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el dogma y la contemplación. Y es precisamente allí donde el yoga se destaca. Es un misticismo accesible. Es instantáneamente contemplativo, desde el primer momento en el que te recuestas y descansas profundamente después de tu práctica.

      En este mundo hay tantas cosas que nos dividen, como la política, la religión, los deportes y todas nuestras opiniones, ideas y juicios personales. Es raro encontrar algo que nos conecte entre nosotros. El yoga es una de esas cosas. Tiene la habilidad de ayudarnos a superar esas distinciones partidarias porque brinda claridad mental, compasión, empatía, amabilidad, amor y cuidado desde sus raíces; son emociones y estados mentales que trascienden la religión, las distinciones y las cosas que nos separan de los demás. Son las cosas que nos conectan, o que nos recuerdan nuestra capacidad de conexión, a diferencia de las cosas que nos dividen. Por supuesto, no siempre vemos esto reflejado en el mercado del barrio; pero en los resultados que experimentan las personas que practican yoga, los beneficios son fundamentalmente los mismos. Esto me resulta muy interesante, y es una de las razones que me llevó a preguntar: “¿Cuál es el mecanismo intrínseco que permite que el yoga funcione para tantas personas distintas, independientemente del tipo de yoga que practiquen?”.

      LA PALABRA YOGA

      LA CONCENTRACIÓN

      1. inquieto

      2. aturdido

      3. distraído

      4. unidireccionado

      5. totalmente inhibido

      Una persona con la mente agitada nunca querrá practicar yoga, porque no podrá mantenerse enfocada durante ningún período de tiempo. La mente salta de aquí para allá, nunca se encuentra fija ni siquiera por un momento, como si padeciera un Trastorno de Déficit de Atención (TDA). Conozco a muchas personas con TDA que son muy productivas y exitosas, pero tienen problemas con la práctica del yoga de forma consistente, y con frecuencia encuentran que las prácticas como la Meditación Trascendental (MT) son más accesibles para ellas. Una persona con una mente aturdida está obsesionada con sus problemas, y rumia, da vueltas y se mortifica con sus pensamientos. Todos hemos experimentado un problema, un conflicto, una pena o una decepción que se convierte en la única cosa en la que podemos pensar, a veces hasta el punto de que nuestra familia o nuestros amigos nos sacuden y nos dicen “¡Supéralo de una vez!”. La mente aturdida la pasa muy mal en cualquier tipo de práctica contemplativa, o al hacer cualquier cosa, en realidad, a excepción de obsesionarse con sus propios problemas. El trastorno obsesivo compulsivo es un ejemplo extremo de una mente aturdida.

      La mente distraída –una extraña descripción de la mente de un practicante espiritual– es el estado de la mente de la mayoría de aquellos que practicamos yoga. Somos capaces de concentrarnos por breves períodos de tiempo, pero enseguida volvemos a la distracción. Este es un estado de la

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