se enojan con menos frecuencia, o se contienen antes de hablar sin reflexionar sobre las repercusiones

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