Скачать книгу

EL MEDIO

      Como sucede con muchas de las ideas yóguicas y muchas palabras en sánscrito, una palabra llevará a otra que invita a todavía más sutilezas de significado. La práctica del yoga tiene una palabra especial asociada con ella, sadhana, que describe las técnicas o prácticas que usamos para avanzar hacia el autoconocimiento, la consciencia o la liberación. Sadhana a menudo se traduce como “práctica espiritual”, y el propósito detrás de la práctica espiritual, en general, es la liberación del sufrimiento: la liberación de la identificación con cualquier cosa ajena a la consciencia. Los sadhanas son los medios que usamos para encontrar la noción de consciencia en nuestro interior, para remover las capas de confusión, las narrativas y los deseos que nos impiden ser quienes somos de verdad.

      A. G. Mohan, un influyente profesor de yoga de Chennai, dijo algo maravilloso acerca de las diferentes capas de significado y experiencia, que en la tradición hindú han sido comparadas con las capas de una cebolla. Esta analogía se utiliza a menudo para describir las etapas de la práctica espiritual: continúas pelando y pelando las capas de identificación hasta que solo quede la consciencia. “Pero”, dice Mohan, “¿quién es el que peló la cebolla? Aquel que peló la cebolla no desaparece”. Sadhana es pelar la cebolla; el que pela la cebolla es nuestro impulso interior a conocer.

      Sadhana es el compromiso con transformar nuestras metas espirituales en una prioridad, y crear el tiempo para ellas. Una meta espiritual puede ser:

       Practicar yoga.

       Practicar meditación.

       Practicar la bondad, la gratitud o el perdón.

       Llevar una vida equilibrada.

       Practicar la aceptación y mantener nuestras mentes serenas.

       Ayudar a aquellos que lo necesitan.

       Vivir una vida contemplativa y reflexiva.

       Practicar la paciencia.

       Profundizar la capacidad de escuchar.

      Si decimos que queremos cualquiera de estas cosas, pero no tomamos medidas activas para realizarlas, entonces no podemos decir realmente que las queremos. Si yo digo que quiero ser un buen meditador, pero no dedico el tiempo necesario para practicar meditación todos los días, entonces quizás no quiero ser un buen meditador. Las cosas en las cuales invertimos tiempo son las cosas que queremos, y a veces los objetivos o las ideas que tenemos no son reales (son solo ideas que nos suenan bien). En el sadhana, es importante que determinemos: ¿Qué quiero realmente? Y si en verdad lo quiero, entonces invertiré tiempo haciendo eso. Así de sencillo.

      No te preocupes por no hacer las cosas que realmente no quieres hacer. Si dices que quieres meditar, pero nunca encuentras el tiempo para hacerlo, entonces es probable que no quieras meditar. Si aceptas que no quieres meditar, entonces no te sentirás mal por no hacerlo, y puedes tacharla de la lista de cosas que crees que quieres hacer, esas cosas que otra gente hace y que suenan muy interesantes pero que, a la hora de la verdad, no son para ti. Entonces puedes reemplazarla por algo que realmente quieras hacer. A veces queremos aprender o practicar algo, pero nos damos cuenta de que es difícil disponer del tiempo para eso (si este es el caso, quizás necesites ejercitar la disciplina, y tolerar algunos obstáculos). En sánscrito, esto se llama tapas. Desde aquí surgen la satisfacción, el éxito e incluso la excelencia: de superar el obstáculo de comenzar o finalizar algo en su totalidad. Saber lo que quieres es sadhya, o la meta; el sendero que recorremos para llegar allí es upaya, el sadhana.

