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al pueblo mexicano las garantías constitucionales de tal constitución. La constitución de 1917 había sido la primera en el mundo en preocuparse por proteger los derechos civiles de su pueblo. Por ejemplo, el artículo 3 revocaba cualquier censura a textos prohibidos y ofrecía garantía de acceso gratuito a la educación compulsoria y laica. El artículo 27 confiere a la nación potestad de pertenecía sobre todos los recursos naturales del país, por lo que el derecho a la propiedad y el permiso para minar materias primas (e.g., minerales y agua) estaba reservado solo para ciudadanos mexicanos. El artículo 28 prohibía cualquier tipo de monopolio, y el artículo 123 empoderaba la lucha del sector obrero. No obstante, la agenda neoliberal del presidente Peña Nieto puso en estado de sitio a los artículos 3, 27 y 28 de esta constitución. El asedio constitucional queda particularmente ejemplificado en los cambios hechos al artículo 27, al cual se le agregó una cláusula final que le permite al gobierno conceder licencias y dividir ganancias petroleras con corporaciones multinacionales del tipo de Exxon y Chevron. Tales mal llamadas reformas son una rescisión de la nacionalización histórica de la industria petrolera del expresidente Lázaro Cárdenas en 1938.

      La privatización de los recursos naturales de México se aceleró aún más con la implementación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994. Las nuevas medidas económicas engendrarían una nueva elite billonaria entrelazada a los intereses capitalistas de Estados Unidos. El TLCAN resultó de negociaciones trinacionales, entre Canadá, México y Estados Unidos, con el principal afán de privatizar los ejidos mexicanos. En 1992 “nearly half of Mexico’s total land mass is held in 28,000 ejidos, occupied by more than 2.5 million farmers”.26 A la cabeza de esta planificación neoliberal se encontraban el expresidente Carlos Salinas de Gortari y la Cámara de Diputados mexicana. Apelando a una supuesta insuficiencia y baja en la productividad comercial y el supuesto deterioro del nivel de vida, estos políticos son responsables de la iniciativa para modificar el artículo 27. Al reconocer la amenaza que estos cambios representaban para su estilo de vida, el primero de enero de 1994 los zapatistas se alzaron en armas. Millones de indígenas se han visto obligados a abandonar sus tierras por este tipo de ataques en contra de su estilo de vida; los cuales se extienden hasta el presente. Por el momento, el resultado final sigue siendo una incógnita y el TLCAN continúa en pláticas de renegociación. El alcance y extensión de la privatización en México es impredecible ya que, al igual que Afganistán, Irán y Venezuela, México cuenta con vastas riquezas geográficas y minerales que no pueden ser ignoradas por los capitalistas estadounidenses.

      Con la versión inicial del TLCAN se detonó un proceso de importación de maíz estadunidense. Debido a los subsidios agrícolas en este país, se abarató el precio del maíz mexicano obligando a los campesinos ejidatarios al cese de cultivo de sus tierras.27 La llegada del TLCAN a México también introdujo compañías agrícolas estadounidenses como Monsanto. “The Monsanto Corporation has won the right to begin planting genetically modified (GMO) corn in Mexico’s Yucatan Peninsula. Although the company touts higher crop yields and new drought resistant vegetables, their presence has been met with vehement opposition in Mexico and in other countries with unfavorable relationship with the largest developer of genetically modified crops. Corn was first domesticated in Mexico some 10,000 years ago, and introducing GMO corn crops would likely disrupt and permanently change a long running history of corn cultivation by small, independent farmers”.28 La incursión de compañías como Monsanto elevó el riesgo económico y vivificó la problemática cultural que representaba el TLCAN; esto provocó un vehemente resurgimiento de la lucha social y resistencia física de grupos ambientalistas y de campesinos mexicanos.

      LOS TRES ÚLTIMOS CAPÍTULOS

      Hace ya más de ciento cincuenta años que los inmigrantes mexicanos han vivido entre las entrañas de dos monstruos, Estados Unidos y México. Por ello, el rechazo de la oligarquía de ambos países y la pretensión sistemática de borrar sus testimonios es una amenaza latente en contra de la verdad. En su experiencia pervive una historia de resistencia y una narrativa particular de la que se puede aprender mucho. El activismo y conciencia obrera de los inmigrantes mexicanos y centroamericanos, tanto como el de sus familias, se remonta más allá de sus vidas en Estados Unidos. En ellos conviven memorias de la Revolución mexicana y otras luchas sociales a raíz de un cariño sinigual por la tierra, lo que ha sido tema de tantos corridos y dichos populares. Es precisamente con base a esta tradición desde donde parte el contenido de los capítulos 11 y 12.

