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      La revolución cubana, más que mil documentos, puso en crisis al mismo tiempo los presupuestos hasta ese momento “autoevidentes” de la izquierda eurocéntrica y las presuntas “verdades” consagradas de las disciplinas académicas convencionales, abriendo las puertas para una nueva reflexión sobre la realidad latinoamericana a partir del marxismo revolucionario (Osorio 2004: 130). No casualmente, dos de los principales exponentes de la TMD debatieron y polemizaron en torno a la revolución cubana desde las páginas de un mismo libro, elaborado y publicado inicialmente por su autora, Vania Bambirra, el 26 de julio de 1973 por parte del Centro de Estudios Socioeconómicos (CESO) de la Universidad de Chile, prologado al año siguiente por Ruy Mauro Marini, ya ocurrido el golpe de Estado del general Pinochet (Bambirra [1973] 1974). Ambos, Bambirra y Marini, compartían al unísono la crítica política del denominado “foquismo”, bosquejado en un comienzo por un ensayo periodístico-literario de Jean-Paul Sartre en su temprana visita a Cuba y luego transformado en esquema metafísico, dogmático y generalizador por un extenso libro de Regis Debray [Revolución en la revolución, 1967], el verdadero inventor de dicha “teoría”, erróneamente atribuida al Che Guevara. Este último —según el testimonio que hemos recogido en entrevistas a sobrevivientes que compartieron la lucha junto al Che— la había criticado en su campamento insurgente de Bolivia (Kohan 2013: 419-424). Pero al mismo tiempo, Bambirra y Marini aportaban, tanto en el cuerpo del libro como en el prólogo, matices diferentes en torno a las fases y etapas sociales, económicas y políticas de la revolución cubana.

      En su gestación, las primeras teorizaciones de la TMD fueron elaboradas principalmente por una serie de militantes e intelectuales de origen brasilero, entre quienes se destacan Ruy Mauro Marini, Theotonio Dos Santos y Vania Bambirra (todos ellos y ellas militantes de la organización de izquierda revolucionaria denominada Política Operaria – POLOP). Exiliados de Brasil tras el golpe de Estado de 1964, la adopción de la TMD fue compartida más tarde también por discípulos chilenos suyos como Orlando Caputo Leiva y Roberto Pizarro. Junto a ellos y ellas incursionaban en dicha constelación los intelectuales alemanes André Gunder Frank (quien había sido alumno herético de Milton Friedman en la Universidad de Chicago) y Franz Hinkelammert (economista marxista y al mismo tiempo teólogo de la liberación).

      Junto a todo este elenco deben destacarse otros dos teóricos muy conocidos, al comienzo muy cercanos, pero que rápidamente entraron en ácidas contradicciones con el resto de esta tradición. Nos referimos a Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto, quienes escribieron a cuatro manos Dependencia y desarrollo en América Latina. Ensayo de interpretación sociológica en Santiago de Chile, entre 1966 y 1967, publicado en 1969. Ambos se distanciaron rápidamente de las vertientes marxistas, entablando con ellas agudas discusiones, controversias y polémicas a lo largo de décadas. (No resulta casual que muchos, por no decir la mayoría, de quienes impugnan en el mundo académico a la TMD ubican, de modo sesgado, unilateral e interesadamente, a Cardoso y Faletto como “paradigmas” centrales para referirse a toda la escuela, obviando, en primer lugar, que ambos fueron claramente minoritarios dentro de toda esta constelación intelectual y, en segundo lugar, que los dos rechazaron el marxismo radical, principalmente de Ruy Mauro Marini, aunque también del resto de integrantes de esta corriente marxista. Quizás por esta misma razón se los adopta, con no poca mala fe, como referentes exclusivos de la teoría de la dependencia, intentando borrar el abismo que separa, distancia y enfrenta, de manera antagónica, a las vertientes burguesas de las corrientes marxistas, sin duda predominantes, dentro de dicha escuela de pensamiento).

      De la prolífica, diversificada y muy nutrida producción de esta corriente de teoría social crítica, para finalizar este trabajo elegiremos como objeto de análisis a una de las sistematizaciones más pulidas y articuladas con mayor rigor y consistencia lógica, ya en su fase de madurez, condensada en el libro Dialéctica de la dependencia de Ruy Mauro Marini. Marco obligado de referencia en investigaciones y polémicas actuales, desarrolladas en el siglo XXI.

