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Dialéctica de la dependencia, Marini trata de identificar dos determinaciones centrales de la superexplotación: (a) “el aumento de la intensidad del trabajo” (lo cual no puede identificarse con el plusvalor absoluto) y (b) “que la fuerza de trabajo se remunere por debajo de su valor real” (Marini [1973] 1987: 42, 92-93).

      Bolívar Echeverría, un pensador que no pertenece a la escuela de la TMD, pero con una abrumadora erudición en torno a Marx y El Capital, coincidió sobre la importancia central de dicha categoría para la crítica contemporánea de la economía política, volviendo sobre esas dos determinaciones centrales de la misma: “el desgaste cotidiano excesivo de la fuerza de trabajo” y “la insuficiencia del salario respecto de las necesidades del trabajador” (Echeverría [1978] 1986: 126-127).

      Dentro de la TMD infinidad de autores y autoras han coincidido en que esa categoría es la principal de todas las formuladas por Marini (Traspadini y Stedile, en Marini 2005: 34; Osorio 2009: 27-28, 109; Sotelo Valencia 2012: 115).

      Lo cierto es que en Dialéctica de la dependencia esa categoría no está “suelta” ni formulada en abstracto, al margen de todo el resto de hipótesis que propone Marini.

      Por momentos, Marini la formula como parte del núcleo esencial y determinante del imperialismo y la dependencia. Tal es así que afirma: “Es en este sentido que la economía dependiente —y por ende la superexplotación del trabajo— aparece como una condición necesaria del capitalismo mundial [...] (Marini [1973] 1987: 91). Mientras que en otros pasajes de su obra, la ubica como una derivación lógica del flujo de capital y plusvalor propio del intercambio desigual, caracterizándola como “un mecanismo de compensación” para las burguesías de las formaciones económico sociales dependientes, periféricas y subdesarrolladas (Marini [1973] 1987: 38). Esta doble caracterización de Marini sobre la categoría es lo que probablemente ha abierto mayores debates en las y los continuadores de esta escuela de pensamiento e investigación marxista.

      ¿Cuáles son las consecuencias que se derivan de dicha categoría, en el plano de la teoría crítica de la economía política?

      La misma le permite a Marini y a toda la escuela de la TMD despejar los equívocos derivados de las impugnaciones que le atribuyen a esta teoría un presunto “circulacionismo” (es decir, analizar el capitalismo mundial prioritariamente a partir del mercado y la circulación, dejando en un segundo lugar a la producción).

      Retomando una hipótesis precursora de Silvio Frondizi (antecedente obligado de la TMD, como lo reconocen algunos de sus integrantes, entre los que se encuentra el mismo Marini) sobre “la integración de los sistemas productivos” a escala mundial, Marini vuelve observable una tendencia que, medio siglo más tarde de su obra Dialéctica de la dependencia, se ha transformado ya en una realidad palpable: la integración mundial de los sistemas productivos, la existencia de cadenas globales de producción de valor y el predominio de “mercancías globales” (Smith 2016: 9-38). En dicho contexto, queda claro que el proceso de la dependencia y la dominación del imperialismo a escala mundial no operan única ni exclusivamente en el comercio internacional ni en las finanzas, sino principalmente en la producción social global de la era imperialista. Ni el imperialismo ni la dependencia renovada son productos exclusivos de la circulación.

      Por si este contundente dato empírico no alcanzara para despejar dudas, vacilaciones y acusaciones superficiales, cabe agregar otro argumento, de tipo teórico. Si la superexplotación del trabajo, núcleo central del imperialismo y la dependencia, se ejerce y tiene lugar en el seno de las relaciones sociales de producción, propias de los capitalismos dependientes, carece de sentido el reproche contra Marini y su escuela de la TMD atribuyéndole ese supuesto “circulacionismo”, que, en todo caso, se encontraría más cerca de las reflexiones de André Gunder Frank (Frank [1966] 1987: 16-17; Frank 1972: 13); criticado, dicho sea de paso, en Dialéctica de la dependencia (Marini [1973] 1987: 19).

