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la actitud de la profesión médica en general es la de observar la homeopatía. Pero, como seguramente pronto ocurrirá, cuando se reconozca y aprecie en general que toda la investigación moderna en manos de los alópatas está demostrando y orientándose hacia las leyes de Hahnemann, entonces la homeopatía será reconocida como la ciencia maravillosa que es.

      Que todos los miembros de vuestra Sociedad puedan sentirse orgullosos de estar entre los pioneros; sentirse seguros que no se desviarán ni un ápice de las leyes fundamentales de su gran fundador. Porque la ciencia les está probando en detalle el remedio semejante, la dosis única, el peligro de la repetición apresurada.

      Habrá una lucha entre la homeopatía antigua y la nueva; veamos que la antigua reciba su parte del crédito, que su estandarte sea mantenido en alto y, fieles a sus enseñanzas, la nueva sea sumergida en el flujo de la ciencia que simplemente es el resultado del trabajo de Hahnemann.

      Nota aclaratoria

      Dr. Franco Rossomando

      Las supresiones físicas y las represiones psíquicas dan como resultado un estado de intoxicación psicofísica que se manifiesta en los siguientes síntomas que hemos ordenado, para su descripción, en dos grandes grupos: físicos y psíquicos.

      a) Físicos. En general muchos trastornos dermatológicos: herpes, erupciones, sarpullidos, prurito, eczema, hongos, etc.

      Al nacer traemos, por herencia, un potencial defensivo, que se traduce como hiperreactividad. Cada cambio dinámico crónico de los ancestros se va acumulando y se trasmite a los descendientes. Ese temple hiperreactivo-defensivo es similar a un estado de alarma, irritación o excitación de la energía vital, que no se manifiesta de por sí sino a través de los estímulos del medio. Al estado larvado y silencioso de hiperreactividad Hahnemann lo llama psora latente; su curso progresa en silencio y pueden pasar varios años antes de que se manifieste como signo evidente. Dentro de los factores de más peso que afectan a la psora encontramos los psíquicos, los cambios climáticos, la alimentación inadecuada, las vacunaciones. Éstos y otros factores excitan el tono vital de una manera que en sólo un momento aparece como síntoma.

      De modo resumido podemos decir que el miasma psórico es funcional y su modo de expresión es a través de las vías de eliminación fisiológica normales. Sus síntomas son, entonces, funcionales y de naturaleza exonerativa, es decir, tienden a descargarse en la superficie, siguiendo la trayectoria de la energía vital.

      Todas las enfermedades latentes, que aparecen cuando hay trasgresiones, son de naturaleza psórica. Por ejemplo, un trastorno hepático que se desencadena luego de una comida pesada. También es psórica aquella persona que se enoja y se le pasa enseguida o el asmático que se agrava con el frío. Del mismo modo son de naturaleza psórica las alergias estacionales, alimenticias, etcétera.

      La fuerza hiperexitada del psora se agrava ante cualquier estímulo externo: sol, calor, día, movimiento. Los cinco sentidos se encuentran hipersensibilizados, hay mayor desgaste metabólico, por lo que el organismo debe aumentar sus necesidades fisiológicas y metabólicas: comer más. Más alimentos de más calorías como dulces, grasas, manteca, fritos o condimentos.

      El mayor metabolismo genera calor, éste evapora la humedad y produce sequedad. De este modo la piel se seca y pierde calor rápidamente, representando la causa del prurito.

      Las eliminaciones tienden a mejorar al paciente: transpiración, diarreas, vómitos, llanto, flujo menstrual. En cambio, el proceso previo genera aumento de síntomas.

      b) Psíquicos. Hipersensibilidad general, a los estímulos físicos, auditivos, visuales, táctiles, olfativos, afectivos, etcétera.

      Incertidumbre respecto al futuro, de la propia salud, de los afectos de los demás con respecto a sí mismo, inestabilidad emocional y duda acerca de salud, dinero y amor, responsabilidades futuras, situaciones desconocidas. El problema del paciente psórico es tratar de adaptarse excesivamente al mundo que lo rodea.

