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ingresos inferiores a Chile, nos superaron desde finales de los años 60.

      3.1975-1988, “contención”. La decadencia de Chile se ralentizó y eventualmente se detuvo durante la dictadura. Chile no ganó posiciones relativas sobre estos países durante este período, solo se contuvo su caída.

      4.1989-2010, “recuperación”. Se observa una clara y sistemática alza del ingreso relativo de Chile respecto de los países de la muestra.

      Gráfico I.1. Fases del desarrollo de Chile

      Fuente: Larraín, G. (2020), “Una mirada racionalmente optimista del proceso constituyente”, Mirada fen, marzo.

      La fase 1, en el siglo XIX, es la época de gloria de la economía chilena. En 1850, en el Annuaire de Deux Mondes, un almanaque publicado por una editorial francesa, decía: “Chile es uno de los países más apacibles de toda la América del Sur (…) donde la existencia aparece en las condiciones más regulares y las más favorables. (…) Podemos explicar este fenómeno por la sabiduría de sus instituciones, por la feliz apropiación del régimen adoptado (…) estas explicaciones no son totalmente conclusivas, porque Chile se encuentra, en definitiva, sometido a las mismas influencias y disolventes que las otras repúblicas americanas —tradiciones coloniales, inexperiencia de libertad política y de trabajo”. El comercio entre Europa y California u Oceanía pasaba regularmente por Valparaíso, lo que transformó a esa ciudad en un polo de desarrollo global e hizo que Chile dispusiera de la mayor flota mercante de América del Sur. Es a esta época a la que se refiere nostálgicamente en 1900 Enrique Mac Iver en su “Discurso sobre la crisis moral de la República”.

      En la segunda parte de esta primera etapa ocurren dos eventos importantes para Chile. A nivel interno, en 1891 Chile adoptó un mal llamado régimen parlamentario, el cual hizo que los gobiernos duraran menos que antes y hubiera gran inestabilidad política. A nivel internacional, el descubrimiento en 1914 del salitre sintético generó en Chile una crisis productiva de la cual no se pudo recuperar.2 A esto se refiere Francisco Antonio Encina en su libro Nuestra inferioridad económica.

      La fase 2, “decadencia”, tiene como antecedente la aparición de la llamada “cuestión social”, con la fundación de la Federación Obrera de Chile en 1909 y, en 1912, con la fundación del Partido Obrero Socialista de Luis Emilio Recabarren, antecedente directo del Partido Comunista. La cuestión social generó, como en todo Occidente, tensiones políticas redistributivas mayores. La respuesta a este fenómeno coincidió con un mal ambiente internacional derivado de las sucesivas guerras mundiales y la gran crisis de 1929. En 1924 la crisis en Chile es de talla mayor y se produce el golpe de Estado, que alejará del poder al Presidente Arturo Alessandri Palma por seis meses, a la vuelta de los cuales se aprobará una nueva Constitución, la de 1925.

      Todo esto, más las inestabilidades producidas por la Gran Depresión de 1930 y luego la II Guerra Mundial, derivó en que se adopten, a nivel de las políticas económicas, una estrategia de crecimiento orientada a la sustitución de importaciones, por la industrialización forzada, el desarrollo del rol empresarial del Estado y la inestabilidad macroeconómica. Esta es la fase de la larga decadencia que señala Pinto en Chile, un caso de desarrollo frustrado.

      La fase 3 o de “contención” corresponde al período dictatorial, donde varias reformas macroeconómicas se llevaron a cabo, en particular la apertura comercial. Esta reforma venía siendo discutida desde 1950, por ejemplo en el libro de Jorge Ahumada En vez de la miseria, cuyo programa de trabajo inspiró al gobierno de Eduardo Frei Montalva. En aquel entonces, Frei intentó reducir los aranceles, disminuir las barreras paraarancelarias y mejorar la institucionalidad de fijación de las sobretasas. Los éxitos fueron parciales. La oposición desde el mundo empresarial y la izquierda imposibilitaron avanzar más. De hecho, desde 1968 el proceso de apertura se revirtió. La dictadura de Pinochet, en los hechos, logró abrir la economía al comercio exterior, eliminando casi todas las barreras no tarifarias y reduciendo unilateralmente los aranceles. La apertura económica, apalancándose en el desarrollo del sector financiero, en parte favorecido por la reforma de pensiones, logró detener la caída relativa en el PIB de Chile respecto de los países de referencia.

