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Cuando mantiene la cola levantada y recta al encontrarse con otro perro, se está transmitiendo una señal claramente dominante («Aquí, yo soy el jefe») o una señal de advertencia («Vete o asume las consecuencias»). Si esconde la cola debajo del cuerpo, el perro está asustado («Por favor, no me hagas daño»). A suvez, es importante tener en cuenta que las diferentes razas mueven la cola de forma distinta por naturaleza, por lo que no debe olvidarse esto cuando se interprete su estado de ánimo. Además, el movimiento de la cola envía otras señales. Si el perro mueve la cola enérgicamente, a la vez que menea las caderas de un lado a otro, está mostrando claramente que se alegra mucho de volver a verte. Si la cola realiza movimientos rápidos y cortos (vibración) y está levantada, puede significar que el perro está listo para pelear (una señal de amenaza activa). Es importante fijarse si el perro mueve la cola hacia la derecha o hacia la izquierda. Si tiene sentimientos positivos sobre algo o alguien, la mueve más hacia el lado derecho de sus cuartos traseros (hacia la izquierda si el perro está frente a ti y de cara, es decir, visto desde delante), mientras que la mueve hacia la izquierda si tiene sentimientos negativos.104 Los perros que ven un vídeo de un perro que mueve la cola hacia la izquierda registran mayor actividad cerebral y se muestran más inquietos que si ven un perro moviendo la cola hacia la derecha.105

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      Si los perros veían a su dueño, movían la cola más hacia la derecha (estado positivo: A). Si los perros veían a un desconocido, también movían la cola hacia la derecha, pero no tanto. La movían aún menos hacia la derecha si veían a un gato. Si los perros veían a un perro dominante desconocido o si estaban solos, movían la cola hacia la izquierda (estado negativo: B). Fuente: Giorgio Vallertigara, Current Biology.

       Los perros más populares en Noruega en 2012: 106

      •Pastor alemán.

      •Cazador de alces noruego o elkhound noruego.

      •Cavalier King Charles spaniel.

      •Border collie.

      •Golden retriever.

      •Setter inglés.

      •Staffordshire bull terrier.

      •Labrador retriever.

      •Chihuahua de pelo largo.

      •Cocker spaniel.

      CAPÍTULO 2

       EL OLFATO DEL PERRO

      Se dice que un perro que ha perdido el olfato ya no es un perro. La entrenadora de perros Torun Thomassen tuvo la oportunidad de experimentar esto en primera persona.1 Tenía un cachorro de pastor alemán, Arthur, que había nacido sin olfato. Este perro era incapaz de utilizar su nariz para algo pro-ductivo. Fue el más grande de la camada al nacer, pero, a diferencia de sus hermanos, perdió peso durante sus primeros días de vida porque era incapaz de llegar hasta las mamas de su madre usando el olfato para comer. Sin embargo, tras unos días, aprendió un método alternativo. Se tumbaba encima de otro cachorro, esperaba hasta que este soltaba la mama y entonces se enganchaba a la teta de la madre. En casa, a menudo robaba cebollas crudas y naranjas, y con el tiempo, cuando toda la camada creció lo suficiente para salir a pasear todos juntos, Arthur era siempre el único que comía algo peligroso y enfermaba, o el único al que Thomassen tenía que buscar. La primera vez que salió y topó con muchas personas (muchas piernas), se encontró con el problema de qué debía hacer cuando hubiera tantas piernas entre las que elegir o cuando algunas de las piernas desaparecían. No fue capaz de seguir el rastro de la pierna de Thomassen. Las piernas por las que se decidía resul-taban ser las equivocadas.

      La primera vez que la acompañó a un paseo en bici afrontó más problemas. Arthur corría suelto mientras su madre iba atada a una correa sujeta a la bicicleta. Cuando se encontraban en lo alto de una colina, dos personas llegaron andando a la cima. Thomassen esperó sin decir nada para ver qué haría Arthur. El perro miró la bicicleta, a su madre y a Thomassen y, después, a los dos pares de piernas que se acercaban. Tras haberlo pensado varias veces, eligió las piernas y se marchó con ellas. Entonces, Thomassen lo llamó y no volvió a cometer más ese error. En lugar de olisquear a otros perros, se quedaba inmóvil como una estatua mientras lo olían. Cuando acababan, se alejaba de ellos.