      Se desalienta fácilmente frente a las dificultades. Existe en estos pacientes una necesidad de hacer las cosas en forma apurada, con ansiedad. Su sensación permanente es la de que el tiempo pasa rápidamente. Las empresas a largo plazo o las de envergadura generan dudas acerca de la propia capacidad para llevarlas a cabo con éxito.

      Otros síntomas psóricos en la esfera psíquica son: anticipación permanente del futuro, miedos de causa conocida, aprensiones, temor por los demás, de ser observado, timidez, falta de una clara orientación en la vida, duda vocacional, falta de arraigo, insatisfacción consigo mismo, necesidad de cambios continuos, trastornos de atención, concentración y memoria debidos a la ansiedad y al rápido flujo de pensamientos.

      La inestabilidad emocional genera en estos pacientes una necesidad de cambiar constantemente de situaciones en todas las esferas de su vida, ya que la estabilidad y la permanencia produce en ellos una sensación de agobio y rutina. Estas conductas tienen sus raíces en la naturaleza fóbica de su estructura psicológica, de tal modo que todo lo que sea rutinario equivale a una circunstancia de encierro de la cual desean salir de modo presuroso a fin de evitar el sentimiento de ansiedad y angustia que esto les genera.

      Es interesante agregar a este comentario del doctor Rossomando uno del doctor Leon Vannier, contemporáneo de Bach: “La psora de Hahnemann, lepra bíblica o carcoma medieval, representa un legado toxímico perpetuado por generaciones, que se continúa por la formación de familias, aumentando en unas y disminuyendo en otras por la acción agregada de sangres a la vez antagónicas y simpáticas, armónicas y contrarias. La psora es la marca profunda de la herencia, la que no evidencia, aquella cuya señal aparente no lleva el ser vivo, pero que aparece por intermitencias en el curso de una vida, en la forma de exudaciones o alternancias morbosas”.

      3 Se refiere a la Sociedad Homeopática de Londres, que lo había aceptado como miembro. (Nota de los comps.)

      4 Aquí Bach alude a tres pilares de la medicina homeopática: la ley de lo semejante, la potenciación de los remedios y el concepto de dosis que en notas a pie de página, más adelante, se explican. (Nota de los comps.)

      5 El Organon de la Medicina Racional fue el libro de Hahnemann publicado por primera vez en el año 1810, que Bach leyó a su ingreso en el Hospital Homeopático de Londres, en su versión inglesa traducida y comentada por el doctor William Boericke, un entusiasta homeópata que también trabajaba con las sales de W. H. Schüssler, tema sobre el cual escribió Los doce remedios de los tejidos (1902). (Nota de los comps.)

      6 En esta categoría pueden incluirse ciertos remedios que están preparados con productos patológicos como la tuberculina de Koch (T.K., Medorrhinum, (producto patológico de la gonorrea), Carcinosinum (del tumor canceroso), Siphyilinum (de la sífilis), Influenzinum (de la gripe). Más abajo Bach los menciona en el rubro de las vacunas. (Nota de los comps.)

      7 Hahnemann descubrió que trabajando con la misma sustancia tóxica pero diluida aumentaba su poder. A medida que ejercía una mayor dilución y la sucusionaba, la acción terapéutica aumentaba. De modo que en base a esta experiencia estableció un proceso de preparación de remedios consistente en la realización dos operaciones sucesivas: dilución y dinamización. Este último paso consiste en agitar vigorosamente la dilución para liberar los principios activos de la sustancia en cuestión. A esa agitación vigorosa, tomando el frasco que contiene la sustancia diluida, con el puño cerrado y golpeándolo cien veces –en las diluciones centesimales– contra una superficie dura y elástica (como un libro de tapa dura), lo cual provoca una gran agitación molecular que produce

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