      Como Dice Timothy Ferriss en su libro Tribe of Mentors: “La vida castiga el deseo impreciso y recompensa la tarea específica. Después de todo, la reflexión consciente es, en gran parte, preguntarte y responderte preguntas. Si quieres confusión y angustia, realiza preguntas vagas. Si quieres claridad inusitada y resultados, realiza preguntas excepcionalmente claras”. Las siguientes tres palabras despliegan el plan concreto, o mapa de ruta, de la práctica espiritual:

      1. Sadhya: establecer nuestra meta.

      2. Sadhana: nuestra práctica, o el medio para alcanzar la meta.

      3. Upaya: comprometernos con el camino.

      La meta que elegimos no necesariamente tiene que ser la liberación. El objetivo puede ser simplemente mover nuestro cuerpo durante treinta minutos por día, por razones de salud; puede ser meditar por siete minutos al día para aquietar nuestras mentes; puede ser recitar un mantra 108 veces para expresar nuestra devoción. La meta que elijamos debe ser asequible, de lo contrario, nos desanimaremos. Si puedes elegir una pequeña meta realizable y alcanzarla, entonces poco a poco tus metas se volverán más sutiles. Por ejemplo, la meta puede ser enojarte menos, o no irritarte demasiado por nimiedades. Comenzará a suceder naturalmente una vez que establezcas una disciplina diaria.

      Existe otra definición de upaya que me gusta mucho, y es una que se utiliza en Jyotish, o la astrología védica. En astrología, un upaya es un remedio que el astrólogo le da a alguien que padece un dosha, o defecto, en algún lugar de su carta natal y que está generando perturbaciones u obstáculos en su vida. El astrólogo puede sugerirle que repita algún mantra en particular, o que vista algún color específico, que alimente a cierto tipo de animal, todo en el mismo día de la semana, durante algún período de tiempo, con el propósito de desatar ese nudo. Este tipo de upaya es un remedio en forma de ritual que remueve un obstáculo. En el yoga, el mayor obstáculo que tenemos es una mente indisciplinada que está acostumbrada a pensar todo el tiempo, que está aferrada a nuestras opiniones, juicios e ideas, lo que nos lleva a falsas identificaciones: soy un demócrata, soy un republicano, soy un vegano, soy un ashtangui, soy un yogui de Iyengar, soy una persona mala, soy una persona genial. Todos estos son patrones en los que hemos elegido creer, por alguna razón. Las prácticas del yoga, especialmente las ocho ramas del ashtanga yoga, son los remedios que utilizamos para remover el defecto creado por estas percepciones que nos atan a una autopercepción falsa, una autopercepción que no nos aporta satisfacción ni felicidad, ni que satisface nuestro propósito como seres humanos únicos. El yoga elimina el defecto de una mente que está muy aferrada a su propia noción de rectitud.

      Entonces, para resumir nuestra exploración acerca de la palabra yoga:

       Yoga viene de la raíz verbal yuj, que significa “ligar, o unir”.

       Describe un tipo especial de concentración, en el que nuestra mente se vuelve complemente absorbida por el objeto al cual dirigimos nuestra atención.

       El yoga es un upaya, un remedio que alivia la identificación con ideas y objetos que están más allá de nuestra consciencia interior.

       La relación en el yoga se refiere al vínculo que tenemos con nuestros cuerpos, emociones, pensamientos, memorias, con nuestra autopercepción interna y nuestro propósito.

       Las prácticas meditativas del yoga revelan nuestra bondad innata.

       El yoga propone las preguntas más importantes que podemos hacernos: ¿Quién soy? ¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Qué debería hacer ahora?

      1. Sebastien Manrique, Travels of Fray Sebastien Manrique 1629-1643, vol. 1. New York: Routledge, 2016.

      2. Ver el fascinante libro de Ananda Bhattacharya: A History of the Dasnami Naga Sannyasis.

      3. David N. Lorenzen, “Warrior Ascetics in Indian History”, Journal of the American Oriental Society 98, Nº 1 (enero-marzo 1978), 61-75. https://www.jstor.org/stable/600151?origin=crossref&seq =1#page scantab_contents [6/11/2019].

      4. La publicación del Yoga Makaranda, de Krishnamacharya, en 1934 –escrito por el mandato del maharajá de Mysore– fue principalmente dirigida a revitalizar la práctica del yoga, que fue desapareciendo de India por la influencia de Occidente.

Скачать книгу