      Exiliado en Chile, Marini redacta en 1972 el borrador original de Dialéctica de la dependencia, teniendo en mente la organización de un futuro seminario sobre El Capital de Marx, destinado a abordar el debate sobre la especificidad del capitalismo latinoamericano dentro del sistema mundial imperialista. Marini, como el resto de integrantes de esta escuela de pensamiento marxista con todos sus matices, en ese momento era militante orgánico —miembro de su comité central— de una de las principales insurgencias latinoamericanas. Ese borrador es publicado en forma parcial por la revista Desarrollo y sociedad, del Centro de Estudios Socio-Económicos (CESO) de la Universidad de Chile y luego en forma completa, de modo mimeografiado, por el mismo CESO (dirigido por Theotonio Dos Santos y donde investigaban también Vania Bambirra, Orlando Caputo, Roberto Pizarro, entre varios más). El texto escapa al control del autor, pues es reproducido en forma “pirata” por varias organizaciones políticas y grupos de estudios, dentro y fuera de Chile. Hecho que convence a Marini para publicarlo en formato de libro, agregándole como apéndice dos cortas respuestas a las primeras críticas recibidas por parte de Fernando Henrique Cardoso. El libro como tal sale de imprenta, por primera vez, en México en 1973 por la editorial ERA (Barreda Marín [1994], en Marini y Millán 1994b, T. 2: 199-200).

      Esta obra, de apretada extensión, constituye una especie de síntesis lógico-dialéctica de todas las investigaciones empíricas y teóricas hasta ese momento producidas por dicha escuela. El libro se estructura de manera rigurosamente metódica, a partir de una introducción y seis apartados, a los que siguen las dos respuestas polémicas. Todas ellas planteadas a modo de hipótesis de trabajo, formuladas como matriz de un proyecto colectivo de investigación destinado a develar las regularidades propias de la especificidad del capitalismo dependiente, el otro polo de la misma ecuación analizada por Lenin en la teoría del imperialismo.

      Nacida entonces en el horno de la descolonización del Tercer Mundo y todas las extremidades del sistema mundial capitalista, cocinada al calor del fuego de la revolución cubana, pero también de las revoluciones vietnamita, china, coreana y argelina, sin olvidarnos de las diversas insurgencias latinoamericanas (de las cuales, insistimos, los principales exponentes de la TMD fueron militantes políticos orgánicos), la formulación de Marini tomó aquella posta de Lenin, sin abandonar a Marx. Es decir, esquivando la falsa disyuntiva —tan difundida en las academias occidentales— que pretende e invita tramposamente a optar entre ambos.

      Dialéctica de la dependencia, una de sus formulaciones más maduras y rigurosas de toda la corriente, se asienta en una detalla hermenéutica de los diversos libros de El Capital (Marini 1979b), articulando esas investigaciones con estudios detallados de los clásicos marxistas posteriores: Lenin, Rosa Luxemburg, Bujarin, etc.

      En cuanto al método, Marini retoma las indicaciones del Marx de los Grundrisse y El Capital. El punto de vista para analizar las contradicciones del capitalismo dependiente no debería sustentarse en estudios segmentados de país por país, como solía hacerlo la economía convencional y la sociología académica, sino a partir del mercado mundial, es decir, contemplando las particularidades en las periferias y semiperiferias del capitalismo mundial “en la perspectiva del sistema en su conjunto” (Marini [1973] 1987: 14).

      En esta obra, una de las principales conclusiones, no sólo económicas sino también teóricas y con innegables consecuencias políticas, consiste en sostener que “el fundamento de la dependencia es la superexplotación del trabajo” (Marini [1973] 1987: 49, 101 [subrayado N. K.]). Una tesis que, sin aclararlo en nota al pie, retomaba y reactualizaba puntualmente las ya analizadas impugnaciones de Lenin contra el colonialismo y neocolonialismo imperialista (Lenin [1907] 1960, T. 13: 71).

      ¿Cómo define Marini a la superexplotación?

      En una intervención elaborada en 1972, publicada poco después, el mismo año en que aparece Dialéctica de la dependencia, Marini aborda la categoría del siguiente modo: “La posibilidad de rebajar el salario del obrero no encuentra limitación en la necesidad de realizar el producto, una vez que este se destina al exterior; el consumo del obrero es irrelevante para la realización del producto. En consecuencia, el carácter que asume el ciclo del capital en una economía de este tipo [dependiente. N. K.] no pone ninguna traba a la explotación del trabajador y, al contrario, la lleva a configurarse como una superexplotación [...] La tercera forma

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