      Arthur no se relacionaba con perros desconocidos. No podía oler nada y, por tanto, no era capaz de comunicarse con ellos de una manera correcta. A menudo acompañaba a otros cachorros de distintas razas mientras entrena-ban en el bosque, realizando ejercicios de rastreo y búsqueda sobre el terreno. Y aunque Arthur se mostraba entusiasmado, solo encontraba trozos de salchicha si se topaba con ellos por casualidad. Sin embargo, era sumamente obediente y le encantaba que lo entrenaran. Durante las sesiones de adiestra-miento, no lo distraía ningún olor excitante. Arthur siempre fue un cachorro alegre… hasta el día en que otro perro lo atacó. Después de eso, se volvió impredecible y atacaba a su madre, por ejemplo, sin previo aviso. Empezó a abalanzarse sobre perros que deseaban olisquearlo, también perros adultos macho. Finalmente, Thomassen se vio obligada a sacrificarlo cuando tenía un año.2 Era un perro maravilloso y Thomassen le tenía mucho cariño, pero no podía arriesgarse a que hiciera daño a alguien y debía pensar también en la madre de Arthur.

       El desarrollo del olfato

      Los seres humanos tenemos el olfato mucho menos desarrollado que los perros. Esto hace que nos resulte más difícil comprender y apreciar el fantástico olfato del perro. No podemos entender los olores. El olfato del perro ha evolucionado a lo largo de muchos miles de años de selección natural, garanti-zando que este se adapte lo mejor posible al entorno en el que vive. El olfato del perro es importante para encontrar el alimento, la reproducción, el reconocimiento de los parientes y la identificación de situaciones peligrosas. Los perros con el mejor olfato han transmitido sus genes durante generaciones. El resultado es un sistema olfativo sumamente bien desarrollado que es capaz de descubrir (o detectar) y distinguir entre diferentes olores. El perro tiene un olfato increíblemente agudo, que le permite percibir una gran variedad de información basada en el olor.3 La nariz del perro está mucho mejor desarrollada para detectar olores que la nuestra. Cuando la nariz de un perro está mojada y fría, debido a unas glándulas que producen un fluido oleoso,4 les resulta más fácil detectar olores.

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      Si su nariz está seca, el perro la humedecerá con la lengua, como Shib hace aquí. El perro está entonces listo para trabajar con el olfato. Fotografía: Frank Rosell.

      Para comprender cómo el perro logra llevar a cabo distintos tipos de tareas, se debe entender el funcionamiento de su nariz. Los perros cuentan con dos órganos olfativos importantes: el sistema olfativo y el sistema vomeronasal.5

       La nariz y el sistema olfativo del perro

      Las fosas nasales del perro tienen una estructura compleja y muchas funciones importantes. Además de ser un órgano para el olfato, las fosas nasales también contribuyen a moderar, filtrar y humidificar el aire que se inhala y baja hasta los pulmones. Las fosas nasales de los perros y los seres humanos sirven para respirar y oler. Las de los perros están muy bien organizadas y mucho más avanzadas que las nuestras.6

      Cuando el perro respira por la nariz, el aire recorre la región respiratoria en el largo morro del perro y a continuación entra directamente en los pulmones. Cuando un perro olfatea, el aire sigue una ruta lateral, entrando en lo que llamamos la cavidad olfatoria, que se encuentra en la parte más posterior de las fosas nasales. Los mamíferos microsmáticos, como los humanos y los primates, tienen una configuración diferente; carecen de esta cavidad olfatoria. El perro cuenta con fosas nasales ágiles que se dilatan cuando está oliendo, y este movimiento abre un conducto superior que envía el aire directamente a la parte de la cavidad olfatoria más al fondo. El aire se filtra despacio a través del aparato sensorial antes de diri-girse hasta

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