      La fase 4, la de recuperación coincide precisamente con el retorno a la democracia. La mezcla de una economía abierta con estabilidad política y social, además de las sucesivas reformas que promovían el desarrollo económico, resultaron en un proceso sostenido de convergencia de Chile con todo el mundo desarrollado.

      El gráfico I.2 muestra a Chile en función de los países de la Europa latina. Puede apreciarse que en el siglo XIX, Chile tenía un ingreso per cápita superior al de España y Portugal e incluso Italia. Solo Francia, salvo en los períodos de guerras mundiales, ha tenido ingresos consistentemente superiores al chileno. Las cuatro fases descritas anteriormente se aprecian con mucha claridad.

      Gráfico I.2. Ingreso per cápita de Chile respecto de Europa “latina”

      Fuente: elaboración propia a partir de Maddison (2018).

      El gráfico I.3 muestra el mismo cuociente, pero esta vez los países de la comparación son de Europa del Norte. Aunque a niveles distintos, las cuatro fases antes señaladas se repiten nuevamente. Desde la perspectiva de este libro, se aprecia que el período democrático reciente es aquel en el cual sin ambigüedad alguna Chile inició un proceso de convergencia.

      Gráfico I.3. Ingreso per cápita de Chile respecto de Europa del Norte

      Fuente: elaboración propia a partir de Maddison (2018).

      La historia del gráfico I.4 es nuevamente similar, solo que Chile siempre ha estado por debajo del nivel de ingreso per cápita de los países anglosajones. Aquí las fases 1, 2 y 3 son menos claras, pero sí es evidente el proceso de convergencia iniciado con el retorno a la democracia.

      Gráfico I.4. Ingreso per cápita de Chile respecto de países anglosajones

      Fuente: elaboración propia a partir de Maddison (2018).

      Las cuatro fases antes mencionadas son claras también si nos comparamos con Japón en el gráfico I.5. En el siglo XIX, Chile tenía el doble del ingreso per cápita de Japón y era aún más rico que Corea, Malasia o Taiwán. Japón, con su exitoso proceso de industrialización y con la sola interrupción de la II Guerra Mundial, inició su convergencia hacia Chile que se logró en los años 50. La fase 4 nuevamente aparece nítidamente, con un sostenido proceso de convergencia esta vez a la inversa, de Chile hacia Japón.

      El caso de Corea, Malasia y Taiwán, por tomar otros países asiáticos, son algo distintos. Se trataba de países muy pobres en el siglo XIX, los más pobres de los que hemos analizado aquí. La fase de decadencia de Chile coincide con que esos países adoptaron una política de crecimiento basado en exportaciones intensivas de mano de obra barata que detonó un período de alto crecimiento, el cual ha durado más de medio siglo. La fase de recuperación de Chile es clara respecto de Malasia; sin embargo, no lo es en comparación con Corea y Taiwán, países que siempre han crecido al menos a la misma velocidad de Chile.

      Gráfico I.5. Ingreso per cápita de Chile respecto de países asiáticos

      Fuente: elaboración propia a partir de Madddison (2018).

      Hemos dejado la comparación con América Latina para el final, porque respecto de estos países, salvo México, no hay cuatro fases sino cinco. La fase 4 es idéntica a la que ya hemos discutido: el crecimiento relativo del ingreso per cápita de Chile respecto de todos los países de la muestra. Si en los años 80 Chile estaba por debajo del ingreso per cápita de Argentina, México y Uruguay,

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