      El capítulo 11 cubre las grandes migraciones de las décadas de 1970 y 1980 y los motivos que empujaron a millones de mexicanos hacia Estados Unidos. Bajo el mismo criterio, el capítulo también presta atención a los efectos de la desindustrialización de los Estados Unidos durante esas décadas. También resulta necesario observar cómo las gestiones contrarrevolucionarias financiadas por el gobierno estadounidense en varios países latinoamericanos empujaron a cientos de miles de refugiados hacia los Estados Unidos; tal como la guerra contra el narcotráfico durante la gestión de Richard Nixon que promovió la intervención estadounidense tanto en Colombia como en América Central. Estas guerras civiles se manifestaron con mayor intensidad en El Salvador, Guatemala y Nicaragua. En la década de 1970, un millón de mexicanos inmigraron a los Estados Unidos, pero el flujo de inmigración solo se aceleró en la década de 1980 cuando la crisis del colapso de la banca mexicana detonó el proceso de privatización de la economía mexicana y el surgimiento de una clase billonaria liderada por Carlos Slim; desde entonces, México se mantiene preso del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Estos factores de empuje migratorio coinciden con las fuerzas gravitacionales de la industria ligera que, siendo plantas de explotación laboral, en lugares como Los Ángeles, California, aprovechaban la mano de obra barata del inmigrante para competir con Los Tigres manufactureros de Asia. No obstante, la comunidad inmigrante en Estados Unidos luchó contra esa explotación laboral y eligió el camino de la sindicalización. Es así como en la década de 1980 concomitantemente la inmigración rescató la economía de muchas ciudades estadounidenses y estimuló el desarrollo de una conciencia de clase entre la comunidad mexicana y mexicoamericana.

      El capítulo 12 cubre el periodo desde 1990 al 2016. El material del capítulo incluye la histeria antinmigrante, como el caso de la propuesta estatal de California, la Propuesta 187, y la adherencia de movimientos anti-nativistas a la agenda de lucha de grupos en pos a derechos de los inmigrantes. En este periodo también se hace visible un creciente interés por la inmigración de parte de las elites mexicanas y estadounidenses. Sobre todo, se revela su interés por la inmigración a causa de su dependencia económica. Si en el presente se suspendiese la inmigración, las economías tanto de México, Centro América y Estados Unidos se desestabilizarían gravemente. Solo basta contemplar que en el 2014 México recibió 23,4 millones de dólares en remesas. Según el Pew Research Center, “Overall remittances to Mexico –nearly all of which come from the U.S.– are estimated to total $22 billion in 2013, according to the World Bank, compared with $10.2 billion in 2000”.29 Después del petróleo, las remesas son la segunda fuente de mayor ingreso capital al país. El capital que de un modo ha ayudado a estabilizar a la economía mexicana es el resultado de la labor de obreros que a su vez pagan impuestos en Estados Unidos. La economía mexicana y centroamericana colapsarían sin tales remezas, mientras que la economía estadounidense se paralizaría sin tales inmigrantes.30 Sin embargo, la demanda de drogas generada por el consumo estadounidense hace que estas naciones sean más susceptibles al tráfico de drogas y, en ocasiones, por ello la conversación sobre las fronteras tiende a alejarse del inmigrante. Un aspecto importante de las remezas es que ha impulsado la proactividad política con la que el gobierno mexicano presta mayor atención a la defensa de los derechos del inmigrante. Como tal, el inmigrante se ha convertido en un activo económico importante para el país; sin embargo, siete de cada diez latinos que enviaron dinero a casa indicaron que para el 2008 la cantidad enviada era menor a comparación con años anteriores. La recesión económica del 2008 en Estados Unidos no solo tuvo impactó en las remezas, sino que también afectó el flujo migratorio de México a Estados Unidos provocando un fenómeno económico que reveló la importancia y dependencia que se tiene por el (in)migrante. Entre la narrativa de este periodo también se le da seguimiento a la temática de la lucha social del mexicano en Estados Unidos, como es el caso de los soñadores.

      Por

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