      Marini aclara que el movimiento dialéctico de la teoría marxista de la dependencia sigue el camino circulación-producción-circulación, tal como Marx lo expone en El Capital (que no comienza en su primer capítulo con la producción misma sino con el mundo fetichista de las mercancías en el mercado, intercambiadas a través de cuatro formas de valor, para pasar de la superficie apariencial y el supuesto “Edén de los derechos humanos innatos” al mundo oculto de la producción capitalista, donde se produce la explotación y se genera el plusvalor que va a ser acumulado, fuente de toda ganancia, renta e interés, volviendo más tarde a la realización del plusvalor encerrado en dichas mercancías; la circulación y reproducción del capital social en su conjunto, para proseguir con el mundo de los precios de producción, la tasa de ganancia media, el interés bancario, la renta, etc., en el ámbito de un fetichismo profundizado y multiplicado hasta el infinito.

      Pero la hipótesis de la superexplotación, siendo la más productiva y radical, no es la única que proporciona y sistematiza Dialéctica de la dependencia. Algunas lecturas de esta obra, ubican en la ruptura del ciclo de la reproducción del capital en la economía dependiente, la segunda hipótesis central, complementaria a la de superexplotación; mientras que otros, en cambio, apuntan más hacia la hipótesis del intercambio desigual, como complemento (y fundamento) principal de la superexplotación. De todas formas, más allá de cual sea el énfasis particular que cada hermenéutica privilegia, existe un amplio consenso en esta tradición que identifica en la hipótesis de la superexplotación a la categoría central de todo este proyecto marxista de investigación.

      Lo cierto es que, junto a la categoría de superexplotación, esta obra articula de modo sintético y apretado, siguiendo el método de la lógica dialéctica, otras categorías e hipótesis.

      Las mismas son: (a) la conexión indisoluble de la historia específica de Nuestra América integrada a las necesidades de la acumulación y el mercado capitalista a escala mundial; (b) el intercambio desigual, los flujos y transferencias de valor (y plusvalor), tal como se dan específicamente en el vínculo de las formaciones económico sociales dependientes con las economías capitalistas metropolitanas en la periodización de sus diferentes fases históricas; (c) la ya mencionada hipótesis de la superexplotación del trabajo; (d) la ruptura del ciclo de reproducción del capital —a través de la escisión de la producción y el consumo— en las sociedades dependientes; (e) las contradicciones que marcan a fuego el carácter de la industrialización de un tipo de producción capitalista dependiente destinada en lo interno a la producción de objetos de lujo (sector II b [producción de medios de consumo suntuario], según los esquemas de reproducción del libro segundo de El Capital) y, en lo externo, a satisfacer las demandas de las economías imperialistas; (f) la investigación sobre el desarrollo tecnológico, deformado y desigual, producto de las estructuras mismas de la dependencia, que permiten distinguir y tipificar distintos estadios en las formaciones sociales dependientes, identificando periferias “clásicas” y semiperiferias y entre estas últimas, delimitando los países que pasan a la fase del subimperialismo, tanto en la esfera propiamente económica como en el ámbito geopolítico y político-militar y (g) los nuevos “anillos de la espiral”, es decir, la reproducción ampliada de la dependencia.

      Estas diferentes determinaciones específicas del proceso dinámico de la dependencia y la subordinación al imperialismo (ninguno de los dos constituyen vínculos estáticos sino procesos contradictorios de desarrollo) no están yuxtapuestas ni se desarrollan de manera inconexa, separadas e indiferentes unas de otras (por eso la exposición de Marini en su libro Dialéctica de la dependencia asume un carácter sintético, lógico-dialéctico, trazando las líneas centrales que caracterizan al conjunto del sistema de dominación sin entrar en los detalles empíricos propios de cada formación social analizada en otros trabajos previos, como por ejemplo, Subdesarrollo y revolución; ni tampoco profundizando en los problemas específicamente políticos y político-militares de la lucha de clases y la estrategia revolucionaria, que Marini trata en varios de sus otros libros, centrados en las limitaciones del reformismo y los dilemas de los procesos revolucionarios de Brasil, Chile y América Latina). Las determinaciones específicas analizadas en Dialéctica de la dependencia forman totalidades parciales, dentro de cada formación económico social, integradas a su vez en la gran e inclusiva totalidad concreta del mercado mundial capitalista en su fase imperialista que las abarca y les

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